La sexualidad es un aspecto muy importante en las relaciones de pareja, es una forma de comunicación que además puede ayudar a reforzar la intimidad, la confianza y la afectividad entre los dos miembros de la pareja. Es importante entender la sexualidad como un ámbito más dentro de la relación, que no queda a salvo de la influencia de conflictos relacionales ni de carencias o problemas que puedan aparecer en la pareja.

Es habitual que los conflictos en la pareja se manifiesten o reflejen a través de la sexualidad, de manera que, en muchas ocasiones, los problemas sexuales que aparecen en la relación son un síntoma de una mala, o nula, gestión de dichos conflictos. Los episodios de infidelidad son un claro ejemplo de ello, si no se trata y regula de forma adecuada y se trabaja la reconstrucción de la confianza en la relación, el episodio queda abierto con sus correspondientes sentimientos negativos: dolor, decepción, culpa, resentimiento, etc. La sexualidad queda pues, afectada y es frecuente ver cómo se convierte, para uno o los dos miembros de la pareja, en un arma recurrente para ejercer el poder sobre el otro.

En nuestra cultura la sexualidad está muy ligada a las emociones, que cobran un papel protagonista en el contexto de pareja. Nuestra capacidad para regular las emociones que van surgiendo en la pareja será crucial para la estabilidad de ésta, favoreciendo así una vida sexual más sana y satisfactoria para ambos miembros. Si aparece, por ejemplo, la emoción de la rabia ante algo que tenga que ver con nuestra pareja, debemos aprender a gestionarla de manera sana, de lo contrario, esta rabia puede convertirse en resentimiento y acabar influyendo, directa o indirectamente, de manera negativa en nuestras relaciones sexuales.

Un aspecto primordial a la hora de afrontar de manera saludable conflictos y emociones que puedan emerger es la comunicación. Una comunicación efectiva está basada en la expresión de necesidades, deseos, emociones y sentimientos de una forma asertiva, sin agresividad y desde una posición constructiva, es decir, con el objetivo de mejorar la situación y facilitar la negociación para poder llegar a acuerdos que favorezcan a ambos miembros de la pareja y, por tanto, a la relación. La escucha activa es otro factor importante a la hora de comunicarse efectivamente con el otro: significa escuchar sin interrupciones ni interpretaciones y desde una posición abierta al diálogo y al entendimiento. Si somos capaces de comunicarnos de manera efectiva, la sexualidad mejorará ablemente, ya que dichos hábitos de comunicación también serán aplicables al ámbito sexual. De esta manera sabremos expresar a nuestra pareja nuestros deseos, nuestras necesidades, etc. y podremos escuchar a su vez los suyos para construir así una sexualidad más sana y satisfactoria para ambos.

Una buena comunicación también favorece aspectos importantes en la pareja como la confianza y la intimidad, básicas a la hora de establecer y fortalecer vínculos sexuales y sentimentales en la relación de pareja.

De la misma manera que los problemas de pareja pueden afectar a la vida sexual, sucede lo mismo a la inversa: en ocasiones aparecen dificultades sexuales que hacen tambalear otros ámbitos de la pareja. Existen relaciones en las que se ponen de manifiesto diferencias explícitas en cuanto a la frecuencia sexual, el grado de interés o prioridad respecto al sexo dentro de la pareja, las diferentes prácticas a la hora de llevar a cabo el encuentro sexual, la dificultad a la hora de encontrar momentos y espacios íntimos que favorezcan la aparición del encuentro sexual, etc. Estas diferencias pueden convertirse en motivo de conflicto y acarrear una serie de emociones y sentimientos que influirán de manera negativa en otros ámbitos como la convivencia, el ocio, las tareas domésticas o el trato a la hora de dirigirnos a nuestra pareja. Abordar estas diferencias desde el hábito de la comunicación efectiva facilitará la gestión del conflicto derivado de ellas y de las emociones relacionadas, así como la negociación a la hora de mejorar las relaciones sexuales en la pareja.

Otros factores como el nacimiento de los hijos, la rutina o problemas individuales, también pueden repercutir de manera negativa en las relaciones de pareja, incluido el ámbito sexual.

Desde un punto de vista terapéutico, lo primero a tener en cuenta ante un caso de disfunción sexual, será descartar cualquier problema físico o médico que pueda estar afectando de forma negativa en su vida sexual. También es importante explorar si existe la presencia de fármacos que puedan generar efectos secundarios en el organismo que afecten a la función sexual de la persona. Una vez descartados todos estos factores se pasará a explorar la historia de la pareja y los aspectos psicológicos y/o relacionales que pueda haber de base del síntoma, que se presenta en forma de disfunción o problema sexual.

La sexualidad es, pues, un ámbito de la relación en el que se reflejan diferentes aspectos de la pareja, de manera que será fundamental determinar dichos aspectos para poder trabajar de forma efectiva el problema sexual.

 

Ana González

Psicóloga. 

Especialista en Terapia Sexual y de Pareja.