Construir una vida en pareja parece que tendría que ser muy fácil. Yo te quiero, tú me quieres, nos queremos y deseamos ser una pareja. Y la mayoría queremos que la relación sea especial y maravillosa “hasta que la muerte nos separe”, pero no siempre sabemos cómo conseguirlo. ¿Hay alguna fórmula secreta para lograrlo? ¿Cómo forjar una profunda y cálida relación de pareja?
Hoy me gustaría hablaros de uno de los factores que en mi opinión es clave para que la relación de pareja saque lo mejor de nosotros:
SABER CONVIVIR
Cuantas veces hemos escuchado expresiones del estilo: “la convivencia es muy difícil”, “la convivencia mata la pasión”, “la convivencia conlleva rutina”, etc. Probablemente estas voces tengan parte de razón, pero quizás no sea siempre así. Para mi SABER CONVIVIR, significa:
SABER – VIVIR – CON – ALGUIEN
Saber: Implica humildad para reconocer y aceptar nuestros errores y estar dispuestos a convertirlos en aprendizajes. Así mismo, confiar en nuestro enorme potencial de aprendizaje.
Vivir: Implica que amamos la vida, que vibramos, que podemos disfrutar y apreciar los pequeños regalos que la vida nos ofrece cada día. Que somos conscientes de quien somos y de la vida de pareja que queremos vivir. Que sabemos apreciar y agradecer las pruebas de amor que nos ofrece nuestra pareja. Vivir significa que estamos en el presente, que amamos “aquí y ahora” a nuestra pareja.
Alguien: Implica que a mi pareja la valoro por ella misma, por ser quien es, la respeto y la aprecio, no por ser un medio para mis propios fines sino por ser ella misma. Amar a nuestra pareja sin exigirle, sin expectativas y sin esperar que sea perfecta. Amarla por ella misma, con sus cualidades y sus debilidades, desde el respeto y el cariño.
Con: Implica que hay un proyecto conjunto, que de manera consciente hemos decidido darnos mutuamente lo mejor de nosotros mismos. Que compartimos lo mejor de nosotros, desde nuestra honestidad y libertad. Que queremos adquirir el compromiso de ser pareja.
Probablemente este sea el sueño más íntimo de muchas personas, sin embargo pocas son las parejas que lo consiguen. ¿Qué nos impide lograrlo?
Por una parte todo aquello que a nivel personal e íntimo nos aleja de apreciar la vida: el miedo, los celos, el rencor, la pereza, el autoengaño, la desconfianza, la tristeza, etc. Aquellos sentimientos que sacan lo peor de nosotros mismos y que nos empujan a alzar muros para protegernos y cerrarnos en nuestro aislamiento y dolor.
Por otro lado todo aquello que implica desvestir al otro de su singularidad como ser humano: la falta de respeto, la utilización, el egoísmo, la dependencia, etc. Cuando olvidamos que nuestra pareja es una persona única, especial y diferente. Que es diferente a nosotros y que pretender cambiarla la despoja de su esencia.
Tratar a nuestra pareja como alguien que nos es útil para que cubra nuestros gastos ya que “hoy día con el sueldo de uno no basta”, útil para no sentirnos solos y poder decir que “tenemos” pareja, útil como “canguro” para que alguien se haga cargo de “mis” hijos cuando yo no puedo. Tratar al otro como “una cosa” que si me sirve utilizo, si no me sirve desprecio o abandono emocionalmente.
Otro factor que nos impide convivir con nuestra pareja son todas aquellas “conversaciones” que impliquen discutir, interrogar, amenazar, imponer nuestra razón, criticar y acusar, con lo que conseguimos alejarnos, cerrar nuestra mente y nuestro corazón, dejando profundas heridas en la relación.
Permanecer aferrados al pasado, victimizándonos y culpabilizando al otro por no haber visto, o no haber hecho, o no haber sabido… puede impedirnos vivir el presente. Igualmente, centrar nuestras expectativas en el futuro, esperar que con el tiempo el otro haga o cambie nos alejan de disfrutar el presente.
¿Qué me permitirá convivir con mi pareja de manera plena?
Para poder amar a mi pareja será imprescindible que primero aprenda a amarme yo, para no caer en la trampa de utilizar a mi pareja para sentirme amado por alguien. Si no estoy lleno de mi propio amor, lo que ofreceré será a cambio de algo.
Desterrar el miedo y la pereza de mi vida. Es decir, confiar en mí y en mi pareja y cumplir el compromiso de dar vida a nuestra relación. Esto significará que cuidar la relación será una prioridad en mi vida.
Ser consciente de que quiero escuchar y comprender a mi pareja en lugar de juzgarla con mis palabras o castigarla con mi alejamiento, para generar conversaciones transformadoras.
Transmitir a mi pareja que es importante para mí, apoyarla cuando lo necesite y mediante acciones concretas darle muestras de mi afecto, respeto, consideración y solidaridad.
Construir puentes entre mi pareja y yo, con ladrillos de confianza, amabilidad, perdón, comprensión, compasión y generosidad y amor y así evitar levantar muros que me aíslen y distancien de mi pareja.
Buscar de manera consciente el equilibrio entre autonomía y vínculo. Construir una relación de interdependencia, donde yo me hago responsable de mis propios sentimientos y acciones, pero también soy capaz de buscar apoyo y ayuda en mi pareja. Respetar mis necesidades y las suyas de independencia y desarrollo personal.
Potenciar el diálogo. Expresar mi esencia y conocer la esencia de mi pareja. Iniciar conversaciones con mi pareja con el deseo de mostrarme y abrirme para compartir mis sueños, ilusiones e inquietudes y realmente interesarme por las de mi pareja.
Para amar a mi pareja “aquí y ahora” será imprescindible que me desprenda del pasado a través del perdón y del agradecimiento y no genere expectativas irreales esperando que mi pareja sea alguien que no es.
Apreciar que mi pareja es uno de los espejos más importantes de mi vida, ya que me devuelve una imagen precisa de mi. Lo que no acepto de mi pareja es un reflejo de algo que no acepto en mi. Puedo pensar que el problema “es mi pareja” y por tanto “tiene que cambiar”, o puedo aceptar que soy yo quien ha de cambiar algo y agradecer la oportunidad de aprendizaje que se me ofrece.
Agradecer y reconocer las “pruebas de amor” que mi pareja hace por mi, sin esperar que sean otras.
Pedir a mi pareja lo que necesito, entendiendo y aceptando que quizá no pueda, no sepa o no sea en ese momento lo adecuado para ella.
Conectar con mi alegría, mi paz interior y mi amor para generosamente compartirlos y ofrecerlos a mi pareja.
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Hermínia Gomà
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