Escrito por: Hermínia Gomà
“El ser humano no puede vivir sin poseer una confianza duradera
en que hay algo indestructible en sí mismo,
por lo que tanto lo indestructible como la confianza
pueden permanecer ocultos para él de manera duradera”.
Franz Kafka
¿Alguna vez te han decepcionado? ¿Has decepcionado a alguien? ¿Te has decepcionado a ti mismo? Todas las personas, en algún momento de nuestra vida hemos experimentado esta dolorosa sensación. Cuando nos sentimos decepcionados perdemos temporalmente la confianza, ya sea en nosotros mismos, en el otro o incluso en la vida. Es como si nos hubieran engañado, cuando realmente nadie nos ha engañado, nadie nos había prometido nada, simplemente habíamos hecho suposiciones o generado expectativas irreales. Nuestra fantasía de lo que “debería ser” se ve confrontada con los hechos, la realidad y surge el sentimiento de decepción.
La decepción es un sentimiento de insatisfacción que emerge cuando no se cumplen nuestras expectativas sobre un deseo o una persona, sobre todo cuando no se había contemplado la posibilidad de que fuera diferente a lo esperado. La decepción conlleva asimismo una fuerte percepción de pérdida. Es una fuente de estrés psicológico. La decepción nace de la frustración ante expectativas irreales y también de una necesidad de control y previsibilidad que al no verse confirmadas nos superan.
Recuerdo claramente mi primera decepción, que probablemente pueda compartir con alguno de vosotros: el día que supe que los Reyes Magos eran mis padres. No fue una desilusión a pesar de llorar lo indecible durante mucho tiempo, realmente fue una decepción. Me parecía imposible que una “verdad” que formaba parte integrante de mi mundo, que era incuestionable, se tambaleara de tal manera. Durante un tiempo permanecí desorientada y me sentí insegura y enfadada por haber descubierto que lo que yo creía una verdad no lo era. Jamás me enfadé con mis padres por haberme hecho creer una “mentira”. Al contrario, siempre agradeceré a mi madre la ilusión que me inspiraba ese día y que sigo manteniendo cada año. Me dolió profundamente que esa “verdad” que yo creía poseer, no fuera así, que la verdad fuera otra. Lo podría comparar al sentimiento de “pérdida de la inocencia”. La sensación física que experimenté fue como si me hubieran arrancado algo de mi interior, algo que me pertenecía. Con los años prendí que la desilusión y la decepción son dos cosas distintas. Y que las estructuras sobre las que se basa la decepción son profundas y arraigadas.
En mi práctica como coach y como psicoterapeuta he escuchado a muchas personas expresar su dolor por decepciones pasadas que no habían sabido integrar en su vida y que seguían determinando su manera de relacionarse con ellas mismas o con los demás. Recuerdo el caso de una mujer adulta que a los 20 años supo que había sido adoptada. Su decepción fue enorme, el impacto, el shock que experimentó le produjo un gran dolor . A lo largo del proceso pude acompañar a esta persona a reelaborar su “verdad” y regular las emociones dolorosas. Se abrió emocionalmente con las personas que amaba y logró enfocar su vida de una manera más madura. Cuando finalizamos el proceso dijo algo muy importante: “gracias a esta experiencia he crecido como persona y me relaciono mejor con los demás y conmigo misma”.
¿Qué nos ocurre cuando nos decepcionamos? Qué reaccionamos de manera inmadura. Nos enfadamos o nos encerramos en nosotros mismos, nos sentimos inseguros, traicionados y dolidos. Desde esta decepción confirmamos que no podemos confiar, ni en el otro, ni en la vida, ni lamentablemente en nosotros mismos. No sólo conectamos con el miedo, también con la rabia, la frustración y la impotencia, lo que nos lleva a sentirnos desprotegidos, solos o abandonados.
DECEPCIÓN = EXPECTATIVAS FRUSTRADAS + SORPRESA (shock) + RABIA + TRISTEZA
Cuando alguien que nos decepciona cambiamos la imagen que habíamos construido de esa persona, quizá la habíamos idealizado y se derrumba el pedestal en que la habíamos colocado. En ciertos casos puede llevar a la ruptura de la relación con esa persona, ya sea la pareja, nuestros padres, hijos, socios… Para evitar el dolor de una nueva decepción decidimos alejarnos, no volver a confiar en el otro manteniendo una relación superficial o traspasar al otro la responsabilidad de nuestra decepción… Probablemente no sean estas las mejores soluciones para afrontar la situación ni las que nos devuelvan la paz interior.
¿Cómo regular este sentimiento cuando nos sentimos tan confundidos? Vivir una decepción conlleva afrontar otros sentimientos dolorosos como el miedo, la frustración o la tristeza que una vez identificados y regulados promueven nuestro autoconocimiento y crecimiento emocional. ¿Qué hemos podido aprender de nuestras decepciones? Si nuestra conclusión es que no podemos confiar en nada ni en nadie no hemos aprendido nada. Suerte que la vida, siempre tan generosa ella, nos ofrecerá nuevas oportunidades para sentirnos decepcionados y de ello aprender. Y hasta que no aprendamos seguiremos viviendo una decepción tras otra de manera dolorosa.
¿Qué es lo que a ti te decepciona? ¿Que los demás no sean, hagan, piensen o sientan como tú? ¿Qué las cosas no sean como tú esperabas? ¿Qué habiendo dado tanto en una relación no te correspondan? Cuando paramos y reflexionamos sobre nuestras decepciones somos capaces de hallar un hilo conductor en todas ellas. Cuando lo encontramos podemos definir el cambio a realizar y en lugar de columpiarnos en el dolor de la decepción decidimos valientemente revisar nuestras creencias y expectativas para seguir avanzando en nuestro liderazgo personal.
El aprendizaje de vida de la mayoría de personas recae en un aspecto fundamental: LA CONFIANZA MADURA
Confiar de manera madura implica aceptar que no poseemos la verdad, que no tenemos el control sobre casi nada, y que no dependemos de los demás para ser felices.
Cuando hablamos de confianza madura la decepción no es una opción
Cuando no conectamos con esta confianza nos vamos llenando de resentimiento, heridas, dudas, malestar, dolor, acritud, amargura, soledad y aislamiento, llegando a convencernos de que nuestra vida es insoportable e infeliz. No nos damos cuenta de que estas experiencias no resueltas se almacenan e impactan en nuestras decisiones futuras.
¿Cuánto confío? ¿En qué confío? En general podríamos decir que esta confianza madura se alcanza cuando conectamos con el amor y la compasión en lugar de conectar con el miedo. Por ejemplo, amarnos en lugar de criticarnos, conectar con la alegría como actitud de vida y no con la desesperanza, mantener relaciones sinceras y profundas con las personas que amamos en lugar de que éstas sean superficiales, afrontar el futuro con la mente abierta o aceptar la realidad para poder realizar cambios positivos. La confianza madura es una íntima experiencia que nos hace sentir conectados con quien realmente somos. Confiar de manera madura es una elección e implica una actitud de abertura y de continuo aprendizaje.
“Las personas se dividen en dos:
las que llevan un sí o las que llevan un no escrito en su interior.
Y eso lo determina todo. Lo importante es que se puede cambiar”.
Martin Seligman
¿Para qué hemos de confiar de manera madura?
• Para ser más honestos con nosotros mismos y revisar nuestras creencias y entender su intención y finalidad.
• Para mostrarnos tal como somos, sin fingimientos ni autoengaños, con franqueza y transparencia lo que posibilitará vínculos reales y una comunicación auténtica.
• Para no temer arriesgarnos ni exponernos.
• Para no romper la convivencia que precisa de la mutua confianza.
• Para fundamentar el liderazgo personal y profesional.
La confianza inmadura depende de cómo nos ha tratado la vida, de que los demás nos traten como creemos que deberían tratarnos, de que el otro cumpla nuestras expectativas. Esta confianza se fundamenta en el otro, es externa y nos debilita. La confianza madura conlleva un nuevo paradigma, relacionarnos con la vida, con nosotros mismos y con los demás sabiendo que no siempre será como nos gustaría, ni como creemos que es correcto y justo; significa relacionarnos con nuestros sentimientos dolorosos y con experiencias decepcionantes, dotándolas de sentido para que nos ayuden a liberarnos de un estadio inmaduro de idealizaciones falsas.
El primer paso en estos casos es identificar y comprender lo que estamos sintiendo. El segundo paso es aceptar que ese sentimiento no somos nosotros y que lo que en ese momento pensamos tampoco somos nosotros. A partir de aquí podremos aprender de esa decepción en lugar de alimentar nuestra desconfianza. De este aprendizaje surge la fuerza para confiar en nosotros, en las demás personas y en la vida en general. Desde la persona sabía, amable y bondadosa que mora en nuestro interior podemos ayudarnos a nosotros mismos a alejarnos de las falsas expectativas, el pesimismo, el miedo y el dolor para llegar a liderar responsablemente nuestras vidas, aprovechando la decepción como una oportunidad de aprendizaje, autoconocimiento, crecimiento y madurez.
Esta confianza madura es un sentimiento que surge cuando tenemos la seguridad, la certeza de podernos abrir al autoconocimiento sabiendo que no nos vamos a decepcionar. Por mucho que sea nuestro potencial no lo desarrollaremos sí creemos que no lo podemos hacer. Para el abogado Orion Swett Marden (1850-1924), autor de Los caminos del amor, la falta de confianza en uno mismo tiene relación con la creencia de que “lo de los demás es demasiado bueno para mí”. Esta creencia conlleva una actitud de menosprecio que impide a estas personas alcanzar sus objetivos, lo que sería factible si confiaran en sus cualidades y talentos. “Que ni la opinión de la gente ni los rigores de la adversidad quebranten nuestra confianza”. Marden (1921). Confiar en nosotros mismos posibilita estar seguros de poder establecer y alcanzar nuestros objetivos, de que seremos fieles a nuestros compromisos y que haremos lo que hemos decidido que haríamos. Esta confianza crece cuando tenemos un propósito claro que surge del corazón.
“La confianza en uno mismo es el primer secreto para tener éxito…
Es la esencia del heroísmo”.
Ralph Waldo Emerson
Cuando desarrollamos esta confianza madura la decepción no es una opción y nos podemos relacionar mucho mejor con nosotros mismos y con las demás personas de nuestra vida, nuestra pareja, hijos, padres, amistades, compañeros de trabajo, clientes, etc.
Hermínia Gomà Quintillà
Barcelona
10 enero 2015
Bibliografía recomendada
Kafka, F. Aforismos, visiones y sueños. Aforismo no. 50.
Seligman, M. E. (2002). La auténtica felicidad. Ediciones B. Barcelona
Krishnananda y Amana. (2006). De la confianza ficticia a la confianza real. Gulaab. Madrid

Creo en las personas y en su enorme capacidad de aprendizaje. Trabajo con ellas desde sus fortalezas y capacidades para que puedan liderar sus vidas y lograr aquellos objetivos que se propongan.
Disfruto haciendo escuela y formando parte de un equipo de profesionales a los que admiro y de los que aprendo cada día. Cuando converso con un paciente, cliente o alumno pongo a su servicio mi intuición, mis conocimientos y experiencias y también mi escucha y comprensión.
La decepción es un tema muy interesante y que, sin duda, se trata de una experiencia todos hemos vivido en algún punto de nuestras vidas. Me parece muy acertado relacionar la decepción con las expectativas frustradas. A menudo, tendemos a imponer expectativas tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás, pero debemos de entender que no está en la responsabilidad del resto el actuar de la manera en la que nosotros queremos y conforme a nuestros deseos. Si esperamos que así sea, corremos el riesgo de acumular rabia y frustración. En general, tendemos a idealizar a aquellos que no conocemos, y nos acaba decepcionando el hecho de que la realidad de su persona y sus actos no se alineen a las expectativas creadas en base a nuestra imaginación. Por esto mismo, encuentro muy interesante el término de “confianza madura”, ya que lo desconocía por completo, y considero que es una herramienta muy valiosa para trabajar este sentimiento.
Me ha gustado el artículo. Aunque la confianza madura implica aceptar la realidad de que no podemos controlar completamente a los demás y que no siempre podemos predecir los resultados de nuestras interacciones, todavía existe la posibilidad de que las expectativas no se cumplan y que nos sintamos decepcionados. La confianza madura implica reconocer que la decepción puede ocurrir y aprender a manejarla de manera saludable. Por ello considero tener en cuenta lo siguiente: abrirnos emocionalmente a los demás, tener expectativas realistas y no depositar toda nuestra felicidad y satisfacción en los demás. Por otro lado también es importante tener una comunicación abierta y honesta, desarrollar una resiliencia emocional para poder adaptarnos ante una decepción, y recordar que aunque una decepción puede ser dolorosa, también puede ser una oportunidad para aprender y crecer.
Comprendo gracias a este articulo la relación entre la confianza y las decepciones, pero me sorprende lo poco que habla este articulo sobre las expectativas y la relación que mantiene con la decepción. El papel fundamental de las expectatives es para mi clarísimo. Si esperamos algo no realista y sobre todo si dejamos recaer todo el peso en el pensamiento de “que es lo que los demás pueden brindarme o no” viviremos en una decepción constante. Un cumulo de decepciones puede llevarte a la desconfianza o al aislamiento, y obviamente habrá que acompañar a la persona a perder ese miedo y ganar en confianza, pero sobre todo será necesario hacer un Trabajo sobre las expectatives que se tienen sobre los demás y como ajustarlas correctamente, teniendo en cuenta que la mayor responsabilidad se tiene para con uno mismo.
Entenc i comparteixo el que exposa l’article, i de nou, donar la responsabilitat a un mateix en comptes de donar-la als altres és el principi per construir millors relacions, sigui amb un mateix o les persones que ens envolten, amistats, parella, fills, mare, pare, etc. La responsabilitat d’identificar i comprendre el que estem sentint, d’acceptar què ve de mi i que ve de fora, i sobretot d’aprofitar la decepció com una oportunitat d’aprenentatge, des de la confiança madura. En algun punt, suposo, malgrat que la línia sigui molt fina entre quan m’enfoco a mi i quan en els de fora, ha d’haver un espai per poder parlar amb aquella persona amb la qual la relació no acaba de funcionar i veure de quina manera el que un necessita es pot assolir a través de l’assertivitat i l’enfocament en un mateix.
Sovint, al llarg de la vida tenim decepcions i venen quan no hem aconseguit allò que volíem. Sempre he pensat, que era perquè ens veiem amb la capacitat d’aconseguir-ho però mai m’he posat a pensar si aquesta expectativa és real o no.
Davant d’una expectativa, ens hem de posar a analitzar-la i mirar realment si és real o no, perquè si no ho és, cal transformar-la per a que ho sigui perquè sinó viurem en una frustració constant per voler aconseguir allò que volem i no podrem aconseguir-ho mai.
Aquestes expectatives irreals, solen ser fruit d’un gran desig per aconseguir allò que volem que ens impedeix conscient o inconscientment veure la realitat d’aquella expectativa. És per això, que aquest gran desig fa que sempre estiguem constantment buscant fets o raonaments que ens validin la hipòtesis de que podem aconseguir aquesta expectativa. Per això, crear expectatives reals és complicat, ja que sovint, som nosaltres mateixos els que ens volem convèncer que una expectativa irreal és real.
He pogut ampliar la comprensió que tenia del concepte “decepció” emmarcant-lo entre d’altres conceptes amb els quals es relaciona de manera directa. Ara entenc que la decepció es realciona amb les expectatives que tenim, entenc també, que quan no es compleixen aquestes expectatives, probablement irreals, ens frustrem. I apareix la decepció, acompanyada d’un sentiment de pèrdua, que probablement impliqui tristesa. Crec que és interessant com s’enfoca aquest terme, com a producte d’un desajust entre el que considerem la nostra veritat (la nostra fantasia de com han de ser les coses) i com acaben desenvolupant-se realment.
La reflexió que me’n duc és, altra vegada, la importància d’ajustar les expectatives perquè siguin realistes, i la tendència implícita que tenim amb la necessitat de control i previsibilitat que creiem tenir.
Personalmente, me ha gustado mucho este artículo, sobre todo por como aborda de manera clara y concisa la experiencia de la decepción, un sentimiento que todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas. Es interesante cómo se distingue entre la decepción y la desilusión (lo cual es importante saber diferenciar y que en varias ocasiones se confunde) y cómo explora las diferentes emociones que acompañan a la decepción, como la rabia, la tristeza y el miedo.
También es de agradecer que se destaque la importancia de regular estas emociones para poder afrontar la decepción de manera más saludable y constructiva, y cómo esta experiencia puede ser una oportunidad para el crecimiento emocional y el autoconocimiento. Gran lectura, muy recomendable para todos y todas las que pasen por una situación así ahora o en el pasado, y para quienes se dedican a acompañar en estos procesos.
Es interesante hablar sobre la decepción. Me viene a la mente un tipo de decepción en particular que experimento como un miedo: el miedo a decepcionar a mis padres.
A lo largo de nuestra vida, generamos expectativas sobre las personas y creamos una imagen predecible de nosotros mismos. Cuando no cumplimos alguna de esas predicciones, surge la decepción. Vivimos en una sociedad que nos exige muchas cosas desde una edad temprana: estudios, formas de relacionarnos y, en el caso de los padres, a menudo tienen una idealización de quiénes somos. Romper con esa idealización puede ser muy fácil y doloroso.
Es importante reconocer que todos somos seres humanos y que no siempre podremos cumplir con todas las expectativas que los demás tienen de nosotros. En lugar de vivir bajo la presión de cumplir con las expectativas de los demás, es crucial desarrollar una relación saludable con nosotros mismos y encontrar un equilibrio entre nuestras metas y las expectativas realistas que nos imponemos. Al hacerlo, podemos liberarnos del miedo a decepcionar y vivir una vida auténtica y plena.
La decepción aparece cuando no se cumplen NUESTRAS expectativas sobre algo. Y esto genera un malestar que se puede expresar de distintas maneras tales que la rabia o la tristeza. Una vez somos conscientes de que esto nace de nuestras propias expectativas, el siguiente paso es aceptar que no tenemos el control sobre casi nada, como bien explica Herminia. Por lo que hablamos de confianza madura, un concepto que desconocía y que me ha encantado descubrir.
La decepción me parecía un proceso complejo y curioso, por las grandes reacciones emocionales que desencadena, este artículo me ha ayudado a entender el funcionamiento de este proceso, ¡gracias!
Moltes gràcies Hermínia per compartir amb nosaltres aquestes reflexions, les teves paraules m’han transportat a una història ben coneguda sobre un petit príncep que vivia a un petit asteroide i que va decidir marxar a explorar arreu de l’univers per aprendre a estimar.
Què hauria passat si el nostra protagonista s’hagués enganxat a la decepció de no haver trobar l’estimar que buscava en el primer planeta que va visitar? El conte s’hagués acabat ràpid. Trobo increïble tot el que pot ensenyar-nos la curiositat del nen que portem dins, que potser a vegades s’espera que totes les relacions i situacions que decidim cultivar al nostre hort siguin les roses més maques de l’univers, però quan es transformen en baobabs, a vegades s’entristeix. Podem estirar d’aquesta curiositat que s’amaga en l’amor que portem dins, comprendre allò que no ha sortit com desitjàvem, abraçar i abraçar-nos, per a seguir caminant, comprendre que allò que aflora i que floreix no depèn únicament de nosaltres, i que no totes les llavors germinaran com nosaltres volem, és a les nostres mans des d’on decidim plantar-les i com cuidar-les.
Sovint adopten el rol de jutges, avaluant si els altres han complert amb les nostres expectatives i assignant culpes. No obstant això, aquesta actitud només ens allunya de la possibilitat d’entendre i aprendre de la situació.
En nosaltres està decidir quin impacte tindrà la decepció en el nostre futur. Podem permetre que ens paralitzi i ens enfonsi en la desconfiança i el ressentiment, o podem aprofitar-la com una oportunitat per a reavaluar les nostres expectatives i redefinir-les. Per a gestionar les decepcions de manera saludable, és fonamental conèixer quins valors són els que prioritzem i què esperem de cada tipus de vincle que mantenim, així doncs, comptarem amb millors recursos per a establir relacions més sòlides i satisfactòries. Encara que resulti paradoxal, les decepcions poden ajudar-nos a enfortir la nostra capacitat de resiliència i desenvolupar una perspectiva més realista. A través d’aquestes experiències, aprenem a acceptar que no tot sempre sortirà com ho planegem i que els altres també són éssers humans susceptibles de cometre errors. En oferir una confiança madura, obrim la porta a la possibilitat de relacions més autèntiques i enriquidores.
Hola, Herminia. Es muy grato seguir aprendiendo como las emociones se relacionan entre sí, igual que los sentimientos, en este caso la decepción y la confianza. Me ha parecido muy buen ejemplo de los reyes magos y entender una decepción no tiene por qué implicar una desilusión, sino que nos puede ayudar a madurar y gestionar la ilusión de una forma más realista. Me llevo también la importancia de no identificarnos automáticamente con los sentimientos, pensamientos y acciones que tenemos porque puede hacernos caer en reafirmar nuestras creencias limitantes. Así mismo, es favorable reafirmar el hecho de que a lo largo de nuestra vida nos encontramos en un proceso de crecimiento en el que tenemos que estar abiertos al cambio con aceptación.
Tots enfrontem situacions en les quals les nostres expectatives no es compleixen i ens sentim desil·lusionats. Com a terapeuta, part del meu paper és fer costat als clients en la comprensió i superació d’aquestes experiències. El nucli de la teràpia moltes vegades gira entorn a validar les emocions associades a les decepcions, ja que permet als pacients sentir-se compresos, processar i sanar.
Coincideixo amb tu, Hermínia, en la importància d’aprendre i créixer a partir de les decepcions. Sempre que tinc un conflicte on em sento decebuda, intento reflexionar sobre el que he après i en com puc utilitzar aquest coneixement per a crèixer a nivell personal.
Lo que me llevo de este artículo, es el concepto “Confianza Madura”. Aquel aprendizaje que tenemos que desarrollar a lo largo de nuestras experiencias vitales, para poder aceptar como seres maduros que no tenemos el control de lo que sucede a nuestro alrededor y que nuestra felicidad no depende de los demás.
También me resulta fundamental, en todo proceso después de una decepción, las cuales vivimos como traiciones y es una forma más de duelo, el redirigir todas esas cuestiones sobre la experiencia de decepción vivida hacia nosotros mismos, ¿qué nos decepciona de nosotros mismos? Para así poder tomar conciencia e identificar lo que estamos proyectando en otros pero realmente reside en nosotros mismos.
La decepción es una emoción que siempre me ha causado mucha curiosidad. Es quizás la emoción que tengo menos presente en mi propio mundo interno. No sé si esto es bueno o es malo. Aunque todo sea dicho, conozco muy bien la sensación de desconfiar de los demás o de que te dañen emocionalmente. Aunque no atribuiría esas sensaciones a una decepción, sino simplemente al hecho de que las cosas que a uno le suceden en la vida le condicionan a uno a actuar de una manera u otra. Por poner un ejemplo, si una persona compra un producto por internet pero resulta que la están estafando, es muy probable que la próxima vez que tenga que hacer una compra por internet recele mucho más, o proceda con mucho más discernimiento o cautela. Pues, en el mundo exterior pasa lo mismo. Yo en mi caso considero que mi forma de relacionarme con las personas es “prudente” por así decirlo. A veces, me gustaría poder tener la capacidad de ser mucho más cercano con las personas que no conozco de primeras porque hacerlo tiene sus ventajas, por ejemplo caes mucho más simpático a la gente, a la mayoría de personas les resulta fácil socializar contigo, etc. Pero por otro lado, siento que ser como soy también me permite evitar malos momentos, no lo sé. Reflexionando sobre este tema acabo de descubrir que si bien es cierto que soy una persona que en general se decepciona poco porque a menudo voy sin expectativas, por otro lado, podría decirse que soy una persona expectante: porque siempre estoy un poco a la espera de ver como actúa la gente. Y en función de cómo actúa yo respondo. Sin expectativas, pero expectante, me gusta.
La decepció mobilitza moltes emocions: dolor, inseguretat, falta de confiança, por, sentiment de desprotecció, ràbia, frustració…
M’agrada veure aquest moviment emocional, com una oportunitat, ja que tal com ens exposa Hermínia, una vegada identificades i regulades, promouen l’autoconeixement, l’aprenentatge, i el creixement personal.
Hola e leído todo el articulo y me parece excelente ya que en estos momentos me siento devastado por un problema que me ocasiona decepción pero al leer el artículo se que me estoy ahogando en un vaso de agua y con el amor propio puedo salir de esto y de mucho más Gracias
Hola Hermínia, gràcies altre cop per les teves paraules. M’he vist molt reflectida en alguns punts que comentes a l’article. Quan ens trobem davant d’una situació decebedora ens sentim frustrats perquè aquelles expectatives que per nosaltres eren les que s’havien de complir no s’han complert. I quan aquestes expectatives venen d’una tercera persona, és a dir que ens esperavem que algú fes alguna cosa i no ho ha fet, encara ens frustren més i poden marcar un abans i un després en les relacions. Crec que, com dius, és important desenvolupar aquesta confiança madura, per poder-nos relacionar molt millor amb nosaltres mateixos i amb els altres. Crec que també és de molta utilitat posar sobre la taula aquestes expectatives, si eren realistes o no, si eren justes o no, perquè o perquè no s’han complert, si s’havien de complir… Pensar sobre això crec que també pot ajudar-nos a entendre i acceptar millor aquestes situacions decebedores i, sobretot, deixar ed tancar-nos en nosaltres mateixes i viure la situació amb un malestar intern intens que costa molt que desaparegui.
DECEPCIÓN = EXPECTATIVAS FRUSTRADAS + SORPRESA (shock) + RABIA + TRISTEZA.
Que ecuación más buena, que increíble manera de resumir todo lo que provoca la decepción, pero cuando la padeces, no sabes ni si quiera que te está pasando todo esto, como podemos no decepcionarnos? aceptando quienes somos y aprendiendo. Confiando en nosotros pero también olvidando aquello que nosotros queríamos que pasara y no pasó. Y fue él el que lo decidió o ella, y fue el o ella quienes quisieron llevar ese camino que te aleja de su vida, entonces porque decepcionarte tú? para seguir sufriendo? porque no dejarlo estar como si de repente a una persona que le gusta el arroz, dice un día me he cansado del arroz, quiero pizza, no nos decepciona?
Me replanteo mi escala de valores para que afiance que los valores que yo tengo no los tiene porque tener el otro, y no pasa nada, en lugar de decepcionarme , me sorprende y acepto e incluso aprendo.
Mucha gracias
La decepción y la creación de expectativas son dos en uno, quiero decir, que la decepción de cualquier cosa, persona, situación, etc. viene dada por una previa creación de expectativas por nuestra parte. Y es cuando estas expectativas no se ven reflejadas cuando la decepción nos invade.
Me he sentido muy identificada con la anécdota de los reyes magos…la verdad es que me ocurrió algo muy similar, y nunca lo había analizado de esa forma, pero si es cierto que en ese momento me sentí triste, frustrada, decepcionada.
Me quedo con la parte de que toda decepción conlleva un aprendizaje y una madurez. Y es desde esta madurez segura, ligada a una gran autoconfianza, desde donde se llega a superar la decepción.
De este artículo me ha resonado que se defina la decepción como la necesidad de control y previsibilidad que al no verse confirmadas nos superan. Me ha gustado ver que la decepción tiene que ver con la necesidad de tener certezas, y como manejamos el hecho de no poder tener esas certezas, de que no dependa de nosotros.
Si bien es verdad que puede haber muchas ocasiones en que decidimos alejarnos tras una decepción porque quizá nos resulta más fácil que intentar restaurar esa confianza, hay veces en que la decepción es basada en hechos que atentan seriamente contra nuestro bienestar y que si es positivo poner límites o alejarse.
Por último, me gustaría destacar la frase “no tenemos la verdad absoluta”, ya que personalmente me ayuda verlo de esta manera, desde la dosis de humildad de darse cuenta no podemos saberlo todo.
Creo que no existe la posibilidad de vivir sin al menos decepcionarte alguna vez. Considero que como seres humanos tendemos a completar historias, personas, cuentos, ya que el cerebro trata de llenar aquello que no está completo. Y evidentemente, cuando llenamos algo con el fruto de nuestra imaginación, es muy posible que nos equivoquemos. Y nos duele cuando nos damos cuenta, porque sentimos que hemos perdido nuestra verdad.
Me gusta mucho el concepto de confianza madura, según he entendido se podría resumir en que no debemos esperar nada de nadie menos de nosotros mismos, es decir, si confiamos de manera madura, tendremos la gestión de nuestro ser, y creo que es una idea en la que deberíamos trabajar todos. Pero de todas maneras, creo que la decepción es parte de nosotros, y no se trata de que no sea una opción, sinó de que sea una opción que una vez se de, sepa gestionar como me siento y lo que voy a hacer con ella: aprender.
A lo largo de mi vida me he llevado muchas decepciones y pensaba que la manera de sobrellevarlo era tratando cada una de ellas de manera individual, como si no tuviesen relación la una con la otra, pero hoy he entendido que no, que esto tiene que ver con mis expectativas y de cómo me relaciono yo con la realidad y la confianza.
La idea de llegar a desarrollar la confianza madura es muy ajena a mí, me parece una utopía. Aun así, después de leer este artículo, sé que puedo manejar la decepción mucho mejor, que es cuestión de aprender y no rendirse, y con cierta desconfianza he decidido lanzarme a este nuevo camino, pero también con la esperanza de un futuro de poco resentimiento, desconfianza y lloros.
Llegir aquest article em porta a pensar en com de connectades estan la decepció amb la confiança. Jo entenc la confiança com un acord “invisible” d’estima i cures “invisible” que tens tant amb tu mateixa com amb la gent del teu entorn, aquelles persones que consideres importants per al teu dia a dia i fins i tot per al mutu benestar emocional. És per això, que em sembla d’esperar que, ja siguis tu mateixa o una d’aquestes persones et decep les repercussions emocionals que pot tenir això són molt fortes i, podríem dir, desagradables. D’aquest article em sembla molt interessant el terme de “confiança madura”, ja que sí que crec que la decepció neix de les expectatives que posem a certes persones o situacions i que quan no es compleixen això pot provocar enuig, rabia, malestar, etc. Per tant, crec que sabent col·locar bé aquestes expectatives i aquesta confiança que dipositem pot ser més senzill aprendre a lidiar situacions decebedores.
En lugar de aprender de la casuística de las situaciones decepcionantes, aprender que no podemos pensar que nuestras expectativas se deben cumplir. Inducir un aprendizaje de todas estas experiencias que nos conecte más con la realidad y con la confianza en las propias capacidades para afrontarla: la realidad no depende de nosotros, no la podemos controlar ni encasillar en nuestras expectativas.
Aceptando toda la gama de posibilidades a las que nos enfrentamos cuando decidimos vivir sin pensar que nuestras expectativas son el filtro por el que va a pasar la realidad, estamos más lejos de decepcionarnos y más cerca de, simplemente, afrontar las circunstancias como vengan.
Tomar las “decepciones” como aprendizajes para ir detectando expectativas que teníamos (inconvenientemente) puestas y quitarlas.
Cuando algo decepcionante pasa en mi vida, pasa más de lo que a uno le gustaría, siempre lo afronto desde la misma postura o casi siempre, “no puedo evitarlo”, cuando algo pasa, ya pasó, no puedo cambiar ese momento por otro, solo puedo aprender del porque ha pasado esto y en un futuro que ni vuelva a pasar o si vuelve a pasar interpretarlo de otra manera. Es normal decepcionarse por cualquier cosa, pero la decepción que más me duele es la propia ya que no se reaccionar ante esta, por propia me refiero a cuando la creo yo, ej :suspender un examen que tenía que aprobar y tener que repetir una asignatura, todo por mi culpa. En esa situación se me cae el mundo tal como se explica en el artículo, todo lo que hago es mentira, mentira la cual me he creado yo mismo. Entonces soy incapaz de ver las cosas claras, solo asumo mi ineptitud, sin aprender nada en el proceso. Con todo esto quiero concluir que aún me falta mucho aprendizaje hacía una verdadera confianza madura, pero leyendo artículos como este me doy cuenta que estoy en el camino correcto.
A diferència del que diu l’article, no crec que la confiança es pugui perdre temporalment, per mi la confiança és la cosa més fràgil que hi ha, i a la mínima que algú em decepciona, ja sigui per expectatives o per regles marcades i parlades, com pot ser en una relació, serà molt difícil per no dir impossible que aquella confiança torni a florir al 100% mai, sempre quedarà aquella decepció que impedirà tornar a confiar com abans, al màxim, si és que era així. Ara bé, aquest fet tamoc ha d’arribar a limitar res de la meva vida, és a dir, depèn de la decepció i de moltes altres coses es pot tornar a recuperar la relació, quasi al complet. Perquè és cert que no tinc la veritat ni el control sobre res ni ningú, però quan diposito la confiança sobre algú, és com que deixo un pes molt important de mi a aquella persona, m’obro molt i confio que no em farà mal etc. i a la que això passa, fa molt mal, i serà molt difícil la recuperació.
Cuando adoptamos unas expectativas sobre una persona o situación es inevitable sentir decepción si estas no se cumplen. Estas expectativas sabemos que vienen de, por ejemplo, creencias y constructos muy nucleares que tenemos sobre el significado que le damos a nuestras relaciones interpersonales. Cuando ajustamos estas expectativas y resignificamos las relaciones o los conceptos preconcebidos que tenemos, esta frustración desaparece porque ya no esperamos algo que no vamos a conseguir. Por eso, aprendemos a disfrutar de las relaciones de una nueva manera y las decepciones se reducen notablemente. Como decía una compañera, si agotamos nuestras energías luchando contra algo que no tenemos, pero queremos, nos perdemos el valor de aquello que sí tenemos actualmente. Personalmente es de los mejores aprendizajes que he sacado de ir a psicoterapia (como paciente) por la paz que te aporta.
Aquest article m’ha ajudat a veure que, moltes vegades, quan algú ens deceb (i m’incloc), no som conscients de que, qui realment ha creat una expectativa en l’altre (que finalment no s’ha complert), som nosaltres mateixos. Quantes vegades ens decebem perquè “jo no ho faria així” i al final veiem que aquesta expectativa (efectivament) no es compleix. Quan això passa, la imatge que teníem creada de l’altra persona canvia i s’enfonsa, sentim tristesa, frustració, ràbia… Però això no serveix de res.
Lo interessant d’aquest text és com revela la manera per gestionar les decepcions: mitjançant l’acceptació de que no tenim la veritat absoluta i no podem controlar allò que no depèn de nosaltres, que les coses no seran sempre com un vol. Considero que és un pas bastant complicat i delicat, però que quan s’aconsegueix es viu amb molta mes tranquil·litat i pau (tant amb un mateix com amb els altres), ja que no esperem res de ningú més enllà del que hi ha, i per tant, no ens deceben.
Aquest article m’ha fet reflexionar sobre les expectatives lligades a les decepcions.
Al final no podem controlar tot allò que les persones del voltant facin, aleshores tampoc hauriem de projectar expectatives, ja que deixa de dependre de nosaltres mateixos. Crec que la clau esta en centrar-nos en nosaltres mateixos i fer tot allò que estigui en les nostres mans per aconseguir l’objectiu que ens proposem, amb unes expectatives realistes.
Les decepcions venen donades quan no passa allò que havíem imaginat, aleshores també hem de treballar en allò que ens imaginem i preguntar-nos si estem sent sincers amb nosaltres mateixos o si estem sent poc realistes.
La decepción es un sentimiento muy común en las personas. Yo muchas veces he sentido decepción por cosas, personas, situaciones, etc. Porque al final nuestra mente crea unas expectativas de, relaciones con personas, situaciones, etc, y luego la realidad es otra. Es aquí cuando sientes decepción. Esa momento en el que te sientes frustrado, insatisfecho, mal contigo mismo. Cuando alguien te decepciona lo mejor que puedes hacer es comunicárselo, hablarlo y aceptarlo, porque a lo mejor la otra persona tiene otro punto de vista sobre ese mismo momento.
Tenemos que aceptar la decepción, sentirla y comunicarla de una manera asertiva para que nuestro entorno entienda nuestro punto de vista, siempre y cuando mostremos un respeto hacia su opinión.
En mi caso y en el de todos, hemos experimentado tanto decepciones con nosotros mismos como con los demás. Tal como dice el artículo muchas veces yo me decepciono por esperar algo de los demás solo por el simple hecho de que yo haría eso, me genero unas expectativas demasiado altas y “exigentes” que no todo el mundo cumple.Creo que la base aquí está en tratar a los demás de la misma forma que a ti te gustase que te tratasen, però, sobre todo, sin esperar la misma actitud por parte de ellos y aceptarlos en toda su totalidad, tal y como son. Al final, nos creamos expectativas sobre todo, de manera directa o indirecta durante toda nuestra vida, las generamos cuando hacemos un viaje, cuando empezamos un nuevo trabajo o incluso cuando conocemos a alguien ya generamos una serie de expectativas sobre cómo será. La clave está en cómo reaccionamos cuando estas no se cumplen.
Muchas veces, esta exigencia también recae en mi misma y es cuando no me sale algo como esperaba cuando me decepciono. Me gusta el término que Herminia expresa en el artículo ya que cuando no solo aceptamos a los demás sino también a nosotros mismos es el momento en el que podemos vivir en harmonía con los que nos rodean.
Cuántas veces experimentamos decepción y en el momento en que nos ponemos a reflexionar la respuesta nos conduce a las expectativas que ponemos ante una situación/persona. La presencia de las expectativas es diaria y nos lleva a sentir ilusión, pero cuando estas no se cumplen la frustración, la rabia, la tristeza, la desilusión, la decepción son las protagonistas. Y esas expectativas tienen la base en nuestras creencias, que tan arraigadas tenemos, las mismas que damos por verdades absolutas sin cuestionarlas y que tan limitantes pueden ser. ¿Qué esperaba yo? ¿qué ha ocurrido finalmente? ¿cómo me hace sentir? ¿sobre quién o qué estaba recayendo la responsabilidad? son algunas de las preguntas que me sirven para aceptar sin culpabilizar(me) de lo que ha ocurrido y aprender de ello. Y todo lleva al mismo lugar, al autoconocimiento y dónde situamos el locus de control con esas expectativas. Este lo ponemos en un plano externo, no reconociendo nuestra implicación en el sentimiento que aparece cuando nos decepcionarnos y es aquí donde veo la relación con lo comentado en el artículo sobre la confianza madura. Se trata de otro componente para la autoestima, para entender lo que ocurre desde una perspectiva más amable con nosotros mismos y con los demás.
La decepción. ¿Quién no ha decepcionado a alguien y se ha sentido mal por no poder haber mantenido el lugar que ocupaba en su cabeza? O, ¿Quién no ha sentido una profunda decepción cuando las cosas en las que creía se han desmoronado?. Creo que la decepción es una de las sensaciones mas comunes que experimenta el ser humano. Al fin y al cabo, estamos construidos de expectativas: lo que esperan nuestros padres de nosotros, lo que esperan nuestros profesores, nuestros amigos, nuestras parejas, nuestros jefes… ¿Cómo no vamos a decepcionar a alguien? Y a su vez, si ponen todas esas expectativas en nosotros, ¿Cómo no vamos a ponerlas nosotros en el resto?. Las expectativas mal gestionadas dan lugar a la decepción y a la desilusión. Pero, que difícil saber gestionar bien las expectativas. En mi caso, mi gran problema es la idealización que hago del resto de las personas que me rodean. Pese a saber que estoy idealizando, lo hago inconscientemente, es mi forma de relacionarme con el mundo y la mayoría de las veces me acabo sintiendo decepcionada. Que razón tiene Herminia cuando dice que la decepción conecta con gran parte de nuestro espectro emocional, la rabia, la frustración, la tristeza, la impotencia, el vacío, la soledad… Me pongo a pensar y soy capaz de recordar todo lo que siento ante una decepción.
Este articulo, me ha hecho reflexionar sobre como me siento pero también sobre la gran pregunta que me hago cada vez que me siento decepcionada: ¿Cómo puedo aprender a gestionar esto?. Y aquí aparece la confianza madura. Me parece muy interesante este concepto (nunca había escuchado hablar de esto). Entiendo que es decidir en que confiar y a su vez entender que confiar en algo no lo hace ideal, es decir, que yo estoy eligiendo conscientemente confiar en algo o en alguien pero asumiendo que no todas las decisiones que tomo me van a llevar al éxito y no pasa nada. Ser capaz de aprender de que no nos sale bien, confiar en nuestras propias decisiones. Ahí creo que radica el éxito de esta confianza madura.
quan algú et decepciona crec que es important no tancar-te en banda i comunicar-te. Sovint quan la gent es decepciona d’algú, s’enfada amb aquesta i manté el rancor durant un temps il·limitat. El perdó és una acció molt important, no només per l’altre persona , però també per tu mateixa. Molts estudis revelen que el perdonar redueix la tensió i l’ansietat, i augmenten la satisfacció personal. Encara que aquest no signifiqui la re-unió amb la persona.
A banda d’això, també darrera d’una decepció hi pot haver un malentès o un error comprensible. O potser l’altra persona pensava que estava fent el millor. Totes som persones i cometem errors. Decepcionem persones. Així que l’únic que demanem és la comprensió.
Me resulta muy interesante el concepto de confianza madura. De algún modo siento que te devuelve el poder. Cuando ponemos expectativas y creemos fielmente en que el otro nos dará todo aquello que necesitamos y esperamos, estamos dándole todo el poder. En el momento en que sintamos que no está cumpliendo con aquello, nuestras emociones se disparan y empezamos a tener actitudes que no nos benefician. De todos modos la teoría parece muy sencilla pero en el momento de la práctica cuando hay un vínculo emocional fuerte es difícil reconducir toda esa vorágine de sentimientos. Es un esfuerzo constante por relajar la mente y mantenerla lo más neutra posible
Las decepciones me recuerdan a lo siguiente; no querer aceptar la realidad tal como es y centrar-nos en eso que queríamos que fuera o hubiera pasado.
Siempre que conocemos a alguien, le ponemos una carga. Esta carga va muy orientada a lo que nosotros creemos que nos merecemos, como nosotros pensamos que reaccionaríamos en esa misma situación (todo y que tampoco sabemos que pasaría realmente), a la creencia de si yo doy esto el otro tiene que darme lo mismo, en definitiva, a unas expectativas. Al romper estas expectativas el cerebro se encuentro en un estado de crisis, ya que tiene que romper asociaciones neuronales (esa ideación sobre la persona) y podemos encontrar-nos con emociones que sean desagradables para nosotros. Muchas veces como decía el texto, decidimos evitar, cargar-le toda la culpa al otro y alimentar al ego diciéndonos ”yo no me merezco esto, valgo mucho más”. Pero quizás la emoción de la rabia se apodera y nos vuelvo egoístas. No queremos entender al otro, el porque ha pasado esto, quizás no queremos ver que de nosotros estamos proyectando en el otro, que necesitamos trabajar y porque nos duele tanto. Muchas veces me encuentro en la tesitura en que a mi me afecta mucho el acto de una persona y algún amigo me dice no lo veo para tanto. Entonces porqué delante de un mismo hecho una persona se puede decepcionar y otra no. Gracias al autoconocimiento (y a la terapia ajjaajaja) me doy cuenta que en esa decepción hay más cosas mías que el hecho en si. Alguna herida abierta, algún aprendizaje no resuelta, algún conflicto sin resolver, o bien, mucha exigencia = expectativas + autoexigencia.
Todos nos hemos sentido decepcionados en alguna ocasión a lo largo de nuestra vida. Gracias a este artículo he podido darme cuenta que la manera que solemos tener de reaccionar ante estas situaciones no es la adecuada. Tanto el miedo como la frustración y la tristeza son emociones que aparecen tras una decepción, y la única manera de que esto no se convierta en un problema para nosotros es saber aprender de esa sensación.
Me siento identificada porque muchas veces mi reacción ante una decepción ha sido volverme una persona desconfiada. Y ahpra me doy cuenta que aprender de ello no es precisamente eso que yo hacía, pensando que era lo más coherente, sino todo lo contrario.
Si aprendemos a conectar con nuestras emociones podremos trabajar nuestro autoconocimiento y sacar provecho de esas situaciones.
Recuerdo leer una vez, hace mucho tiempo lo siguiente “Vive de ilusiones y morirás de decepciones”. Este artículo me ha hecho pensar en ello. No reforzando esa idea, sino tomando conciencia de dónde y de quién depende esa “ilusión”, que en este caso lo he relacionado con las expectativas. Esas armas de doble filo que tienen el poder de darte la vida si se cumplen, como sentir que te la arrancan de cuajo cuando ocurre totalmente lo contrario. Unas expectativas sobre la vida y sobre el prójimo que dependen únicamente de nosotros , aunque inconscientemente creamos que la responsabilidad de estas recae en lo ajeno. Ese locus de control externo del que tantas veces hemos hablado durante la carrera y del que, si no tomamos conciencia, se apodera de la realidad que conocemos haciéndonos creer que es absoluta y única.
Este artículo lo he leído con un interés especial, con ganas genuinas de aprender sobre la decepción que tantas veces me ha llevado por le camino de la amargura , frustración y dolor, muchísimo dolor.
Y si de algo me he dado cuenta, es que reafirma la frase que Silvia Congost comentó una vez “nos relacionamos con el otro y el mundo, de la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos.” Es aquí donde entran los conceptos comentados en el post y que desconocía : la confianza madura y la confianza inmadura. Especialmente conecta con la importancia de ser más honestos con nosotrxs mismxs y revisar nuestras creencias y cuestionarlas, ayudándonos a transformar el paradgima con el que nos relacionamos con la vida, con nosotros mismos y con el otro. Conecta con la Confianza Madura y me hace tomar conciencia de todas las veces que he actuado de forma contraria. Me genera cierta rabia y “decepción” hacia mi misma , valga la redundancia, al toparme con que no he sabido gestionarlo desde esta perspectiva, aunque ahora me ayuda entender el “por qué” no lo hacía y el “para qué” me servirá hacerlo. Sé que estoy en el proceso, y eso me reconforta. Sé que , gracias al prácticum, he aprendido a que yo me responsabilizo de la emoción que me ha despertado esa situación o persona y poder verbalizar que “me siento así por esto que ha ocurrido” Y esto, es confianza madura. Pues como dice el post, potenciar y trabajar para desarrollarla , nos ayudará a liberarnos de un estadio inmaduro de idealizaciones falsas que solo son fuente de dolor, y nos brindará la oportunidad de vivir dichas decepciones como oportunidades de aprendizaje, de autoconocimiento, crecimiento y madurez. Actualmente estoy viviendo un proceso de duelo tras la ruptura de una relación, y este post me ha ayudado más de lo que esperaba. Gracias.
“Confia en lo mejor, espéralo todo”
“Dar sin esperar nada a cambio te hará libre” y “el amor incondicional es entrega incondicional” me dice siempre mi abuela, y cuanta razón tiene. Como hemos podido observar en el artículo, si esperamos cosas de los demás, nos hace dependientes, ya que si esto no se cumple, sufrimos con un conjunto de emociones de rabia, tristeza y sorpresa que nos pueden desestabilizar si no las gestionamos correctamente, y aquí, el autoconocimiento y una buena gestión de las emociones te puede ayudar. Haciendo referencia a la frase de mi abuela, si no esperas nada de la gente, no habrán decepciones. Pero no solo es eso, sino que no puedes controlar lo incontrolable y esto, es algo que a los seres humanos nos cuesta de entender. Por ello, considero que es muy importante trabajar el control, ¿hasta que punto puedes controlar tu vida?, como dice Herminia, a confianza madura es aceptar que no poseemos la verdad, que no tenemos el control sobre casi nada y que no dependemos de los demás para ser felices, donde no cabe la decepción y nos hace libres.
Hablar de decepciones es intrínsecamente hablar de expectativas frustradas o acciones desalineadas con los propios valores de la persona. Bajo mi punto de vista, cuanto más se espera de alguien o incluso de uno mismo, mayor probabilidad de decepción habrá. De la misma manera, cuanto más se desee vivir en en una inalterable congruencia con los valores personales, en una constante y permanente alineación absoluta, estas probabilidades también aumentarán exponencialmente, ya que la vida a menudo nos va llevando por caminos inciertos durante los cuales nuestras acciones pueden alejarse de aquello que, según nuestro criterio, es lo adecuado. Por tanto, partiendo de este contexto, vivir desde la comprensión hacia uno mismo y hacia los demás puede ser un gesto de amabilidad y compasión ante las diferentes circunstancias de la vida que no siempre estarán a nuestro favor. La flexibilidad, que a menudo es difícil de conseguir, nos permite adaptar nuestros propios valores a nuestras necesidades cambiantes, del mismo modo que podemos hacer con las expectativas que determinamos.
Mi experiencia personal me ha enseñado que mientras dedico tiempo a pensar en expectativas sobre las personas de mi entorno, el porvenir o sobre mi misma, estoy despreciando muchas veces aquello que hacen dichas personas o todo lo bonito que está teniendo lugar en el momento presente. De cara a mí misma, invertir tiempo en la generación de expectativas es, en muchos casos, someterme a presiones que no me facilitan el disfrute del camino hacia la meta. Si fijo la atención en las expectativas, es decir, si dedico energía a aquello que no es o no tengo, me he dado cuenta que dejo de valorar todo aquello que sí tengo o sí puedo llegar a ser, agradeciendo el valor que tiene todo lo que estoy viviendo.
Lo primero que me ha venido a la mente al ver el título del post, sin antes haberlo leído, ha sido “desajuste de expectativas”. En cambio, me ha sorprendido ver el papel fundamental que ejerce la confianza en este proceso. Es verdad que la decepción, como bien comenta Hermínia, suele implicar unas expectativas frustradas o creencias poco realistas, pero solo cuando confiamos de manera madura, aceptamos lo que estamos sintiendo en el momento de la decepción (rabia, tristeza, miedo) y podemos aprender de lo vivido. Personalmente, de cada situación que vivo, me gusta mucho poder conectar con el aprendizaje, creo que es una bonita forma de conectar con la belleza de la vida y lo que nos brinda.
Me gusta poder reflexionar sobre mi propia evolución ante las decepciones que he ido viviendo al largo de mi vida. Creo que todo es un proceso y es cuestión de tiempo. Tiempo para poder actuar des de la confianza madura, pero también para poder aprender de las situaciones en que uno ha actuado desde la desconfianza, la inmadurez, y ver como le hace sentir hacer, sentir y pensar desde allí.
En cuanto a las decepciones y mi experiencia personas, la decepción estrella es cuando veía que los demás no daban lo mismo que daba yo. Si yo le he organizado una fiesta sorpresa porqué él a mi no? No entendía, me frustraba y en el fondo de mi corazón sentía que estaba siendo egoísta, me culpaba por esperar algo y me enfadaba que no me lo dieran. Poco a poco y gracias al proceso psicoterapéutico que estoy haciendo un cambio de paradigma, hacer las cosas de corazón aceptando ese miedo y aceptando que una parte de mi desea cosas pero sin caer en una frustración. Cuidándome a mi y explicándole a mi niña interior que el comportamiento de los demás no depende de mi responsabilidad.
Encuentro el tema de las decepciones muy interesante e importante y más con la sociedad actual donde estamos acostumbrados a no esperar y pedir cada vez más. Saber afrontar y aceptar la frustración y darle la vuelta puede dar un gran giro a nuestra vida.
Me ha gustado leer este artículo, ya que refuerza pensamientos que tengo sobre la decepción.
Considero que hoy en dia la “decepción” está mal vista o es valorada como muy “negativa” viéndola como una amenaza del exterior a nuestro interior. Muchas personas cuando se sienten decepcionadas frente a una situación, tienden a responsabilizar al otro de sus emociones, el “me has decepcionado” y aquí nos equivocamos. Este “me has decepcionado” implica que responsabilizamos al otro de lo que sientes donde a su vez, te proteges para no ser conscientes que eras tú quien esperabas algo. El darse cuenta de que la decepción que sientes inicia y acaba en ti, puede llegar a dar miedo ya que puedes estar bloqueando o tapando una necesidad, deseo, pensamiento o emoción que no queremos aceptar, por eso motivo, es más sencillo responsabilizar al otro en vez de preguntarse: ¿qué es lo que realmente te decepciona? ¿qué esperabas realmente? Reafirmo la oración que expresa Hermínia de: la decepción nace de la frustración ante expectativas irreales y también una necesidad de control y previsibilidad que no verse confirmadas nos superan
No podemos controlar ni modular lo que los demás hacen, solo podremos responsabilizarnos y/o gestionar aquello que sí que depende de nosotros: lo que sentimos, hacemos y pensamos.
En definitiva, la decepción aunque siempre se ha focalizado en lo externo, inicia y finaliza en uno mismo y nos hace parar, cuestionar y aprender más acerca de nosotros.
Me ha parecido un artículo muy interesante, he aprendido como funciona la decepción, ya que lo único que sabía al respecto era que cuando surge la decepción en parte era porque teníamos unas expectativas irreales sobre nosotros, una situación u otras personas. Comparto la idea de utilizar la decepción como una oportunidad para aprender y madurar, considero que de todo se puede aprender.
En relación con la honestidad, considero que muchas veces no somos sinceros con nostros mismos, nos autoengañamos y construimos unas creencias o expectativas poco realistas, y no nos damos cuenta. La decepción nos ayuda a conocernos mejor y a darnos cuenta de qué creencias y expectativas han entrado en juego en esa situación.
Una idea que nos deberíamos de ir recordando es que nada se puede controlar, la vida es impredecible y variable, cada uno vive según su criterio y la riqueza nace de la diversiadad.
Aquest article m’ha fet reflexionar molt sobre el significat que nosaltres li donem a la realitat. La decepció sorgeix quan la realitat externa no s’adequa a les nostres expectatives. És freqüent pensar que el nostre benestar depèn de la realitat externa, com a conseqüència el que fem és intentar canviar aquesta realitat. En aquest punt hi intervé el control, ja que tendim a pensar que controlant el món exterior aconseguirem benestar i evitarem la decepció. Cal prendre consciència que nostres no podem prendre el control del tot el que passa el nostre voltant, el que sí que podem controlar és la manera amb la qual nosaltres reaccionem al nostre entorn. Per tant, en comptes d’enfadar-se amb un mateix i amb les altres persones podem reflexionar sobre el que ha passat i l’aprenentatge que ens emportem envers el que ha succeït. D’aquesta manera, acceptem que no tenim el control sobre el nostre entorn i que no depenem el món extern per ser feliços, sinó que és més important la manera en la qual nosaltres interpretem la realitat.
Como bien sabemos, las expectativas son algo complicadas de frenar. Nos ilusionamos e imaginamos el escenario que mejor nos haría sentir. “Todos me felicitarán para mi cumpleaños.” Mi amigo me compensará en el futuro esto que he hecho por él.” “Conozco a mi novio, después de este comportamiento suyo vendrá a disculparse.” Eso es lo que espero.
Pero no esta cerca de la realidad muchas veces. Es parte de la madurez como persona entender que las personas y situaciones no actuarán siempre de la manera que nuestro a veces egoico pensamiento querría. El mundo gira, y no es alrededor de nadie aunque tu mundo interior sea tan enorme y tu te percibas en el centro.
En una conferencia que dio el escritor, periodista y creador de varios masters de desarrollo personal, Borja Vilaseca en la UAB en el 2016, pone un ejemplo curioso, real y muy habitual… Comenta que estaba en casa de una amiga suya, y el hijo pequeñito de esta caminaba torpemente por ahí. El niño se golpea contra una mesa y rompe a llorar. La madre lo cogió en brazos para consolarlo rápidamente. “¡Mesa mala!” decía la madre mientras pegaba simbólicamente a la mesa. El niño entendió que la responsabilidad no era suya, eso estaba en su camino y él no había hecho nada para merecerlo. Responsabilidad cero, la mesa es terrible.
¿Qué mensaje estamos mandando a los críos/as desde tan pequeños? Que el locus de control es totalmente externo. Si se mira así, todo van a ser decepciones en esta vida; la gente no parará de “fallarte”, tu no tienes responsabilidad emocional, tienen que servirte en tu bienestar y cumplir tus expectativas aún sin pedirlo.
No tienes el control de todo, por no decir que no tienes gran parte de él. Pero del que si eres responsable es de lo que tú esperas, de cómo gestionas el devenir de las situaciones, cómo te las tomas e interpretas y qué aprendes de todo esto.
Quizás el ejemplo se va un poco de la línea del artículo y toca más un tema de responsabilidad de las propias decisiones en el mundo, pero me parece interesante ligar la responsabilidad con la decepción ya que solemos decepcionarnos con el resto como si en algún momento se hubieran comprometido a cumplir nuestras expectativas por muy sanas que sean. La gente e incluso tu, te van/s a decepcionar, pero todo eso surge de comparar un hecho con una idea previa que tenías, y esa idea, en tanto que cultivada y fomentada por ti, es responsabilidad tuya.
Este artículo me ha hecho reflexionar mucho. Me he sentido muy identificada con la decepción que describe Hermínia que tubo al enterarme que los reyes son los padres.
Me gusta esta diferenciación entre confianza inmadura y confianza madura. Y creo muy acertada la definición de DECEPCIÓN = EXPECTATIVAS FRUSTRADAS + SORPRESA (shock) + RABIA + TRISTEZA. Si podemos ver estas emociones, aceptarlas y tener la madurez suficiente como para no identificarnos con estas, podremos mantener una confianza real en los demás, la vida y nosotros mismos. En realidad creo que es muy difícil vivir sin expectativas. Inevitablemente siempre nos acabamos generando una idea de una persona o de una situación, incluso de nosotros mismos. Creo que el trabajo real reside en lidiar con el apego que generamos a estas expectativas. En ser capaces de desarrollar una flexibilidad para amoldarnos a las cosas nuevas que vengan, aún que sean “peores” de lo que habíamos imaginado o no las esperábamos así.
Me ha resultado muy interesante el concepto de confianza madura como la clave para afrontar los cambios aceptando que las cosas son como son y no como nos gustarían que fuesen. Entiendo que la confianza madura es la decisión de seguir confiando sabiendo que mis expectativas son mías. Es un acto de responsabilidad hacia uno mismo ya que sólo depende de cada uno.
Este artículo me ha hecho reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos sobre nuestro propio bienestar.
DECEPCIÓN = EXPECTATIVAS FRUSTRADAS + SORPRESA (shock) + RABIA + TRISTEZA.
Que buen esquema para resumir lo que todos nosotros hemos sentido alguna vez al estar decepcionados.
La decepción viene de cuando esas expectativas sobre algo no se cumplen o se cumplen pero no de la manera que esperabamos. ¿Y que hace el ser humano ante una situación asi? Enfadarse como si fueramos un niño pequeño sin los caramelos que le prometieron. Cambiar de paradigma, de visión, traducir ese malestar en sentimienotos fructiferos de los que podemos aprender, potenciar esa confianza madura de la que Hermínia nos habla en el articulo y de la que deberiamos trabajar todos.
Aún recuerdo aquella sensación de vacío después de su partida. Llevábamos unas semanas en un pueblo perdido en medio de Tailandia. Apenas nos conocíamos, pero estábamos bien el uno con el otro. Recuerdo como esa mañana me llevó a mi hostal y se despidió. No recuerdo que me dijera nada de que se iba a Malasia. Recuerdo al cabo de unas horas irlo a buscar al hostal y preguntar por él. Ya se había marchado, sin despedirse. Se me cayó el mundo encima. ¿Qué hacía con todo ese dolor que no me cabía en el cuerpo? No sabía dónde meterme ni dónde encajar aquella realidad. Vivíamos en continentes destinos y yo en menos de un mes volvía a la universidad; la probabilidad de reencuentro próximo era nulo. No cumplió mis expectativas y me decepcionó. Recuerdo haber conectado profundamente con la impotencia, como si me hubieran privado de mi necesidad de expresión (identificación y comprensión de lo que sentía).
Sentí profundamente esa pérdida, ese Adiós, hasta siempre. Me hubiera gustado despedirme, un “sé muy feliz y te deseo lo mejor- cara a cara”, pero ni él ni el destino me brindaron esa oportunidad. Esta decepción me hizo mucho daño y me duró unas cuantas semanas, hasta que me “olvidé”.
Me acuerdo que al cabo de unos meses le escribí. Le expliqué cómo me había sentido y que me había decepcionado. Que durante una semana le entregué mi alma, y que repudiaba la idea de que se hubiera ido sin más; que no le encontraba una razón lógica. Recuerdo haberle enviado aquél mensaje y sentir libertad (tuve la suficiente confianza en mí misma como para enviarle el mensaje y considerar la creencia de que me merecía algo mejor sin importar qué pensara él). Aprendí a expresarme, a hablar en voz alta y a escucharme. Me contestó el mensaje y me dio sus justificaciones, las cuales, agradecí. Siento que en esta experiencia en particular aprendí qué significa la idealización. La diferencia entre la relación humano-humano y Dios-humano. Desde ese punto, sané esa decepción.
Es un aprendizaje constante. Continuamente van a haber hechos, personas, circunstancias que no van a superar nuestras expectativas y que nos van a acabar por decepcionar.
Por ejemplo, hoy me he sentido desilusionada al ver como mi padre no cumplía una expectativa que yo misma había creado al repetirse ese mismo comportamiento durante esta semana. La cuestión es que hoy no ha actuado como yo quería y me esperaba. Hoy mismo, hace unas horas, he sentido mucha rabia y frustración; tantas que tenia ganas de aplastarle el mando en la cara. Pero en vez de ello; me he ido a la habitación y me he puesto a hacer ejercicio. He transformado esa rabia en energía que podía salir del cuerpo y ayudarme a destensar todo lo que estaba sintiendo. En otro momento hubiera hecho un drama para que acabase cumpliendo mis expectativas; en cierta manera con un trasfondo de manipulación. Supongo que la reflexión del otro día me ha hecho actuar de una forma más emocionalmente madura (“confianza madura”).
Poco a poco aprender a gestionar mejor esos ataques intensos cuando los demás nos decepcionan y nos lo tomamos a traición…ese es el aprendizaje; ese es el punto de mira y lo realmente modificable. Cómo actuen los otros, no depende de mí. Ese choche expectativa-realidad es lo verdaderamente importante…cuan capaz soy de expresar mis necesidades al mismo tiempo que respeto las de los otros, así como el derecho que tienen de equivocarse o a no cumplir mis expectativas o fantasías.
Gracias por el artículo, muy interesante!
La primera cuestión que me gustaría destacar con respecto a este post gira en torno a las expectativas. Es de fundamental importancia generar expectativas sinceras, reales y que puedan ser afrontadas por nosotros mismos. El problema radica a cuando esto no sucede. Cuando generamos expectativas sobre nosotros mismos, sobre los demás, sobre una situación poco realistas que lo único que generan es frustración. ¿Por qué generamos expectativas irrealistas? ¿por qué intentamos ir más allá? ¿por qué nos proponemos más de lo que podemos conseguir? ¿es por falta de autoconocimiento? Considero que a veces intentamos que las cosas sean como nos gustaría aun sabiendo que eso no va a suceder. Intentamos mantener lo que creemos que es nuestra verdad aunque verdaderamente esta no sea así. Provocando frustración, sorpresa, sentimientos de rabia y de tristeza en nosotros mismos.
Este artículo me ha hecho pensar directamente en las expectativas. Al final no podemos controlar aquello que las personas de nuestro alrededor hagan, entonces tampoco podemos proyectar expectativas sobre ellos. Creo que la clave estaría en centrarnos en nosotros mismos y hacer lo que esté en nuestras manos para conseguir aquello que queremos, con unas expectativas realistas y perseverar en ello. Las decepciones son fruto,entre otras cosas, de que no suceda aquello que habíamos imaginado, entonces también se debería trabajar en este aspecto y preguntarnos si estamos siendo sinceros con nosotros mismos o si estamos siendo poco realistas.
¿Qué es lo que a mi me decepciona? La pregunta me ha hecho pensar en diferentes situaciones de mi vida dónde me he sentido decepcionada. Finalmente, he visto que todas tenian un punto en común, que no casualmente tiene relación con las cuestiones que plantea Herminia: cuando me he sentido decepcionada, ha sido porque alguien no ha actuado de la forma que yo consideraba que debia actuar, que las cosas no han salido como yo esperaba. Entonces me he parado a pensar: ¿Quién dice que todo el mundo tiene que pensar como tú? Pues la percepcion que yo tengo del mundo no és necesariamente la que tiene el resto de la gente. Como dice Herminia, cuando paramos y reflexionamos sobre nuestras decepciones somos capaces de hallar un hilo conductor en todas ellas, y éste es mi hilo conductor. Es por eso que me he dado cuenta de la necesidad de revisar mis creencias y expectativas sobre otras personas para finalmente conseguir transformar mi decepción en confianza, en una confianza madura. Tengo que aceptar, pues, que no poseo la verdad, que no tengo el control sobre casi nada y que no dependo de los demás para ser feliz.
“Sobre todo cuando no se había conemplado la posibilidad de que fuera diferente a lo esperado” per mi aquesta frase defineix a la prefecció el que seria setnir decepció. Quan les teves expectatives són rígides i sense possibilitat d’adaptar-se i són esclafades. La sensació de dolor i de pèrdua s’assimilen al dol.
Potser la decepció sembla un procés una mica infantil, perquè sembla que ens agafi alguna rabieta o reaccions similars, però em sembla una reacció necessària, ja que, la persona es protegeix del canvi i després es dóna temps per assimilar-lo. Des del meu punt de vista, el temps que es trigui a gestionar la sorpresa, denotarà el nivell de maduresa de la persona.
També m’ha semblat interessant de l’article, que et proposa revisar de les decepcions viscudes, per tal, de detectar el fil conductor que les uneix i així poder revisar les creences o automatismes que marquen els nostres valors. I poder prendre consciència del que hem de gestionar, per poder tornar a confiar.
“Confiar de manera madura implica aceptar que no poseemos la verdad, que no tenemos el control sobre casi nada, y que no dependemos de los demás para ser felices” trobo que és una frase meravellós i realment alliberadora. És genial quan entens, que el millor que pots deixar de cercar és el control en els altres i que solament pots dirigir la vida a partir de les nostres decisions, que no podem controlar més que això.
Al leer este artículo he querido hacer un ejercicio de introspección: ¿Qué siento cuando estoy decepcionada? Efectivamente, he conectado con emociones de las que aquí se habla…: Rabia, frustración, enfado… reacciones asociadas a la “típica pataleta infantil”… No quiero poner ninguna etiqueta al asunto, no es esa la cuestión, pero ciertamente considero que trabajando en una misma, tomar el camino del autoconocimiento, con apertura de mente, puede ayudar muchísimo. Una ayuda enfocada al cambio de emociones con las que conectar, que sean más fructíferas, adaptativas. Llegar a esa “confianza madura” que nos habla Herminia es un enfoque muy interesante al que apuntar, tanto personalmente como en nuestro trabajo como psicólogas.
Me sorprende ver que en la fórmula de la decepción tiene que haber rabia, no lo había contemplado y, de hecho, no sé si siempre se tiene que dar. Por otro lado, mis decepciones suelen ser en el ámbito social, por tener primeras impresiones muy buenas y luego ver que no se cumplen mis expectativas. Pero yo diría que son más desilusiones ya que mi estado de ánimo no se suele ver influenciado. El concepto de confiar de forma madura lo veo como uno de los conceptos más importantes hoy en día en las relaciones interpersonales. El hecho de aceptar que las cosas no siempre son como esperamos que sean, que tenemos que aceptar nuestros sentimientos negativos y vivir con ello, lo veo una de las teorías más inteligentes de la psicología moderna. Muy buen artículo.
Considero que una de las emociones mas dolorosas es la decepción… no solo porque surge de una expectativa que hemos generado nosotros mismos respecto al otro si no también porque es difícil no hacerlo.
Ser consciente de ello y tomarse el tiempo para encontrar el origen de esta ya es un gran paso para liberarnos de los sentimientos que conllevan una decepción.
Una vez más, la confianza y el amor son el antídoto para combatir situaciones dolorosas.
Me ha parecido muy interesante que este artículo hablase de las expectativas para relacionarlas con la decepción porque creo que estas juegan un papel fundamental y que muchas veces no somos conscientes de ello.
Las personas estamos continuamente creando expectativas o interpretando las situaciones o juzgando el entorno y eso hace que vayamos por la vida con unas ideas prefijadas. Cuando estas no se cumplen, entonces suelen aparecer las decepciones y la frustración y se entra en un círculo vicioso del que es difícil salir. Para ello creo que es importante, primero de todo, tomar conciencia de esto, para después poder dejar todas esas expectativas a un lado y abrirnos a la experiencia.
Esto me encaja perfectamente con el concepto del que habla el artículo de “confianza madura”, entendiéndola como la aceptación y toma de conciencia de que no tenemos el control sobre todo nuestro entorno, ni las cosas van a suceder como nosotros esperamos o como a nosotros nos gustaría, ni poseemos la verdad, ni dependemos de los demás para ser felices y crecer como personas, etc. Trabajar esta aceptación me parece muy importante para poder llegar a vivir las decepciones de una manera distinta, centrándonos en los aprendizajes que podemos sacar de ellas.
Creo que la confianza es clave para casi todos aspectos en la vida de las personas. Es por eso que este artículo me parece muy importante y el tema tratado es crucial para todos. El vivir habiendo aceptado que no todo en la vida será como nosotros queremos, te libera de mucho malestar pasado y futuro. Si todos nos alejáramos de aquello que alguna vez nos ha causado decepción, no podríamos llegar a vivir cosas buenas de nuevo. Es por eso que decidir afrontar las situaciones con confianza, y honestidad con uno mismo es tan importante. Muy buena reflexión.
Todos nos hemos sentido decepcionados en alguna ocasión a lo largo de nuestra vida. Gracias a este artículo he podido darme cuenta que la manera que solemos tener de reaccionar ante estas situaciones no es la adecuada. Tanto el miedo como la frustración y la tristeza son emociones que aparecen tras una decepción, y la única manera de que esto no se convierta en un problema para nosotros es saber aprender de esa sensación.
Me siento identificada porque muchas veces mi reacción ante una decepción ha sido volverme una persona desconfiada. Y ahpra me doy cuenta que aprender de ello no es precisamente eso que yo hacía, pensando que era lo más coherente, sino todo lo contrario.
Si aprendemos a conectar con nuestras emociones podremos trabajar nuestro autoconocimiento y sacar provecho de esas situaciones.
M’ha agradat el concepte de confiança madura i immadura en relació al sentiment de decepció. No m’havia parat a pensar en que quan sents decepció fonamentes la confiança en l’altre, de manera externa. He pogut reflexionar sobre aquelles vegades que m’he sentit decepcionada i he pogut entendre millor com estava actuant i quina mena de confiança estava tenint en cada moment. Moltes vegades és difícil no deixar-se portar per les expectatives i acabar amb un sentiment de decepció, però si es treballa segur que es pot millorar.
M’apunto els conceptes, crec que poden ser molt útils tant per a mi com per als/les meus/ves pacients.
¿Por que creemos que los demás deben ser o hacer lo que nosotros creemos correcto? Es interesante como ponemos expectativas en otras personas y nos decepcionamos cuando ellas no las cumplen, cuando las expectativas son nuestras. Debemos hacernos cargo de las expectativas que ponemos en los demás.
Leer este artículo me lleva a relacionar la decepción con la rigidez mental que nos caracteriza a algunas personas, con esa voluntad de que las cosas (y las personas) sean como nosotros/as queremos que sean. Esto nos lleva a una constante sensación de frustración al no ser capaz de contemplar la realidad de manera neutra, de aceptarla sin reproches adaptándonos a las circunstancias, y a vivir con un estado de ánimo inclinado hacia el victimismo, la negatividad y la desesperación.
Es uno de los artículos con cuyas ideas o palabras más he conectado y más identificada me he sentido, especialmente con las preguntas.
Por otra parte, nunca había visto la relación tan directa que existe entre la decepción y la desconfianza, y lo más importante es que es una tendencia que, al hacer consciente el mecanismo cognitivo y emocional que la lleva a cabo, se puede cambiar. Por ello, te felicito Hermínia por el artículo en sí y en particular por los pasos a seguir recomendados para obtener aprendizaje de la decepción en lugar de seguir alimentando la desconfianza, como bien dices.
En primer lloc, acceptar que no existeixen emocions positives o negatives em sembla una bona manera per començar a treballar cap a una altra direcció. Sí que és veritat, però, que existeixen emocions, sentiments i sensacions més doloroses que altres, com seria el cas de la decepció.
Trobo molt interessant la idea que prèviament a la decepció hi ha hagut una generació d’expectatives o suposicions irreals allunyada del que seria la realitat.
Penso que la generació d’expectatives és complexa d’evitar (almenys pel que a mi respecte) però sí que és veritat que confio amb la idea d’anar posant consciència a les coses i anar trobant la manera d’identificar i gestionar. És veritat, també, que una emoció o sensació pot desencadenar una altra sèrie d’emocions i sensacions i tenir una base per poder anar treballant i afrontant ens farà connectar amb el camí que ens fa sentir millor d’una manera més ràpida. L’autoconeixement i revisió pot desencadenar, sens dubte, un millor lideratge personal.
Com a futurs professionals és molt important anar posant consciència aquests temes per poder tenir una millor gestió i poder fer un millor acompanyament a les persones que tindrem davant.
Muchas veces hemos tenido la sensación que nuestros amigos, familia, pareja o nuestro entorno nos ha fallado, no ha hecho aquello que esperábamos o no han dicho lo que queríamos escuchar o incluso necesitábamos oír y es aquí donde aparece la frustración, sentimos que el mundo no nos comprende y esto nos puede llegar a generar incluso rabia, sentimos que la vida es injusta, hablamos de decepción. Me ha parecido muy interesante romper este paradigma, y ampliar la perspectiva, ya que la mayoría de veces que sentimos esta decepción, es precisamente por qué no nos ponemos en el lugar del otro, tan sólo vemos que la persona no ha actuado/pensado/dicho lo que nosotros esperábamos o haríamos.
Muy interesante el concepto de confianza madura versus confianza inmadura ejemplificado por la experiencia de descubrir que los reyes magos no existen, así como nuestras creencias sobre el resto de cosas, sobre nosotros mismos, los demás o el mundo, aceptar que no poseemos ninguna verdad y por tanto no tenemos el control es un descubrimiento vital que hacemos de forma constante, que todo es cambiante incluyendo-nos a nosotros mismos.
La cuestión es como lo vivimos, como integramos el cambio haciendo mas plástico nuestro paradigma sobre todo lo que creemos que sabemos, y como dices saber aprovechar la decepción transformándola en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
Gracias por este artículo me he sentido demasiado identificada y eso duele, tengo que aprender a gestionar…
Hola e leído todo el articulo y me parece excelente ya que en estos momentos me siento devastado por un problema que me ocasiona decepción pero al leer el artículo se que me estoy ahogando en un vaso de agua y con el amor propio puedo salir de esto y de mucho más Gracias