Escrito por: Hermínia Gomà
Esta pregunta nos la hacemos infinidad de veces los padres. Sobre todo cuando tenemos miedo: por sus estudios, por sus compañías, porque no saben relacionarse con los demás, porque no se sienten motivados, porque se aíslan, por las drogas… Motivos no nos faltan, ocasiones las provocan cada día.
No sabemos que pasa, pero un buen día, dejamos de reconocer a nuestros hijos, nos los han cambiado, ¿qué está pasando? Y torpemente, iniciamos lo que nos parece una conversación que en realidad es un monologo, una conversación que no es un diálogo, es un interrogatorio y en lugar de acercarnos a ellos para poderlos ayudar vamos logrando que la brecha entre nosotros y nuestros hijos se haga cada vez mayor.
Para poder ayudar a otra persona, sean nuestros hijos o cualquier otra persona, la relación creada será la clave del éxito. Lástima que cuando somos conscientes del problema de nuestros hijos, la relación ya está dañada.
Curiosamente, aquellos padres que han sabido generar una buena relación son capaces de ayudar a sus hijos de una manera más exitosa. Pretender ser su puntal, ser su faro, su punto de apoyo cuando no hemos invertido en la relación será una empresa difícil. Por ese motivo, cuando algunos padres me consultan y me preguntan ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo? Les respondo que tienen por delante el mejor proyecto de su vida: establecer una buena relación con sus hijos, crear un vínculo de confianza que permita el diálogo para ofrecer la ayuda que sus hijos precisan.
¿De qué tipo de relación estamos hablando?
De una relación donde los padres son los promotores del desarrollo, maduración y crecimiento de sus hijos, de apoyo pero no de sobreprotección, donde los padres preparan a sus hijos para enfrentarse a la vida con sus propias herramientas, competencias y valores para vivir plenamente su vida, de confianza en su potencial y respeto por sus diferencias.
¿Cuál es la mejor actitud hacia nuestros hijos?
Probablemente habéis observado que cuando somos cálidos, justos y respetuosos con su identidad y no somos posesivos ni jueces, la relación funciona. Los resultados no son inmediatos, pero si nuestra actitud es honesta y constante, facilitamos la maduración y desarrollo de nuestros hijos. El problema muchas veces es que a pesar de ser conscientes de cual es la mejor actitud, nuestra impaciencia y nuestro miedo se interponen y nuestra actitud cambia, nos volvemos exigentes, impositivos, mandones, injustos, jueces y en una sola intervención somos capaces de cargarnos la relación. Y después nos quejamos de que nuestros hijos se alejen de nosotros, no quieran comunicarse, no nos escuchen…
Cuando somos incondicionales en nuestra aceptación y los escuchamos sin darles consejos, ni les decimos “ya se porque lo has hecho”, ni el odioso “ya te lo dije”, cuando somos capaces de transmitirles que a pesar de sus dudas, sus equivocaciones, sus incoherencias confiamos en ellos y los amamos, la relación funciona, el vínculo se fortalece. El problema aparece cuando sentimos la urgencia de hablar desde nuestras vivencias y experiencias para avisarles y que no repitan nuestros errores, para ahorrarles sufrimiento, ya que en el fondo los estamos infravalorando y les transmitimos que nos defraudan y fallan. En esos momentos cortamos el vínculo y desconfían de nuestra competencia para poderlos ayudar.
Muchas veces buscamos la respuesta en relaciones disfuncionales, en lugar de investigar en las relaciones que funcionan. Seguro que tenemos conocidos, familiares o amigos que gozan de una relación franca, positiva y madura con sus hijos, donde los hijos piden ayuda a sus padres. Que envidia. Seguro que ellos tienen mucha suerte con sus hijos. Atribuimos el éxito a sus hijos (mejores que los nuestros) en lugar de preguntarnos que habrán hecho distinto estos padres para que su relación funcione. ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo lo han conseguido? Si preguntamos a los hijos, casualmente hay coincidencia en sus respuestas, el éxito reside en cómo se han sentido tratados por sus padres. Sus padres les han comprendido, han confiado y creído en ellos y les han hecho sentir mayores e independientes, les han ayudado a clarificar sus sentimientos cuando estaban perdidos o desorientados en lugar de decirles como debían actuar, sentir y pensar. El secreto es como les han hecho sentir. Si le preguntaras a tu hijo como le has hecho sentir hoy, ¿Cuál sería su respuesta?
¿Cómo crees que tu hijo/a se siente tratado por ti? Si lo primero que te viene a la mente es “¿Cómo no me voy a poner así con lo que ha hecho? Es mi hijo el que tiene una mala actitud”, realmente tenemos un problema. Somos los padres los responsables de nuestra actitud, los responsables del desarrollo de nuestros hijos. La actitud de nuestros hijos es un reflejo de nuestro liderazgo como madres y padres. Paremos y reflexionemos. ¿En qué medida la actitud de mi hijo es un reflejo de mi liderazgo como padre?
Se necesita mucho coraje y valentía para escuchar ciertos sentimientos sin que aparezca el rol de “solucionadores, salvadores y protectores” que la mayoría de padres llevamos dentro, sin ser conscientes de que estamos coartando y culpabilizando a nuestros hijos por lo que están sintiendo y haciendo. Si cuando nos cuentan sus sentimientos los relativizamos, nos duelen o nos asustan o cuando nos explican sus decisiones las juzgamos ¿Cómo van a pedirnos ayuda?
¿Qué factores nos impiden generar una relación de ayuda hacia nuestros hijos?
- La falta de interés, indiferencia, escepticismo o rechazo
- Los consejos específicos sobre las decisiones que han de tomar
- Que saquemos temas del pasado
- Juzgar, amenazar, culpar, defendernos y atacarlos
¿Qué factores generan una relación de ayuda?
- Sensibilidad hacia sus sentimientos y lo que realmente es importante para ellos
- Un interés genuino, cálido y autentico por ellos y sus vidas
¿Qué podemos hacer cuando la relación no funciona?
En estos casos nos podemos preguntar: ¿Quiero realmente comprender a mi hijo? Esta pregunta profunda y comprometida provoca otro tipo de preguntas…¿Qué implicaría comprenderlo? ¿Qué tendría que cambiar si lo comprendo? ¿Estoy dispuesto a cambiar para poder aceptar lo que comprendo? ¿Me gusta mi hijo/a? ¿En qué medida lo que no me gusta está hablando de mi?
El grado de integridad (lo que siento, lo que digo y lo que hago son coherentes) y de honestidad (se lo que siento, lo que quiero, me conozco y me acepto) serán fundamentales para que la relación con nuestros hijos les ayude a crecer, madurar y desarrollarse plenamente. Esto significa que para ayudar a mis hijos yo también he de trabajar en mi desarrollo como persona. Aunque a veces sea doloroso también será enriquecedor y gratificante. Ser consciente de mis sentimientos me permitirá abandonar actitudes defensivas, amenazantes o violentas que perjudican la relación.
¿Qué debo aprender para poder ayudar a mis hijos?
- A diferenciarme de ellos. Reconocer mis sentimientos y que son diferentes a los suyos
- A comprender que mis hijos no son de mi propiedad, ni son una prolongación de mi mismo
- A distinguir mis necesidades de las de ellos
- A escuchar sus emociones sin reaccionar ante ellas ni juzgarles a ellos
- Que su necesidad de independencia no es falta de amor sino parte de su proceso de maduración personal
- A perdonarme para poder perdonarlos
- A ser yo mismo para que ellos puedan ser quien son
Artículo relacionado:
Aprender con nuestros hijos puede ser… ¡Lo mejor del día!
Hermínia Gomà
31 Enero 2011

Creo en las personas y en su enorme capacidad de aprendizaje. Trabajo con ellas desde sus fortalezas y capacidades para que puedan liderar sus vidas y lograr aquellos objetivos que se propongan.
Disfruto haciendo escuela y formando parte de un equipo de profesionales a los que admiro y de los que aprendo cada día. Cuando converso con un paciente, cliente o alumno pongo a su servicio mi intuición, mis conocimientos y experiencias y también mi escucha y comprensión.
Me parece súper complejo el papel de padre/madre. Nadie viene con manual de instrucciones y con la buena intención se pueden cometer muchos errores o se puede actuar de forma que acabe perjudicando al hijo o hija.
He conectado mucho con mi adolescencia y con mi entorno con lo de “iniciamos lo que nos parece una conversación que en realidad es un monologo, una conversación que no es un diálogo es un interrogatorio” porque he tenido esa misma sensación muchas veces.
Por eso creo que es muy importante que los padres se desmarquen de sus hijos, se diferencien y sean ellos mismos entendiendo que sus hijos también son seres individuales con otras creencias, otras vivencias, otra personalidad y otro contexto. Solo así se podrá trabajar realmente desde la empatía y los límites.
¡Enhorabuena por este post!
Creo que el artículo plantea un cambio de paradigma en la educación. La verdad es que solo en mi experiencia he sido hija y al ser hija, puede estar completamente de acuerdo que en lo que más me han fallado mis padres, ha sido el juico y el constante tienes que hacer esto. Sobre todo, cuando creces creo que lo normal es ir haciendo tu camino, equivocarse sin tener una voz que te dice te lo dije. Quizás, una vez que has aprendido esto, en vez de reñir constantemente, lo importante es apoyar. Es preferible un estoy para aquí para lo que necesites, respeto tu decisión y tiene valía. Considero, que lo más importante de tener una buena relación es que tu madre o padre, se vuelvan un soporte, alguien que te ayuda que te guía y que te enseña. Entiendo también, que des de la perspectiva de los padres tendamos a dar consejos, ya que al haber vivido más experiencias vemos donde nuestro hijo/a puede cometer el error. Pero desgraciadamente, a veces, no podemos prevenir tanto como queríamos su sufrimiento, nuestros hijos necesitan vivir la vida, y eso implica equivocarse, conociendo la frustración y el dolor, en algunas ocasiones. Nosotros delante de todo esto, le podemos dar amor, confianza, comprensión y sobre todo escucha. Una escucha lo más verdadera posible.
Por otro lado, opino que para que haya una relación bonita y sana, se necesita un componente muy IMPORTANTE, la comunicación. No obstante, para tener una buena comunicación antes es necesario incorporar elementos de confianza, no juicio y sentirse en un espacio seguro. Además de esto, creo importante ejercer un buen liderazgo y rol de padre. Diferenciando el rol de padre del rol del hijo.
Després de llegir aquest article i alguns comentaris, he vist que la majoria veiem molt clar que educar als fills de manera perfecta és impossible, però què és educar-lo de manera “perfecta”? Significa no educar-los com ho van fer els nostres pares amb nosaltres? O és “imposar” certs valors i creences? Sigui com sigui, com també s’ha esmentat en altres comentaris, educant-los amb aquestes idees al cap no farà una altra cosa que frustrar als pares, ja que segurament no ho aconseguiran, o frustrar als fills, ja que no se sentiran mai lliures del tot. És vital promoure la llibertat i creativitat dels infants, intentant no imposar res, però tenint molt present les normes i els límits que necessiten tots.
Tener un hijx me parece una de las decisiones y vivencias más complicadas de la vida. Cada uno intenta hacer y dar lo mejor de sí mismx en el momento en que se encuentra para que esa relación funcione lo mejor posible, pero hay cosas que se escapan de las manos de cualquiera y lo primordial es dejar ser.
En mi casa siempre me han dicho “nosotros hemos construido nuestra vida, ahora es el momento de que tú construyas la tuya.” Creo que es una de las mejores maneras que han podido transmitirme que confían en mí, en las decisiones que tomaré y en mi independencia como persona. A pesar de esto, nunca nada va a ser perfecto y se cometerán errores, se discutirá, existirán alejamientos, incomprensiones, etc. pero con comunicación, respeto y comprensión todo se gestiona mejor.
Està clar que la confiança es la clau de l’èxit en una relació, però quan parlem de relacions entre mares/pares i fills/es la línia entre el recolzament i la sobreprotecció és molt fina. Quan es traspassa aquesta línia és quan la relació es va atrofiant, i acaba essent contraproduent. Tinc varies amigues amb pares sobreprotectors i, durant l’adolescència, aquesta sobre-protecció va alimentar la “rebeldia”, que només genera més por en els pares, i per tant, més sobre-protecció.
Moltes vegades els progenitors, pel simple fet de ser els pares, es pensen que tenen la veritat absoluta i que la manera d’educar als seus fills és la correcta. Però si els fills tenen una actitud incorrecta, pot ser que aquesta educació no sigui tant bona com ells es pensen. M’ha agradat molt la cita que l’Hermínia ha redactat en relació a això. Aquesta diu: “La actitud de nuestros hijos es un reflejo de nuestro liderazgo como madres y padres” .
Al cap i a la fi, donar eines per a que els fills puguin experimentar i desenvolupar-se és la manera més enriquidora d’aprendre, ja que ho viuran en primera persona i ja se sap que així les coses s’integren millor (encara que en generacions anteriors això no semblava que fos vàlid).
Yo no soy madre pero creo que me pasará cuando lo sea. Al final los padres quieren lo mejor para los hijos, intentan “controlar” sus vidas para que no se salgan de la “normalidad” o del camino establecido por la sociedad, así como sobreprotegiendolos, para su bienestar. Al final creo que en parte son inseguridades de los padres, en querer que su hijo sea perfecto o miedo a que le pase algo a sus hijos, y por eso actúan de esta manera. Entiendo que cuando tenga hijos no seré la madre perfecta y no querer por nada del mundo que le pase nada a mi hijo, pero si que pensare que le puede pasar algo tanto si esta junto a mi como si esta por ahí con sus amigos, son cosas que no puedo controlar.
La verdad es que nunca me he planteado tener hijos, y seguramente, no sepa cual es el sentimiento de un padre/madre hacia ellos. Ser padre no es una tarea fácil, y educar a los hijos de la mejor manera a veces se puede hacer cuesta arriba. Aun así, creo con certeza que el hecho de tener un vínculo seguro con los hijos es esencial para poder ayudarlos de la mejor manera.
Me parece interesante el hecho de que les dejemos ser y vivir de la manera que ellos decidan. En vez de imponer nuestra manera de ver las cosas,es de gran importancia ayudarles a gestionar las diferentes situaciones en sus distintas etapas. Haciendo esto, se podrá generar un vínculo seguro entre la relación padre e hijo.
Estoy muy de acuerdo con lo que se comenta en el artículo de la importancia de cómo se les hace sentir a los hijos. Este hecho, es muy determinante a la hora de que presenten un buen desarrollo, ya sea con los padres o con sus relaciones interpersonales. Si se les hace sentir a los hijos que sus problemáticas son irrelevantes, ellos, poco a poco, irán cogiendo distancia hasta el punto de que se generará un vínculo muy pobre dificultando así la relación y, probablemente, generando en ellos dificultades cuando se relacionen con los demás.
En el apartado del artículo donde se comenta”¿Qué podemos hacer cuando la relación no funciona?” le añadiría que es de gran importancia la comunicación entre padres e hijos. Hay que ser sinceros con ellos. Creo que la figura de padre autoritario ha de quedar atrás, ya que está jerarquía lo único que crea es ocultismos y secretismos. El hijo debería sentir a Pablo como a un igual y una persona de confianza.
Las relaciones con los padres nunca son un camino de flores, a no ser que los padres sean dos seres con un elevado grado de consciencia. Pero no es el caso para la mayoría. Pienso que las personas somos espejos los unos para los otros, y que el exterior esta ahí, para hablarte de tu interior.
Nuestros padres son reflejo de sus padres y nosotros de ellos. Y ellos se ven reflejados en nosotros. Supongo que debe ser doloroso ver en tu hijo actitudes que no te gustan puesto que de algún modo te sientes responsable de ellas y lo eres, porque tienen que ver contigo de algún modo.
Las personas vamos con niños y niñas interiores heridos que hasta que no somos conscientes de ellos y las sanamos van perpetuándose y reaccionando emocionalmente a aquello que nos toca la herida infantil. Nuestros padres también tienen su niño interior no sanado y replican conductas aprendidas de sus padres en la infancia o son las consecuencias de ellas.
La edad adulta es la etapa más importante y no porque vengan responsabilidades y deberes etc. Sino porque es la etapa en que debemos ser el papá y la mamá que no tuvimos y que deseamos tener para nosotros mismos. Debemos aprender a nutrirnos y sostenernos por nosotros mismos.
No soy madre, pero soy hija de una madre maravillosa. Mi madre siempre me dice “las personas que deciden ser padres deberían recibir educación sobre como asumir la paternidad”. Siempre pienso que tiene razón. Si alguien asesorara a los padres a comunicarse con sus hijos, a entender como han sido sus relaciones con sus progenitores, a saber como gestionar sus propias emociones y no proyectar sus miedos o inseguridades hacia sus hijos, quizá muchos de ellos valorarían si están o no en un buen momento para asumir esa responsabilidad.
Ojo! No hablamos de buscar a padres y madres “perfectos”, hablamos de que los padres sean conscientes de que implica traer al mundo a un hijo y dispongan de herramientas para poder procesar un evento vital como este. Por ejemplo, podemos empezar a eliminar algunos mitos como “el amor por encima de todo” en las relaciones paternofiliales. Creo que debemos enseñar a los padres y a los hijos a aprender a poner limites, a que no todo está permitido y que no todo se debe perdonar por el mero hecho de ser familia.
Yo puedo decir que tengo la suerte de que mi madre siempre ha confiado en mi propio juicio, ha respetado mis decisiones y siempre ha estado dispuesta a escuchar y validar mis emociones. Pero también ha tenido fallos, me ha transmitido algunas inseguridades, ha abusado de la sobreprotección, etc… Ella tuvo depresión postparto y en aquel momento, únicamente la medicaron, pero nunca le enseñaron a canalizar sus emociones, a relajar su autoexigencia o dejar de lado ese rol de “salvadora” que se había autoimpuesto por la misma presión social. Hoy en día si es consciente de todo esto, pero en aquel momento no lo era. Por eso siempre me transmite que le hubiera gustado disponer de herramientas psicológicas y emocionales para poder gestionar una situación tan intensa como es traer a la vida a otra persona.
De a veces los padres se posicionan en el yo se que es mejor para ti, pel fet que tenen mes experiencia amb la vida. El meu pare no volia que estudies psicologia perque deia que era una carrera sense surtides i que estudies algo mes serios com medicina. El cas es que els pares venen d’una generacio diferent a la nostra, amb una mentalitat que de vegades queda fora de context. Quan ell era jove havia crescut en un poble amb pocs recursos. La mentalitat era estudiar per sobreviure i marxar del poble. Avui en dia, i en el context on visc, el meu objectiu ja no es purament per guanyarme un sou, sino que tambe es part del meu projecte de vida, algo que em motiva i em faci florir. I es mes, el desprestigi que tenia la psicologia abans no es el mateix que el dara.
Per aixo crec important que els pares confiin en les desision de les seves filles.
Este artículo me ha ayudado a comprender mejor la situación en la que se encuentra mi paciente de prácticum. Ella, desde la necesidad de aprobación siempre ha hecho lo que sus padres consideraban correcto.Ahora, y gracias al proceso que estamos llevando a cabo, está tomando consciencia de muchas cosas, entre ellas, que quiere ser ella quien lleve el timón de su vida. Ahora no necesita que le digan qué debe hacer, ahora solo necesita, como ella dice “un abrazo”. Y es que, ahora que se está encontrando y se está permitiendo pensar por ella misma, se siente coartada de libertad de decisión, siendo sus padres injusto y impositivos con ella. Y como en el artículo, , ella se aleja, se anticipa a que no la van a comprender y acaba por no querer comunicarse con ellos. Es entonces cuando comprendo que, gran parte de responsabilidad en este vinculo recae en los padres y el “gran proyecto de su vida” que supone transformar ese vínculo que no ha sido cuidado hasta ahora, desde el respeto, la libertad y el cariño. Y es que al final, como menciona el artículo, son los padres los que dejando a un lado el ego, deben cuestionarse ¿Quiero realmente comprender a mi hijo? ¿Qué implicaría comprenderlo? ¿Qué tendría que cambiar si lo comprendo? ¿Estoy dispuesto a cambiar para poder aceptar lo que comprendo? Solo des de el amor, la escucha sin juicio y la voluntad de comprensión es como se consiguen los grandes cambios.
Considero muy importante el tipo de relación que se mantiene entre padres e hijos. Una buena relación comporta confianza y por ende dar lugar al diálogo para poder ayudar a los hijos en sus problemas.
Tanto las relaciones de sobrepotección como aquellas de indiferencia hacia los hijos comportan la ruptura o el daño de ese vínculo. De esta manera es imposible que haya comunicación.
Como hijos a veces es difícil perdir ayuda por los daños que podamos causar a nuestras padres emocionalmentehablando, sin embargo, si ellos nos entienden y comprenden nuestros sentimientos, es más fácil dar pie a pedir esa ayuda.
Tener esa libertad y confianza de poder explicar cualquier cosa es lo más valioso en las relaciones pades-hijos.
En el curso emocional que imparte Herminia, comentó, que hoy en día los padres sobreprotegen a los niños y esto, indirectamente les esta diciendo que no están confiando en sus capacidades y por lo tanto, los niños tampoco confiarán en las suyas propias. Pero obviamente, los padres optan la posición de sobreprotección por que creen que es lo mejor para sus hijos con el propósito de ayudarles. Muchos padres se deben de preguntar como pueden ayudar a sus hijos y este post les puede ser de gran ayuda. Me ha parecido muy interesante que se plantee posibles soluciones a esta gran pregunta, que están muy enfocadas a la diferenciación y a la co-relación, “si me quiero te podré querer”, “si me perdono, te podré perdonar”. Después de leer el post, he comprendido que a veces el foco de cambio, de atención, se pone en los hijos y, en realidad, tiene que empezar por el de los padres. Esto me ha recordado a una frase que tengo muy presente, que es la siguiente: Para querer bien hay que quererse bien y para cuidar bien hay que cuidarse bien.
En primer lugar, agradecerte este artículo tan bonito. Yo no soy madre, pero me ha permitido conectar mucho con la mía, con el “de donde” emergen sus acciones, sus sentimientos. Me ha hecho abrir los ojos y a “humanizar” a mi propia madre, en el sentido de que también es una persona con sus miedos, preocupaciones, que se debe trabajar y que no dependen de mí. Me costó mucho tiempo darme cuenta de esto. Es por eso, que considero fundamental basar la relación en la confianza y aceptación incondicional, dejando a un lado nuestras inseguridades y miedos para no proyectarlos en nuestros hijos. Los valores que elegimos como propios, serán la base donde se sustentaran las relaciones que formemos.
Pese a estar enfocado a la relación entre padres e hijos, este texto refleja cualidades, errores y reflexiones que pueden ser transversales en todo tipo de relación.
Como en todo tipo de vínculo, la clave de cuidar a la persona es mediante el cuidado de la relación con ella. A menudo nos pasa que damos las relaciones por sentadas y caemos en la rutina diaria caracterizada por un conjunto de actividades cotidianas que hacen que las relaciones se vuelvan monótonas. Llegar a este punto es natural y aún más cuando de relaciones estrechas se trata como la de unos padres con sus hijos o una pareja que convive unida. Sin embargo, que la cotidianidad sea algo normal, no significa que por ello tengamos que dejar de cuidar nuestros vínculos y ahí es donde radican muchos conflictos interpersonales, del no cuidar las relaciones. Gracias Hermínia por los tips que nos ofreces para saber cuidar mejor nuestras relaciones, muy útiles si en un futuro soy madre y sino, mientras tanto, los procuraré aplicar al resto de mis vínculos cercanos.
No puedo hablar como madre pero sí como hija. No sé si algun dia querré ser madre o no pero varias veces he tenido ese debate mental. Ser padre no viene con manual pero ojalá todos los padres pasarán por revisar su comunicación y sus valores a partir de leer este artículo. Gracias al cielo tengo una madre maravillosa que desde pequeña ha respetado mis límites y mi vida como mía. La base de cualquier relación es la comunicación y más si es con nuestros hijos, debo decir que empatizo con aquellas madres que comentan que al final pierden los papeles y no saben como gestionar la situación, probablemente en según que puntos a mi también me pasaría porqué no dejamos de ser humanos.
Hay un pequño punto que une padres y psicólogos y es el deconstruir ese rol de salvador, mi hijo no es mi propiedad ni mi futuro, no soy un experto en mi hijo, el experot en él, es él y como experto tendrá también cosas que no sabre de él y eso no significa que mi hijo no confía en mi. Respetar los espacios y ofrecer confianza me parece la base para una relación sana.
Me parece un artículo genial que sin duda pasaré a familiares míos que tienen hijos que empiezan a adentrarse en la etapa de la adolescencia.
Para poder ayudar a otra persona , como bien dice Hermínia, la base será el tipo de relación que se ha construido y el primer paso será preguntarte si realmente es una relación de apoyo o de sobreprotección.
Es curioso como con el miedo cambiamos nuestra forma de ser en una relación para proteger y protegernos de un supuesto peligro o riesgo. Cuando tenemos este miedo hacía la situación o actuación de alguien, ¿hasta qué punto estamos confiando en sus herramientas y habilidades?
Las preguntas sobre los factores que impiden y generan una relación de ayuda me han hecho reflexionar frente a relaciones familiares y amistades que mantengo en este momento y me ha hecho cuestionarme la relación construida con mis padres y a su vez, de qué manera la estoy reproduciendo.
Es otro artículo donde se pone énfasis en aquello que es importante y a veces no valoramos o cuestionamos: saber reconocer mis emociones y la de los demás, empatizar en vez de simpatizar, escuchar sin responder, respetar el espacio de la otra persona, confiar, no juzgar, evitar dar lecciones sobre nuestras experiencias (ya que anteponemos lo nuestro a lo suyo) y comprender a la otra.
No tengo hijos, así que mi punto de vista es de ser hija, y que importante es crear un clima de confianza y un vínculo que permita comunicación.
Una amiga mía tiene una relación disfuncional con sus padres, ellos desde el miedo proyectan inseguridades en ella y llegan a ser injustos, impacientes e impositivos. Como en el artículo, ella se aleja, se anticipa a que no la van a comprender y acaba por no querer comunicarse con ellos. La relación cambia totalmente cuando los padres muestran comprensión y confianza, no juzgan y son un punto de apoyo; lo he observado en otra amiga con la que puedes ver como ella le gusta hablar con ellos, como realmente están ahí cuando lo necesita y la comprenden; es precioso.
Los padres son personas de referencia muy importantes y hay muchos que no son conscientes del alto nivel de influencia que tienen sobre sus hijos, como sus acciones condicionan y como la manera de comunicarse puede afectar a su relación.
Aquest article m’ha fet reflexionar sobre la importància de la llibertat i de la confiança cap als fills.
Referint-me al concepte de llibertat, crec que és molt important educar als fills de manera que puguin desenvolupar un pensament crític. D’altra manera, si eduquem des de la submissió o des de la necessitat d’agradar, estem privant-los de llibertat.
Sentir-se rebutjat, criticat, o jutjat pels pares, els portarà a sentir-se així amb les altres relacions i a relacionar-se amb por a mostrar-se tal com són, en comptes de relacionar-se des de l’acceptació cap a un mateix. Per tant, com a pares, crec que és molt important ser conscients que no per tenir els mateixos gens significa que els fills hagin de pensar o ser de la mateixa manera. D’aquesta manera, es crearà un espai d’acceptació i confiança que portarà a una relació paternofilial sana.
A muchos padres les pasa que se generan unas expectativas muy elevadas de lo que tienen que ser sus hijos. Y finalmente se olvidan de ver realmente y descubrir quién es realmente su hijo. Sería interesante poder establecer un rol de acompañamiento y un vínculo seguro. Me encanta la idea de poder ser cálidos, justos y respetuosos con la identidad de los hijos y no ser posesivos ni jueces, ya que es así como la relación verdaderamente podrá funcionar.
Es super importante fomentar la independencia en los hijos porque eso les transmite una sensación de capacidad y de confianza en ellos y en su criterio.
Me ha gustado mucho la idea de motivar a los padres a que se revisen su forma de vincularse con sus hijos, en lugar de poner todo el peso en el comportamiento juzgado como erróneo de los hijos.
Solo puedo hablar de la posición de hija en este aspecto. Me parece sumamente importante el tema crear un buen vinculo. El vinculo entre padres e hijos tiene muchos factores, pero me parece muy importante el de la confianza. Recuerdo a mi madre ganarse mi confianza, lo hizo confiando ella en mi, haciéndome sentir como una persona autónoma, con derecho a tener mis propias ideas y tomar decisiones.
Coincido totalmente en que lo más importante es crear una relación sólida con los hijos generando un vínculo de confianza desde el que poder construir relaciones de apoyo, aceptación y amor incondicional. Es interesante ver cómo nos fijamos en las relaciones padres-hijos disfuncionales cuando sería mucho más rico tomar como ejemplo aquellas relaciones armoniosas que pueden servirnos como modelo a seguir. Las relaciones humanas necesitan de confianza, apoyo y respeto. A menudo con los hijos el miedo a que les pase algo o el miedo a equivocarnos lleva a los padres a imponer sus criterios, su amor-miedoso.
Me parecen muy acertadas preguntas tan claves como ¿de verdad quiero comprender a mi hijo? ¿Qué implicaría comprenderlo? ¿Qué parte depende de mí? Estas preguntas requieren honestidad, capacidad de introspección, sinceridad y sobre todo mucho amor.
Educar a los hijos desde el amor y el respeto requiere madurar como persona, es un camino que ser recorre junto a ellos, pasando desde una vigilancia atenta a una confianza plena en sus recursos. Es una tarea que requiere un compromiso cada día.
Considero muy importante el tipo de relación que se mantiene entre padres e hijos. Una buena relación comporta confianza y por ende dar lugar al diálogo para poder ayudar a los hijos en sus problemas.
Tanto las relaciones de sobrepotección como aquellas de indiferencia hacia los hijos comportan la ruptura o el daño de ese vínculo. De esta manera es imposible que haya comunicación.
Como hijos a veces es difícil perdir ayuda por los daños que podamos causar a nuestras padres emocionalmentehablando, sin embargo, si ellos nos entienden y comprenden nuestros sentimientos, es más fácil dar pie a pedir esa ayuda.
Tener esa libertad y confianza de poder explicar cualquier cosa es lo más valioso en las relaciones pades-hijos.
Desde siempre me ha gustado todo los temas de psicologia relacionados con la familia. Creo que la familia es el entorno y el contexto en el que nacemos y gracias a ellos (a nuesrtos padres) somos de una manera u otra. La manera de vincularnos, de relacionarnos, los valores, las creencias. La familia es un ámbito que a mi parecer es importante de intervenir y preguntar a los pacientes ya que creo que muchas cosas provienen de la infancia y de la familia.
Los ultimos puntos del articulo creo que son importantes para tener en cuenta:
A comprender que mis hijos no son de mi propiedad, ni son una prolongación de mi mismo
A distinguir mis necesidades de las de ellos
A escuchar sus emociones sin reaccionar ante ellas ni juzgarles a ellos
Que su necesidad de independencia no es falta de amor sino parte de su proceso de maduración personal
A perdonarme para poder perdonarlos
A ser yo mismo para que ellos puedan ser quien son
A diferenciarme de ellos. Reconocer mis sentimientos y que son diferentes a los suyos
El diferenciarse de los pequeños, el saber que ellos pueden perceibir y sentir de manera distinta a nosotros.
“El éxito reside en cómo se han sentido tratados por sus padres”. La relación que tiene mi madre conmigo es completamente distinta a la relación que tiene mi madre con mi hermana mayor. Es curioso, el otro día tuvimos una conversación muy profunda en relación a esta; tiene 27 años y la relación entre ella y su madre aún no cuaja.
Empecemos por el primer punto. Es la mayor, la que siempre ha recibido toda la atención, la primera. Fue ella, la más joven, la que vivió de cerca y más conscientemente la ruptura de mis padres. Ella estaba más presente, que mi hermana pequeña y yo, en las discusiones y dramas constantes. Desde ese punto de insatisfacción, se rebeló. Decidió rebelarse en contra de la escuela y en contra de todo; pasó de ser una niña feliz a una niña enfadada (“un buen día, dejamos de reconocer a nuestros hijos, nos los han cambiado, ¿Qué está pasando?).
Mis padres, por miedo a implicarse en exceso y en parte por aceptar sus propios errores, decidieron hacer como si nada, como si la separación hubiese sido algo completamente ajeno a la educación que había recibido. Como si todos aquellos gritos no hubiesen afectado su psicología ni a la relación que ella tenía con el mundo. Seguramente tuvieron miedo de conectar con esa culpa y de enseñársela a la niña, de pedir sinceramente “perdón”, de hablar abiertamente de ello sin declarar culpables o posiciones como mecanismo de defensa y de protección. No quisieron escuchar a la niña que no entendía qué había pasado entre ellos ni tampoco entendía por qué actuaba así. Necesitaba ser escuchada, pero no sucedió. Para ellos era más fácil estar “en contra” que “a favor”, era más fácil recriminar el comportamiento que escuchar lo que le pasaba y necesitaba. La dieron por perdida hasta el día de hoy (“en lugar de acercarnos a ellos para poderlos ayudar vamos logrando que la brecha entre nosotros y nuestros hijos se haga cada vez mayor”).
Muchas veces he oído decir a mi madre que la relación con su hija mayor está rota, y viceversa. Ambas saben que hay un amor profundo e incondicional, pero no saben muy bien cómo acceder a él. Hace mucho que las puertas se cerraron y no encuentran la llave para abrirla. Yo viví la situación de forma distinta. Tengo 4 años menos y viví aquello sin enterarme mucho, más en segundo plano. Mi rol era distinto. Mi madre se comunicaba conmigo desde la aceptación porque mi conducta no era de rebelión, sino más bien pasiva y educada. Por eso nos llevamos bien, porque no hay rabia ni dolor en medio, porque siempre me ha respetado y nunca me ha recriminado mi forma de ser, porque siempre me he sentido aceptada y querida y por eso para mí es muy fácil encontrar esa brecha con la que abrir y acceder a mi amor por ella.
Mi madre ha dicho muchas veces; ¿Qué hago para ayudar a X? y muchas veces he oído a mi hermana decir: “es que no me escucha”- completamente enfadada, frustrada, y resignada. Pero, quienes están hablando, mi madre y mi hermana actuales, o mi hermana y mi madre de hace 10 años? Aún se están relacionando desde roles pasados, desde roles que ya han demostrado no ser funcionales. Como se comenta en el texto, “crear un vínculo de confianza que permita el diálogo para ofrecer la ayuda que sus hijos precisan”, a caso se ha intentado crear ese ‘vínculo de confianza’? En qué reside la “confianza”?. Puede que el primer requisito para obtenerla sea el no-juicio. Escuchar, en este contexto, significa entender el sufrimiento del otro. Por ambas partes. Escuchar el sufrimiento ocasionado por la separación y aceptarlo por la parte responsable, así como la forma en que se gestionó la situación porque la ruptura por se ya era suficientemente dolorosa y complicada y aceptarlo por la parte que recibió tales hechos. Esa comunicación implica un nivel de maduración emocional y episódica y una reducción del ego. No se trata de protegerse a uno mismo para defender de lo que es y lo que no es. Se trata de dejar ese juego y de realmente escuchar; trascender para entender; dejar de lado tu opinión o tu imagen sobre el tema para comprender la percepción y la vivencia del otro.
Es la única opción de catarsis, de romper con patrones antiguos para empezar la relación desde la disolución, desde una nueva forma de tratar al hijo, desde una forma de entender la madre. Hasta que esta catarsis no se produzca, la relación va a sostener las mismas bases no sólidas y con ello el destino imparable va a ser el de la coalición y la guerra; la reproducción de patrones del pasado que aún no se han trabajado. Antes de entrar a debatir y a abrirse, se hace necesario dejar la rabia, la ira, el reproche y la frustración de lado para dar paso a la verdadera compasión y comprensión. Ir a la raíz del problema y sanarla. Desde ese punto, el hijo o la hija va a aceptar la ayuda del padre/madre y este va a estar satisfecho de la confianza que el mismo le otorga para incluirlo en su vida y para compartirla. “Los padres necesitan confiar en el potencial del hijo y respetar sus diferencias”, si esto se da…no tengo ninguna duda de que la relación mejora y la tranquilidad con el progenitor, el mismo que te ha dado la vida, también.
Gracias por este artículo, es un tema muuuy importante, interesante y recurrente (de manera que visibilizar y concienciar al respeto es lo mejor que puede pasar). ¡Gracias de nuevo, me gustó profundizar en ello!
Una de les reflexiones que me gustaría remarcar y que me ha surgido a partir de la lectura de este articulo es que la educación que recibimos de pequeños condiciona el cómo seremos en el futuro. Según los valores que nos inculquen, la manera de educarnos que implanten nuestros padres creceremos siendo de una forma u otra. Considero que las inseguridades e incertezas de los padres pueden llegar a marcar a su hijo condicionándolo en el futuro. Nunca he estado de acuerdo con esos padres que castigan constantemente a sus hijos y no les dejan hacer lo que la mayoría de sus amigos hacen. Obviamente creo que la disciplina es necesaria pero siempre que sea justa. Al final lo que se consigue con este tipo de conductas es que los hijos realicen lo mismo que sus amistades pero ocultándolo a sus progenitores, algo que es mucho peor y menos agradable. Pienso que una de las frases que se encuentran en este post: “reconocer los sentimientos y diferenciarlos de los de mi hijo”, es de gran importancia y explican muy bien este hecho. Que tengas ciertas inseguridades, dudas, preocupaciones, sentimientos no quiere decir que tu hijo también los tenga y es por eso que no es sano intentar inculcárselos ya que puede afectar su desarrollo y crecimiento personal.
Como ya sabemos, el contexto y el desarrollo familiar son aspectos muy importante en el desarrollo de los niños y en estos es de gran importancia establecer una buena relación. Leyendo este artículo como hija y no como madre, valoro la dedicación y el amor brindado por mis padres en todo momento, desde el respeto y la autonomía. No hay ningún manual que nos explique ‘’cómo ser buenos padres’’ y encontrar una balanza puede resultar en algunos momentos una tarea difícil. Aún y así, este artículo nos invita a reflexionar algunos aspectos sobre estas relaciones que pueden resultar muy útiles.
Personalmente, me parece muy acertado el punto ‘’Se necesita mucho coraje y valentía para escuchar ciertos sentimientos sin que aparezca el rol de “solucionadores, salvadores y protectores” que la mayoría de padres llevamos dentro, sin ser conscientes de que estamos coartando y culpabilizando a nuestros hijos por lo que están sintiendo y haciendo’’. Considero que es un buen punto para empezar a reflexionar sobre las relaciones que queremos/estamos estableciendo con nuestros hijos.
Me gustaría remarcar la importancia de como padres también aprender de los hijos. No solo ellos aprenderán de nosotros, sino que ellos también nos enseñarán a su manera. Creo que la clave de todo es la parentalidad positiva. Crecer en un hogar sin violencia, cargado de amor y respeto es clave para la vida de los niños y las niñas. Les ayuda a crecer sanos y a convertirse en futuros ciudadanos adultos, responsables y comprometidos con la sociedad. El ejercicio de la parentalidad positiva se basa en los principios de atención, orientación, reconocimiento, potenciación y educación sin violencia. Ejercer la parentalidad positiva significa respetar los derechos de los niños y educarles sin recurrir al castigo físico. Para mí, esta sería una de las bases de una parentalidad exitosa. Desde mi rol de hija, lo que más he valorado, es que mis padres respetasen mis opiniones y que me dejaran crecer a mi manera, entendiendo que no debo ser como ellos, sino que debo hacer mi propio camino.
No sóc mare i tampoc sé si en algun moment de la meva vida ho voldré ser. Però sí que seré filla tota la meva vida i puc dir que seria una meravella que totes les mares i pares es plantegessin això abans de ser-ho. Sempre he pensat que ser mare algun dia, és un acte d’altruisme pur, ja que, malgrat que surti del teu cos, aquella persona mai serà teva i l’hauràs de guiar perquè algun dia tingui una bona autonomia per marxar del teu costat. I crec que justament aquest article sap reflectir perfectament, que gran part de les pors i inseguretat que tenen els pares repercuteix moltíssim amb la relació maternofilial.
I per mi la clau de construir una bona relació amb els teus fills, és l’amor incondicional (sempre amb seny i aportant límits) però no dubtant mai, no menyspreant i generant judicis des de les nostres expectatives. Més que res, perquè l’estructura més normal és que els nostres pares siguin els nostres primers referents adults i si ells mateixos et deixen entreveure que no ets capaç de fer X cosa. Tu ja et creuràs que no ho podràs fer i se’ns farà molt difícil deconstruir aquesta creença.
Per tant, sempre he pensat que per ser mare o pare s’hauria de passar un curs sobre nocions psicològiques i afectives bàsiques, per poder construir un millor futur pels nostres fills.
Qué importante tener en cuenta todo lo dicho en este artículo… yo no soy madre, y no me puedo ni imaginar lo que ello debe implicar… Pero cuántas veces he visto conflictos entre amigas y sus hijos, o entre familiares y, he pensado: “Esta no es la forma de tratarse…”. Efectivamente, desde fuera debe ser más sencillo, pero también es cierto que a nadie le enseñan a ser padre/madre y, imagino, que las emociones, muchas veces, juegan en contra. Ciertamente, hacer el esfuerzo en no hablar desde “lo que tu crees que es lo mejor” no es tarea fácil, pero vale la pena el esfuerzo, ya que los resultados son muy satisfactorios. Este artículo debería ser de “lectura obligada” para muchos/as de nosotros/as, es una muy buena guía para entender un poco más la cuestión del trato con los hijos.
Es demasiado común la idea que tenemos en esta sociedad de que tener hijos nos va a servir para hacer lo que nuestros padres no hicieron con nosotros. Será inevitable la frustración cuando nos demos cuenta de que los hijos no van a crecer siendo lo que queremos que sean. Debemos dejar que crezcan siendo ellos mismos promoviendo su creatividad y originalidad, intentando evitar las directrices estrictas sobre las decisiones del futuro y sus gustos. Personalmente, opino que no hay valor en ver como un hijo/a es el doble pequeñito de su padre/madre, porque esto suele ser debido a que el progenitor ha impuesto sus gustos en sus hijos. Este artículo es de gran utilidad, sinceramente, para gran cantidad de gente que quiera tener hijos y tengan expectativas de como van a ser.
Creo que este artículo es muy interesante de leer tanto para alguien desde el rol de padre o madre como desde el rol de hijo o hija. Muchas veces al relacionarnos con nuestros padres o ellos con nosotros, nos quedamos en nuestro marco de referencia y no tratamos verdaderamente de comprender al otro o de entender cómo este se está sintiendo o se puede llegar a sentir con nuestros comentarios, comportamientos, etc. Por eso creo que intentar comprender al otro es esencial para una buena relación. También es muy usual escuchar frases del tipo “te lo digo por tu bien” o el típico “ya te lo dije” por parte de los padres, y aunque sus intenciones sean buenas y traten de ayudarnos, como dice el artículo comentarios de este tipo acaban teniendo el efecto contrario y hacen que los hijos se distancien más y eso perjudica la relación. Me ha parecido muy interesante el último punto del artículo en el cual se exponen diferentes aspectos importantes a tener en cuenta para que esta relación de los padres con sus hijos sea mejor porque aunque a veces nos parezcan cosas obvias, en la práctica de la vida real acaban olvidándose y sería interesante trabajarlas.
Este artículo invita a reflexionar sobre algo que no he experimentado pero sí he visto en mis padres y es el querer ser tan buen padre o madre como se pueda, pero creo que como ya se ha dicho en otros comentarios, no hay forma de serlo ni hay un manual para ello. Aún así, muchos de los puntos que se mencionan son importantes para tenerlos en cuenta y poder tener una relación más proxima y a la vez libre entre padres e hijos.
Me ha encantado la frase final. “A ser yo mismo para que ellos puedan ser quienes son”.
A veces, tal y como se expone en el articulo, la necesidad de los padres de alejar y ahorrar el sufrimiento de sus hijos lo que hace es el resultado contrario. Cuando esto sucede, muchos sienten que no pueden experimentar y acaban alejándose de sus padres. La mayoría de las veces, no necesitamos un consejo si no una esucha sin prejuicios.
Esta lectura me ha hecho reflexionar acerca del poder de la relación materno/paterno-filial y, sobre todo y de la importancia que la confianza tiene en ésta.
También me gusta la distinción que Hermínia hace en el tipo de relación al decir que ha de ser de apoyo pero no de sobreprotección, una actitud esta última alimentada, para mí, por el miedo. De hecho, acerco el modelo materno que he recibido al de la sobreprotección y aunque soy consciente que lo que se me ha transmitido ha sido con amor y desde la preocupación por mi bienestar, diría que las/os hijas/os lo recibimos con agobio y, en consecuencia, tomamos distancia y la relación pierde en confianza.
Para nutrir la relación madres/padres-hijas/os considero fundamental que las madres/padres confíen en los criterios y decisiones de las/os hijas/os sin pretender controlar, lo cual a mi juicio es uno de los mecanismos involucrados en la sobreprotección.
Por último, para cambiar esta concepción del rol materno/paterno considero de vital importancia realizar los aprendizajes que Hermínia propone en la última pregunta del artículo, especialmente el “comprender que mis hijos/as no son de mi propiedad ni una prolongación de mí”.
Muchas gracias, Hermínia, por esta invitación a una reflexión tan necesaria.
Ser mare o pare deu ser una tasca difícil, havent de controlar l’impuls de protecció en tot moment cap als fills. Molts pares i mares els costa entendre que no poden estar en tot moment guiant i decidint pels/les seus/ves fills/es, ja que aquests/es hauran d’aprendre a decidir per ells/les sols/es i a equivocar-se. Crear un bon vincle de confiança beneficiarà a tots dos costats, fent que la comunicació flueixi en ambdues direccions sense que calgui forçar-ho.
Com ha comentat una companya, en un futur potser tenim l’oportunitat d’acompanyar a famílies que vulguin millorar la qualitat de la relació entre ells, i poder ajudar-les serà una feina més que enriquidora.
Reflexionando des del rol de hija e intentando ponerme en el rol de futura profesional, me hace tomar consciencia de la importancia, una vez más, que tiene la frase “para ayudar a mis hijos yo también he de trabajar en mi desarrollo como persona”.
Por suerte, poco a poco pedir ayuda es una echo que se va normalizando y me emociona pensar que en un futuro podré acompañar a padres y madres para que puedan llevar a cabo un mejor desempeño de su rol.
Acompañar a famílias para que aprendan a tomar consciencia y puedan mejor la calidad de la relación me parece sin duda, un trabajo muy enrriquecedor e importante. Poder leer estos artículos me ayuda a confiar aún más en mi profesión y me facilita herramientas y estrategias para poder acompañar y acompañarme cada vez más y mejor.
Me ha gustado mucho la invitación a reflexionar de la pregunta ¿Como le has echo sentir? a través de esta podemos darnos cuenta hasta que punto conocemos a nuestro hijo comparando como creemos que se siente y como se siente en realidad con respecto a nosotros y el rol paternal, y como es nuestra relación con él. Por otra parte, el desarrollo de la confianza en su potencial venciendo al miedo que lleva a la sobreprotección para poder brindarle un apoyo y ayudarle generar su independencia y autosuficiencia.
En este caso, he leído el artículo desde el rol de hija ya que, de momento, no soy madre.
Creo que es una de las mayores responsabilidades que te da la vida y nadie nace enseñado y en este caso, mucho menos con un manual para ser el mejor padre/madre ni el mejor hijo/a.
La clave está, como bien dices Hermínia, en la pregunta ¿Quiero realmente comprender a mi hijo? Ya que muchas veces, tanto en el rol de padres como de hijos, tenemos la tendencia a todo aquello que nos resuena, pasarlo al otro.
Es decir, a veces somos nosotros mismos quien no nos comprendemos, quienes no sabemos qué queremos o a dónde queremos ir y pasamos estos miedos y/o inseguridades a los hijos o viceversa, sin cuestionarnos realmente aquello que en ese momento sentimos, aquello que hacemos y decimos, por tanto, creo que primeramente, para tener una buena relación con los demás, sobre todo cuando hablamos de padres a hijos, ya que es uno de los primeros vínculos y más importantes, hemos de tener en cuenta aquello que sentimos nosotros y ser consecuentes con aquello que decimos, hablamos y hacemos para poder transmitir valores, enseñanza y respeto en nuestras relaciones más primerizas como son en este caso padres e hijos.
Este artículo me ha pensar en la relación que he tenido con mis padres para ser quien soy. Me hizo recordar cosas que hacía a los 10 años como salir y solo avisando dónde iba a estar, recuerdo que mi hermana menor me decía pero hay que pedir permiso y yo le respondía no solo le avisamos y con tono seguro y funciona. Pero en el fondo estaba muerta de miedo que me detuvieran y me hicieran ver lo chica que era. También viene a mi mente las veces que estaba en las conversas familiares, todos adultos menos yo y mi hermana menor, y de repente dabamos uestra opinión y siempre había escucha y sino mi madre legitimaba ese espacio.
Recordar me hace ver cómo siempre buscaba la respuesta de mis padres a estas decisiones o acciones
que realizaba, sino había ninguna lo que sentía era cofianza y veo que hoy si confío en mí en otros es producto de esas experiencias.
Los padres son la base fundamental del desarrollo en habilidades y actitudes de cada persona, y el miedo que puedan sentir me parece algo necesario si te ayuda a potenciar lo anterior.
Nadie enseña a ser padre, por ello encuentro muy potente estando en ese rol la invitación a cuestionarnos ¿realmente quiero comprender a mi hijo? ¿qué quiero para mi hijo? ¿para qué quiero eso? ¿realmente lo quiero para él?, siempre tener la claridad en uno permite una mayor claridad en la formación de otros.
Que potente el tema para quienes somos padres y también hijos. Concuerdo con Pepi, Jimena y Rocío. No hay recetas mágicas, se hace camino al andar, pero si uno como padre no se libera de los miedos, desconfianza, rabia, impaciencia, etc, no podremos acompañar a nuestros hijos en sus aprendizajes.
Un artículo para leer permanentemente y no olvidar!
Gracias Herminia
Como bien dices los padres lo que intentan es salvar a sus hijo, sobreprotegiéndoles y tratando de guiarlos por el buen camino, pero lo que están realmente haciendo es en cierta manera que hagan lo que los padres quieran. Es cierto, que los padres tienen que procurar un bienestar de su hijo, pero esos hijos también tienen derecho a ser escuchados y poder decidir que quieren, dónde esos padres han de aprender a escuchar y no juzgar. Lo que necesitan estos niños es sentirse queridos, escuchados, comprendidos y respetados por esos padres.