Escrito por: Hermínia Gomà
Una de las desgracias de nuestra época es que, al querer deshacernos de los sentimientos de culpa injustificados, también relegamos al olvido muchos que eran justificados.
Louis de Bonald
En este artículo abordaré el sentimiento de culpa. El sentimiento de culpa en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestras organizaciones y en nosotros mismos.
La mayoría de nosotros hemos desarrollado nuestro carácter en un entorno donde el error, la distracción, la falta de atención, la ignorancia, e incluso el no cubrir las expectativas propias y ajenas, hacen que nos sintamos culpables. Donde esta culpa, para ser redimida exige arrepentimiento y perdón.
En nuestra sociedad aun perdura la creencia de que “la letra con sangre entra”, de que el castigo, la recriminación y hacer sentir culpable al otro son las mejores estrategias pedagógicas para conseguir que los demás cambien y aprendan. En el fondo estamos hablando de conseguir cambios motivados por el miedo a las consecuencias. Es una motivación que NO estimula valores como el compromiso, la responsabilidad ni la maduración personal.
Para mi hay otro enfoque más efectivo que está relacionado con identificar, aceptar, analizar, asumir la responsabilidad y buscar soluciones. Este enfoque pone el acento en asumir la responsabilidadno en buscar culpables. Este enfoque pone el acento en el valor de la superación personalno en la exigencia. Este enfoque pone el acento en la necesidad de reflexionar para aprendera tomar mejores decisiones, desde la adquisición de nuevos conocimientos en un entorno de apoyo y confianza. Este enfoque pone el acento en los valores.Valores como la responsabilidad, la integridad, la coherencia, la compasión, la esperanza, el amor y la confianza.
Cuando nos sentimos culpables el pensamiento que nos acompaña es del estilo: “he hecho algo malo”. En estos casos aparece “el Pepito Grillo” que todos llevamos dentro y nos recrimina: “No has hecho lo correcto, y lo sabes”. En el fondo hay DECEPCIÓN. Creemos que hemos decepcionado a alguien o nos hemos decepcionado a nosotros mismos. Cuando aparece este sentimiento, si no lo sabemos manejar, puede bloquearnos y aislarnos. Cuando conectamos con la culpa nos volvemos pasivos y eludimos nuestra responsabilidad. Cuestionamos nuestra valía y el derecho a amarnos y ser amados. Nos juzgamos y castigamos.
Una de las preguntas más “improductivas” que hacemos cuando algo ha salido mal es: ¿Quién ha sido? Y a continuación añadimos: “Van a rodar algunas cabezas…”. Podemos escuchar otras preguntas tan brillantes y productivas como la anterior: ¿De quién es la culpa?. Parece ser que cuando hemos identificado al culpable la situación se resuelve sola. En el momento que sabemos quien es el culpable lo juzgamos y castigamos, pero el problema sigue por resolver. ¿De dónde nace esta necesidad de identificar rápidamente al culpable? Del miedo a que alguien piense que la culpa es nuestra. Lo más importante es que el resto de personas sepan que YO no he sido. Identificar al otro como culpable, salva mi imagen ante los demás.
Es lamentable escuchar las excusas que dan ciertos directivos cuando un proyecto no sale bien. Lo primero que hacen es sacudirse de encima la culpa, traspasándola a alguien del equipo. Comentarios como: “no te puedes fiar de nadie…”, “si yo no estoy encima de ellos…”, “es que no se implican…”, “ya me encargaré yo de ese…”, “son unos incompetentes…”. En lugar de asumir la responsabilidad del proyecto, defender a su equipo y ser ágiles en la búsqueda de soluciones.
Hay personas que siempre buscan culpables fuerapara no asumir su propia responsabilidad y no son capaces de pedir disculpas por nada, a pesar de que todos a su alrededor hayan visto su error.
La culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas. Cada uno de nosotros ha construido una imagen “ideal” de quien debería ser. Cuando nuestras acciones y decisiones nos alejan de ese ideal podemos llegar a autocastigarnos, culpabilizar a los demás eludiendo nuestra responsabilidad o autoengañarnosnegando lo ocurrido, para no conectar con el dolor que nos produce esta brecha entre quien somos y quien “deberíamos” ser. Ninguna de estas alternativas nos aportará la tranquilidad y confianza que necesitamos. Se trata de comprender que esta “imagen ideal”, es una aspiración, no un deber. Una aspiración que nos ayuda a superarnos, a mejorar y ser cada vez mejores personas, establecer interacciones más ricas y resultados más exitosos.
Hay personas que se quedan pegadas al sentimiento de culpa. El problema es que se entretienen dándole vueltas a los pensamientos que generan este sentimiento. Se ven a ellas mismas victimas de si mismaso de las circunstanciasy dan vueltas y vueltas al tema, lo que las lleva a maximizar enormemente la situación en lugar de afrontarla.
La culpa aparece cuando sentimos que “fallamos” ante los demás y ante nosotros mismos. Hacemos culpable al otro cuando creemos que ha “fallado” o cuando juzgamos a la persona en toda su identidad, en lugar de corregir la conducta y apoyar a la persona. Cuando nos centramos en la conducta, hablaremos de errores. Errores que aparecen cuando tomamos malas decisiones, ya sea por ignorancia, por desidia, por pereza, por descuido, por cansancio…Cualquiera de nosotros podemos equivocarnos y sentirnos culpables no mejora la situación. Si se ha cometido un error, si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones. Soluciones que permitan obtener rápidamente los resultados esperados.
Hay directivos que piensan que si hacen sentir culpables a sus colaboradores estos aprenderán “la lección” y no “lo volverán a hacer”. Hipótesis totalmente improductiva como la experiencia ha demostrado reiteradamente. Hay directivos que manipulan a sus colaboradoreshaciéndoles sentir culpables y creen que movilizando esta emoción lograrán sus propósitos. De la misma manera que ciertos padres y madres manipulan a sus hijoshaciéndoles sentir culpables. Padres y madres que se sienten frustrados porque sus hijos no son como ellos querrían, ni hacen lo que ellos esperan. Con sus preguntas y comentarios culpabilizadores buscan el cambio, pretende que sus hijos aprendan. No son conscientes de que cuando hacemos que alguien se sienta culpable, éste conectará con el miedo y su neocortex se anestesiará. Si no pueden tener su mente abierta, ya que está ocupada protegiéndose, cualquier “lección” que pretendan transmitir no se registrará en la mente de sus hijos.
Pero no siempre se ha cometido una falta y aún así nace la culpa. Hay personas que se sienten culpables por no satisfacer las “exigencias” de otros. Personas que tienen grabada en su mente la creencia de que han de complacer a los demás. Personas tremendamente exigentes con ellas mismas que cuando no “cumplen” dichas expectativas, por cierto bastante irreales, se sienten culpables con ellas mismas. Personas que no pueden “perdonarse” el haber, supuestamente, fallado. Personas que consideran que para ser “válidas” han de ser “perfectas” en todo y para todos.
Hay personas que se sienten culpables por todo, a pesar de que no han intervenido en aquel suceso. Personas que ante cualquier comentario que hace alguien no pueden dejar de sentirse culpables. Imagínate que el director de tu departamento te pide que te quedes un par de horas más para ayudar en un proyecto determinado. Ese día habías organizado tu agenda para hacer algo para ti. Dices que hoy no puedes, pero empiezas a sentirte culpable: “Tendría que haber dicho que me quedaba”, “van a pensar que no me comprometo”, “estoy fallando a mis compañeros”, no van a contar conmigo… Este tipo de pensamiento suele ir acompañado de frases como: “No debería, debería…”
Encontramos este sentimiento de culpa en padres y madres por no saber dialogar con sus hijos, por no tener tiempo para ellos, por no tener ganas de jugar con ellos, por no poderles acompañar
Encontramos este sentimiento de culpa en empresarios y directivos por dedicar demasiado tiempo a su empresa y poco a su familia, por no lograr sus objetivos, por no haber diversificado sus inversiones, por tener que despedir a sus colaboradores, porque han de bajar ciertos estándares para ser más competitivos, por estar de mal humor, por no saber decir que no, por haber desaprovechado esa oportunidad…
Si realmente queremos que nuestros colaboradores, nuestros hijos, los demás sean conscientes de las consecuencias que tienen sus acciones, el dialogo será la mejor herramienta de intervención. El dialogo facilita que el otro se haga responsable de sus actos y pueda rectificar. El diálogo facilita la toma de consciencia de lo que hemos hecho y de sus repercusiones en nosotros o en los demás.
¿Qué hacer con la culpa?
¿En algún momento de tu vida te has sentido culpable de algo? Probablemente la respuesta sea afirmativa. ¿Quien no ha caminado en algún momento de su vida por el sendero de la culpa? La culpa es una emoción difícil de calibrar. Es una emoción que aparece en determinadas situaciones: cuando tomamos una decisión errónea y que tiene (o puede tener) consecuencias negativas (para nosotros mismos o para las otras personas) y además hemos transgredido un valor importante para nosotros (compromiso, honestidad, integridad, confianza, generosidad,…).
En las relaciones familiares es frecuente encontrar la culpa. Padres que hacen sentir culpables a sus hijos, hijos que recriminan a sus padres y parejas que se atribuyen la culpa mutuamente. Algunas personas atribuyen a los demás la culpa de todo su malestar. Incluso siendo cierto, llega un momento en que las personas debemos aprender a cerrar las heridas del pasado mediante el perdón. Cuando atribuimos nuestros males a otros nos victimizamos, no tomamos el control de nuestras vidas. El perdón, que nace de la aceptación y de hacer las paces con nosotros mismos y con los demás, nos libera del pasado y nos permite seguir adelante con nuestras vidas.
En otros casos conectar con la humildad puede ayudarnos a superar el sentimiento de culpa. Esta humildad implica reconocer que no somos perfectos y de que aun nos quedan muchas cosas por aprender. Acepto que soy imperfecto y dejo de castigarme por no haber hecho lo correcto. Busco como paliar la situación o como compensar a quien haya herido. Desde esta humildad puedo identificar qué me ha impedido hacer lo correcto. Acepto que puedo equivocarme.Rectifico mi actuación. Aprendo.
Requisitos para elaborar el sentimiento de culpa
- Identificar nuestro error, cuestionarnos lo que hacemos y como lo hacemos nos permite mejorar nuestro desarrollo personal.
- Identificar exactamente la conducta y los pensamientos que hacen que aparezca el sentimiento de culpa nos permite cambiar estos pensamientos y por ende nuestros sentimientos
- Reflexionar sobre lo que nos ha llevado a tomar la decisión errónea, sin decepcionarnos, nos permite conocernos y saber que tenemos más opciones a la hora de decidir en futuras ocasiones.
- Hacernos responsables de las consecuencias nos permite salir del victimismo y buscar soluciones. Si éstas afectan a los demás, pedirles perdón y compensarles.
- Perdonarnos a nosotros mismos para llegar a ser la persona que queremos ser.
- Desde el perdón a nosotros mismos podremos perdonar a los demás ya que muchas veces no podemos perdonar a los demás porque no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos. Culpar a los demás es un reflejo de nuestras propias culpas.
¿Cómo podemos llegar al perdón?
Al conectar con nuestro sentimiento de culpa, analizamos nuestra manera de pensar. Cuando me siento culpable mis pensamientos pueden ser del tipo: “Siempre me equivoco”, “no quería hacerlo”, “que van a pensar de mi” “soy una mala persona”, “soy un egoísta”, “no tengo en cuenta a los demás”, etc…
Reviso mis pensamientos y cuestiono si estas afirmaciones son ciertas. Realmente ¿qué me ha impulsado a hacer lo que he hecho?, en el fondo, ¿de qué tenía miedo? ¿De qué no he sido totalmente consciente? ¿Soy una mala persona o quizás me he equivocado?
Cuando he analizado y cuestionado mis creencias lanzo mi mirada al futuro, ¿cómo me quiero sentir a partir de ahora? ¿Qué quiero perdonar? ¿Para qué quiero perdonar? ¿Cómo puedo quererme mejor? ¿Qué puedo hacer para perdonarme a mi mismo? ¿Qué pasará cuando me haya perdonado? ¿Qué sucederá cuando dialogue con la persona a la que he agraviado?
A continuación me despediré de mi culpa. Este sentimiento me ha ayudado a tomar consciencia de mis errores y me acerca a la persona responsable que soy y quiero ser. Le doy las graciasy me despido de él.Desde el perdón y el amor a mi mismo me reconcilio con este pasado, para vivir consciente y plenamente mi presente y mi futuro.
Hermínia Gomà
26 de noviembre 2010

Creo en las personas y en su enorme capacidad de aprendizaje. Trabajo con ellas desde sus fortalezas y capacidades para que puedan liderar sus vidas y lograr aquellos objetivos que se propongan.
Disfruto haciendo escuela y formando parte de un equipo de profesionales a los que admiro y de los que aprendo cada día. Cuando converso con un paciente, cliente o alumno pongo a su servicio mi intuición, mis conocimientos y experiencias y también mi escucha y comprensión.
Com bé exemplifica l’article, des de ben petits hem estat educats amb aquesta idea de “buscar el culpable” quan passa alguna cosa dolenta, quan hi ha errors, o conflictes. M’agrada molt més pensar en “buscar una solució” al problema de tal manera que entre els implicats neixin possibilitats de solucionar el conflicte des del diàleg, el perdó i l’amor. Només així podrem canviar un mal resultat per un de bo, deixant de sentir-nos culpables i permetent aquest canvi.
Me gusta mucho la relación entre la culpa, la decepción y los juicios. Es un triangulo vicioso que juega en nuestra contra. La nueva visión que propone el articulo me parece muy acertada y sobre todo adaptativa. Todos cometemos errores, y no querer cometerlos (inconscientemente, no errar a propósito) es para mi el principal error. Del error nacen los aprendizajes, la capacidad de resolución, hasta en cierto modo la creatividad y estimulación. Esta nueva visión de la culpa, sobre todo hacia uno mismo por haberse fallado o actuado de una manera que, a posteriori, se ve que no corresponde con sus valores, y del perdón, entendido como un análisis del porque ha ocurrido la situación y como repararla o no repetirla abre las puertas a un gran crecimiento personal.
El sentiment de culpa és molt comú en les persones, sobretot en aquelles que han viscut amb fammilies on tendeixen a culpabilitzar en els nens allò que els hi passa als grans.
Sovint tendim a creure que sempre hi ha d’haver un culpable, i tendim a evitar ser-ho nosaltres per evitar donar mala imatge. Aquest article junt amb les pràctiques m’ha permès veure que el sentiment de culpa ve del judici i aquest judici ve exclusivament de nosaltres, de les nostres expectatives ja que els altres no tenen perquè jutjar-nos.
Gràcies Hermínia per aquest article que em possibilita reflexionar respecte a la culpa. És ben cert que la culpa es sustenta amb l’error, de quelcom que hem fet malament, d’un greuge…, ja l’educació es basa en la dicotomia del que està bé i del que està malament, del que és bo i del que és dolent i la nostra tradició cristiana fa èmfasi en el pecat i en el càstig. M’ha agradat veure com “la responsabilitat” té una mirada més lliure de la moral i permet assumir l’efecte que tenen les nostres accions i fer-nos càrrec de les seves conseqüències. En la meva opinió, assumir la responsabilitat ajuda a créixer i ens activa la reparació del greuge o el dolor que hem creat.
Què necessari és posar-hi paraules a un sentiment que en la societat d’avui dia ha estat tabuïtzat, gràcies Hermínia per compartir-nos-en les reflexions. D’una banda, considero imprescindible identificar si la culpa està esdevenint torturadora o reparadora en nosaltres. En el primer cas, la reacció emocional es constitueix per una autoflagel·lació, una victimització, o l’atribució de la culpa a l’altre, situacions que ens submergeixen en un mar de decepció, i ens ceguen de les nostres responsabilitats, un patiment que no ens permet rectificar ni alliberar-nos del pes de la culpa.
En el segon cas, quan qüestionem la veu de la torturadora, li donem un espai, i seguim els passos indicats a l’article, ens permetem transgredir aquesta foscor que ens cegava, per a poder transformar la culpa en amor, qüestionant-nos quin ha estat el nostre error, com ho podem fer per a millorar, quines han estat les necessitats que potser l’altre no ha cobert, comprendre’ns i comprendre. És indispensable el paper del perdó, des de l’amor i la cura, ja que etimològicament significa “deixar d’esperar”, alliberar-nos de la decepció i a l’altre de les expectatives.
Es fundamental discernir entre lo que realmente depende de nosotros y lo que no. Darnos cuenta de que nos estamos sintiendo culpables por cosas que escapan de nuestro control, nos ayuda a liberarnos.
El nivel de exigencia y las expectativas que tenemos de nosotros mismos y de los demás también cobran protagonismo en la culpa. Es importante ser realistas en nuestras expectativas y no permitir que la decepción nos abrume. Todos somos humanos y estamos sujetos a cometer errores. Debemos recordar que no somos perfectos y que el camino hacia el crecimiento implica aprender de nuestras fallas y aceptar que a veces las cosas no saldrán como esperábamos.
Tampoco no satisfacer las exigencias de los demás debe ser motivo de frustración. No podemos controlar lo que los demás esperan de nosotros y es importante comprender que hay batallas que no nos pertenecen.
Aprender del error es una parte fundamental de superar la culpa. Debemos reflexionar sobre nuestras acciones, comprender las lecciones que podemos extraer y hacer todo lo posible para evitar cometer los mismos errores en el futuro.
Debemos aprender a soltar la culpa y perdonar, perdonarnos.
Son muchos los libros que ayudan a trabajar la culpa:
– “La Voz de tu Alma” (Lain García Calvo, 2013)
– “La Ley del Espejo” (Yoshinori Noguchi, 2006)
– “El Código de la Emoción” (Bradley Nelson, 2007)
– “Despertando al Gigante Interior” (Tony Robbins, 1991)
Crec que continua sent molt necessari recordar que tot i que socialment encara perduri la creença que el càstig, la recriminació i el fer sentir culpable a l’altre, són les millors estratègies pedagògiques per aconseguir que els altres canviïn i aprenguin, no ho són. Els canvis motivats per la por a les conseqüències no estimula valors relacionats amb la maduració emocional.
Per tant, si no és, ni de lluny, la manera més efectiva, per què ens culpem i ens castiguem a nosaltres mateixos quan ens decebem? Per què la reflexió anterior és més complicada de fer quan es refereix a un mateix? És que es val tot quan es tracta d’un mateix? Així doncs, d’alguna manera, el que m’enduc és la reflexió de trobar estratègies més ajustades, però no només de cara als demés, sinó de cara a un mateix.
Personalmente, considero que este artículo ofrece una perspectiva valiosa sobre el sentimiento de culpa y plantea formas constructivas de lidiar con él, ya que si la abordamos desde un punto más negativista puede repercutir de forma peyorativa en nosotros. Me agrada el hecho de que se destaca la importancia de la responsabilidad personal, el diálogo y el perdón como herramientas para superar la culpa y vivir una vida más consciente y plena. Es una lectura muy recomendable, muchas gracias.
Hola Herminia, leyendo este artículo me ha llamado mucho la atención el tema del perdón.
El perdón es un proceso emocional y mental que nos permite liberarnos de la carga emocional negativa. Implica renunciar a la necesidad de venganza, liberar resentimientos y encontrar compasión hacia uno mismo y hacia los demás. Perdonar no significa justificar o aceptar comportamientos dañinos, sino más bien soltar el sufrimiento emocional asociado con la situación. Como mencionas en el texto, culpar a los demás a menudo refleja nuestras propias culpas, por lo que es fundamental perdonarnos a nosotros mismos para dejar de hacerlo. Debemos permitirnos cometer errores, de hecho, equivocarse es una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Al final, eso es lo que implica vivir la vida.
La culpa es muy recurrente en sesión, es una emoción que a mi parecer predomina bastante. Identificar – aceptar – analizar – asumir la responsabilidad – buscar soluciones, interesante proceso según uno de los enfoques que Herminia plantea.
La relación culpa y decepción, es interesantísima también. Sentir que hemos fallado, decepcionado a alguien pero sobre todo a nosotros mismos. Llenos de juicios y expectativa, buscamos un castigo y nos condenamos por ello. Aunque la culpa trata de anclarnos en ese sentimiento y ese malestar, para solventarlo hay que buscar soluciones y no culpables.
He podido trabajar bastante con la culpa en mi TFG al tratar temáticas de maltrato en relaciones de mujeres. Puedo decir que todas y cada una de las víctimas compartían el patrón de sentirse culpables por todo tras esas relaciones. Ha sido muy revelador leer las palabras de Herminia sobre cómo despedirse de la culpa. Gracias.
Gràcies Herminia per les teves paraules, m’ha agradat molt com abordes de manera profunda i compassiva el sentiment de culpa, explorant les seves causes i els seus efectes en la nostra salut emocional.
És vital comprendre les raons darrere de la culpa i qüestionar la seva validesa. De cara a treballar com a terapeuta. M’ha recordat la importància d’ajudar els meus clients a explorar les creences i pensaments que alimenten el seu sentiment de culpa, i a desafiar aquells que no estan basats en fets o que són massa autoexigents. Una de les coses que m’agradaria practicar més és l’autocompassió i el perdó cap a mi mateixa. Moltes vegades l’autoexigència juga un paper limitant en les meves accions.
Relacionar culpabilidad con exigencia me ha sido fundamental para entender el artículo, como por, tanto exigencia hacia nosotros como hacia los demás, podemos llegar a experimentar decepción y buscamos culpar a alguien, y en el caso que nos culpemos, tendemos a juzgarnos y castigarnos por no cumplir con unas exigencias que creemos que debemos acatar. Sin duda, si trabajamos más en nosotros mismos, y de dónde nos viene esa exigencia y de que forma nos limita, cuando experimentemos una decepción y nos sintamos culpables, podremos gestionar de otra forma la situación y nuestras emociones, siendo conscientes de lo que podemos o no controlar y actuar en consecuencia para buscar soluciones posibles, o al menos, aceptarlo.
Hola Hermínia. Solo quiero felicitarte por este artículo. Me llevo la importancia de hacer las paces con uno mismo cuando ha cometido un error; reconciliarnos con nuestra culpa y perdonarnos. Nunca lo había pensado de este modo.
La culpa es un sentimiento peculiar porque es muy difícil de disolver. Tratamos de apaciguar esta sensación de maneras muy improductivas, tú en este artículo nombras unas cuantas: echamos la culpa al otro para salvar nuestra imagen, machacamos psicológicamente a la persona que se ha equivocado con la idea de que así no lo volverá a hacer, mentimos cuando nos equivocamos, atacamos para defendernos, recriminamos, echamos balones fuera, señalamos… Hacemos de todo. El problema es que todos los ejemplos anteriores no sirven ni para eliminar nuestro sentimiento de culpabilidad, ni para solucionar el problema, ni para sacar ningún aprendizaje. Y así vamos. Y cuando trasladamos esta cuestión a las empresas ahí es cuando se pasa de castaño oscuro. Si en general ya nos manejamos bastante mal con la culpa, sólo hace falta que le sumes el juego de roles de poder, la lucha de egos, las relaciones de interés y los chismorreos por los pasillos que se pueden dar dentro de una empresa. Es el cóctel perfecto para equivocarte y no volver a levantar cabeza.
En fin, ojalá con el tiempo vayamos mejorando nuestra habilidad para relacionarnos con la culpa porque de verdad pienso que el mundo iría mucho mejor de como va.
Hola, Hermínia. M’agrada aquest tema i la teva manera d’explicar-nos-el. Com bé comentes, la culpa es relaciona amb moltes coses del nostre dia a dia. Com el càstig, el judici, la por, l’error, l’acceptació… Al final tots són components d’una cadena d’esdeveniments emocionals i cognitius que d’alguna manera està escrita i es va reescrivint en la nostra cultura. Molt important és parlar d’aquest tema d’una forma constructiva i afectiva tal com tu ho fas, ja que és una tendència molt comuna evitar parlar sobre el tema, evitar pensar-hi o fins i tot rebutjar-lo. És aleshores quan es converteix en impossible l’autoconeixement, l’acceptació, la responsabilitat i la felicitat. Entrem al bucle de les tècniques autoritàries que ens han construït des de generacions, educant-nos sobre l’amor i la vida des de la por i el control.
Hola Hemínia, gràcies altre cop per les teves paraules. D’aquest article me n’enduc la reflexió sobre l’atribució de la culpa: quan l’atribuim als altres ens victimitzem, quan ens l’atribuim podem prendre el control de la situació. Moltes vegades sembla que aquesta autoatribució de la culpa sigui una derrota per la nostra imatge pulcra, sembla que ens fa por acceptar que no som perfectes i que no hem actuat com realment creiem que hauriem d’haver-ho fet. Però prendre consciència d’aquesta realitat és el que permet fer un pas endevant i gestionar aquest sentiment de culpa. M’ha semblat molt encertada la reflexió final en la que dius que cal acomiadar-se del sentiment de culpa. Al final, el sentiment és l’atribució que li fem nosaltres a una emoció i té una finalitat adaptativa, hem de poder llegir-la per entendre-la, però a partir d’aquí és necessari acceptar-la i acomiadar-la. La culpa, doncs, ens ajuda a prendre consciencia dels errors i ens apropa a la persona responsable som i que volem ser. Si l’acceptem i li donem les gràcies, des del perdó i l’amor cap a nosaltres mateixes, haurem tret el màxim profit i aprenentatge d’aquesta emoció que tant malestar ens genera.
Personalment, la culpa és una de les emocions que sempre m’ha costat més gestionar. Això, crec que és perquè normalment la culpa apareix quan un acte nostre té repercussions negatives a una persona externa o a nosaltres mateixes. En el segon cas al final ets tu qui t’has de perdonar a tu mateixa, i amb relació a això em semblen molt interessants les idees que planteja aquest article per poder assolir això.
Però és en el primer cas que he comentat, quan un acte nostre te repercussions cap a terceres persones, que ho trobo més complicat. Ja que, no està en les nostres mans que aquella persona entengui el que hem fet i ens pugui arribar a “perdonar”. També és cert, i és algo del que he pres consciència durant la lectura i reflexió d’aquest article, que al final si som sinceres cap a nosaltres i cap a l’altre, aquesta culpa serà més fàcil de gestionar i poder veure-la des del concepte “assumir responsabilitats”.
A mí, personalmente, lo que mejor me ha ido para gestionar la culpa en terapia es el trabajo de identidad y de autocompasión, que derivan en una mejor autoestima. Si entendemos qué nos ha llevado a pensar o actuar de tal forma, podemos tratarnos con amor y compasión y perdonarnos. ¿Nos tratamos a nosotros igual que trataríamos a alguien querido? Al igual que si entendemos que hay cosas por las que nos sentimos culpables que no son discursos propios sino heredados, podremos poner límites y responsabilizarnos solo de lo que realmente nos pertoque. Creo que es un trabajo de desarrollo, crecimiento y maduración personal muy determinante en nuestras vidas. Y como profesionales de la salud mental creo que somos los primeros que debemos revisarnos estas cosas.
Que tema tan importante como es el sentimiento de CULPA. Creo que la culpa nos conecta a veces con el miedo, otras con la tristeza, y muchas otras con la ira o la rabia. Hemos crecido en una sociedad donde buscar el culpable es más importante que buscarle soluciones al problema, donde se busca el culpable desesperadamente simplemente para juzgar a esa persona, por miedo a que los demás me juzguen a mi por ser culpable. Pero, a final de cuentas, todos nos equivocamos y todos cometemos errores…el problema se halla en no saber admitir nuestros errores, y por tanto mentir por no sentirnos juzgados por los demás.
Sin embargo, ahí queda la culpa, el sentimiento no desaparece aunque mientras. Más bien, el sentimiento podrá desaparecer reflexionando a cerca de por qué nos sentimos culpables, qué hemos hecho, por qué lo hemos hecho, aceptando nuestro error y perdonándonoslo.
Tendemos a buscar culpables más que buscar soluciones, en todos los casos, incluso cuando nos sentimos culpables nosotros mismos. Nos encallamos en lo mal que nos hace sentir la culpa en lugar de pensar como redimirla y qué podemos aprender de la situación. En lugar de construir, destruimos…
Por otro lado, en lugar de hablar de culpa, podría ser útil hablar de responsabilidad. De qué parte de responsabilidad que tenemos nosotros y qué parte tienen los demás. Al hablar en este término y puesto que las palabras construyen realidades, podemos situarnos más dirigidos a la acción, primero porque tener responsabilidad no tiene un significado tan peyorativo como tener culpa, y segundo porque su significado conecta con el poder de hacer algo al respecto. Con la culpa sin embargo, nos regocijamos en el malestar y cuesta enfocarnos en buscar la solución.
Y por último, dado que la culpa nace de un juicio, otra forma de trabajarla es encontrando los juicios que nos hacemos para reformularlos o cuanto menos cuestionarlos. ¿De dónde vienen esos juicios? ¿Son míos?
Solo el hecho de cambiar la palabra culpable por responsable ya es un cambio de enfoque muy importante. Cada palabra tiene una connotación y unos significados muy distintos, la culpa se relaciona con el castigo, mientras que la responsabilidad tiene que ver con hacerse cargo y tiene un significado empoderante. Cuando nos hacemos cargo existe la posibilidad de cambiar y mejorar porque existe la confianza.
Me ha gustado mucho la relación que se ha hecho entre la culpa y la autoexigencia, “comprender que esta imagen ideal es una aspiración, no un deber”. No tenemos el deber ser perfectos, y es la humildad lo que nos ayudara a reconocer que no lo somos y a buscar maneras de compensar la actuación errónea. Por último, también destacaría que la humildad nos puede ayudar a investigar desde la curiosidad, que es lo que nos ha impedido hacer una mejor actuación.
Es curioso como este artículo me hace viajar al pasado, cuando cada vez que hacía algo “mal” inmediatamente tenía que echar la culpa a alguien más o mentir, con tal de que sobre todo mi madre no supiera que había sido yo. Realmente, ahora entiendo el porque lo hacía, en ese momento solo pensaba en no recibir el castigo impuesto por mi madre o más bien que no se enfadara conmigo. Pero no se en que momento todo a cambiado, ahora no tengo ningún problema en reconocer si algo ha sido culpa mía, siempre da vergüenza reconocer que te equivocas o no tienes la razón, pero me siento mejor si lo digo.
Es curioso como este artículo me hace viajar al pasado, cuando cada vez que hacía algo “mal” inmediatamente tenía que echar la culpa a alguien más o mentir, con tal de que sobre todo mi madre no supiera que había sido yo. Realmente, ahora entiendo el porque lo hacía, en ese momento solo pensaba en no recibir el castigo impuesto por mi madre o más bien que no se enfadara conmigo. Pero no se en que momento todo a cambiado, ahora no tengo ningún problema en reconocer si algo ha sido culpa mía, siempre da vergüenza reconocer que te equivocas o no tienes la razón, pero me siento mejor si lo digo.
La culpa es uno de los sentimientos que menos me gusta experimentar pero que en parte es inevitable. Las expectativas que genero sobre mí y sobre los demás, o sobre lo que va a pasar, muchas veces han jugado en mi contra y después de no cumplirse he sentido culpa.
Recuerdo una vez en la que sentí mucha culpa. Culpa porque lo que hice le dolió hasta el fondo del alma a una amiga, y me culpé de hacerle sentir así. Es un sentimiento que no es cómodo, que queremos solucionar. Pero da miedo porque tienes que aceptar tus actos, o la realidad, y a veces no queremos o sentimos que no estamos preparados. Cuando quedé con mi amiga para disculparme, fue como lanzarme al vacío, me hice responsable de mis actos, y, aunque fue muy doloroso reconocer que me había comportado mal, me alivió decirle. Pero también es verdad y concuerdo con el artículo, que por mucho que los demás te perdonen, hasta que no te liberes tu de la culpa y te perdones no podrás continuar con tu camino. Habrá algo que siempre te lleve al pasado. Por eso es importante reflexionar sobre la acción que hicimos, porqué la hicimos y aceptar que lo hicimos.
Que importante es recordar que nuestro yo ideal es algo a lo que aspirar y no algo que debemos ser. Los ideales al fin y al cabo son solo eso, ideales, utopías. Algo que reconoces que es inalcanzable y que deseas aspirar ser. Entonces, sabiendo esto, ¿por qué seguimos muchos de nosotros a alcanzarlo? ¿Y por qué nos machacamos por no conseguirlo?
Asimismo, me parece crucial que recordemos que la función de la culpa es darnos cuenta de nuestro error, es una llamada de atención para prestarle atención a lo que hemos hecho y tomar acción, no para martirizarnos por ello. Y yo sabiendo esto soy incapaz de dejar la culpa atrás, soy de esas personas que ansían la perfección y al no serlo me castigo. Me es difícil perdonarme por mis errores, sobre todo si implica algún tipo de daño para otros.
Es doloroso aceptar que nunca podré ser perfecta, la perfección es lo que ansío para lograr un escudo impenetrable a cualquier tipo de daño exterior a mí, no ser perfecta implica ser aún más vulnerable y eso me asusta. Aprender que el dolor forma parte de la vida y que no hay manera de evitarlo es complejo, aun cuando el dolor ya está aquí, presente, como consecuencia de mi búsqueda por la perfección y aun así no despierto de mi burbuja.
Hem crescut en una societat on és molt comú buscar el culpable, encara que sigui mentida. L’altre dia a classe de psicologia cultural parlavem de la cultura gitana, i és que en aquesta cultura quan hi ha un conflicte no es busquen culpables, ni qui té la raó, només se centren en trobar una solució al problema. És interessant reflexionar sobre això perquè nosaltres sí que sempre busquem al culpable, i al final no serveix de res trobar-lo, perquè per molt que trobis un culpable a una situació, tu et pots seguir sentint igual o més culpable. A psicoterapia hem après que la culpabilitat neix d’un judici, doncs treballem aquell judici o judicis, qüestionem-lo, analitzem-lo, gestioem-lo, i llavors decidim què fer amb aquell judici, llavors probablement la culpa que sentia haurà desaparegut, o no, però almenys sabràs d’on ve, per a què he decidit seguir amb ella, etc.
D’aquest article m’agradaria destacar el fet que les formes punitives de dirigir els equips que tenen alguns caps, o alguns pares als seus fills, siguin ineficaces. El fet de que connectin directament amb la por i, en conseqüència, que provoquin anestèsia en el neocortex. Per contra, que les formes de direcció en que s’apel·la al mateix compromís, i a la mateixa maduració, acabin sent molt més eficients, ja que l’objectiu passa a ser més propi i personal, assumint també com a pròpia la necessitat de solució d’allò en el que ens haguem equivocat. Aixi doncs, el diàleg com a forma imprescindible per poder identificar, analitzar i acceptar la pròpia responsabilitat, per després participar en la solució serà algo que vindrà ja donat.
Actualment estic vivint una etapa de creixement personal molt bèstia, i això ha implicat prioritzar-me en moltes coses que abans no feia. Això però, ha generat en mi sentiments de culpa per “trencar” amb allò que havia après, en deixar de prioritzar a una altra persona, en dir allò que sento, en comunicar les meves opinions…, per por a fer mal o a com reaccionarien terceres persones.
Amb el temps però, i relacionat amb el que diu l’article, he après a separar aquest judici que genera la culpa, el càstig per no ser qui els altres volien que fos, per no complir les seves expectatives… I he començat a analitzar aquesta culpa que sento, i contrastant-ho amb les meves necessitats i prioritats, que soc jo mateixa. Així he aconseguit (o estic aconseguint) estar en pau amb mi, ja que no podem estar tota la via complaent a tothom menys a nosaltres.
Actualment estic vivint una etapa de creixement personal molt bèstia, i això ha implicat prioritzar-me en moltes coses que abans no feia. Això però, ha generat en mi sentiments de culpa per “trencar” amb allò que havia après, en deixar de prioritzar a una altra persona, en dir allò que sento, en comunicar les meves opinions…, per por a fer mal o a com reaccionarien terceres persones.
Amb el temps però, i relacionat amb el que diu l’article, he après a separar aquest judici que genera la culpa, el càstig per no ser qui els altres volien que fos, per no complir les seves expectatives… I he començat a analitzar aquesta culpa que sento, i contrastant-ho amb les meves necessitats i prioritats, que soc jo mateixa. Així he aconseguit (o estic aconseguint) estar en pau amb mi, ja que no podem estar tota la via complaent a tothom menys a nosaltres.
La culpa. La culpa es mi asignatura pendiente. Recuerdo que desde pequeña cada vez que cometía un error sentía que las consecuencias iban a ser catastróficas. Me castigaba mucho cuando podía provocarle algún mal a alguien. Con el paso del tiempo, esas sensaciones se han mantenido (incluso amplificado), porque la vida me ha puesto en situaciones en las que las personas se han aprovechado de ese sentimiento de culpa o decepción y lo han utilizado en su favor. A veces (sin darme cuenta), empiezo las conversaciones pidiendo perdón. Es incluso “poético”, pido perdón al resto pero no me perdono a mi. Reflexionando con mi psicólogo, creo que es porque quiero evitar sentir culpa, pido perdón de antemano para luego no tener que castigarme por el error.
Me leo y me doy cuenta de lo agotador que resulta mantener relaciones focalizándome en el error, pero como he dicho, es mi asignatura pendiente.
Como dice el articulo, la culpa en cierta manera es una forma de autoexigencia, de no permitirnos fallar, de no permitirnos hacer daño al otro. Nace de la necesidad de querer “salvar” al otro del dolor. Pero esas emociones no nos pertenecen a nosotros. Creemos que las personas van a ser incapaces de gestionar ese dolor porque sentimos que nosotros no somos capaces de hacerlo tampoco.
Como dice el artículo, (aunque lo considero muy difícil), para dejar de culparnos debemos aprender a perdonarnos. A no juzgarnos tan duramente y a tratarnos con amor.
Este artículo me ha hecho pensar bastante, en mi vida he visto que una de las emociones que he experimentado muy frecuentemente es la culpa. Siempre he tenido unas expectativas muy elevadas conmigo, esto en parte venía de casa, estas expectativas siempre iban hacia fuera, contentando a la gente y hacer lo que se espera de mi. Cuando no cumplía algo me castigaba y aparecía la culpa de forma automática. En el momento dado me di cuenta que la culpa tenía una función, des de pequeñita aprendí que para tener amigos tenía que dar mucho (era una forma de sobrevivir emocionalmente en ese momento), sin embargo, a días de hoy ha dejado de tener función. Muchas veces al decir no automáticamente me parece la culpa, ya que me digo eres una egoísta, pero he visto que si no lo hiciera seria injusto para mi y no me cuidaría, entendí que eso no es egoísmo eso es cuidado. Al final, la única manera de combatir la culpa para mi es el amor y el perdón, hablar-me con ternura y aceptarme, así yo libero la culpa. Veo que la culpa en ciertas ocasiones ya no tiene función.
Por otro lado, CREO muy importante que cuando nos equivocamos primero dar valor al error, aceptar las consecuencias de los actos y tener el valor de hacerles frentes. Muchas veces hacerles frentes es aprender a pedir perdón y decir, lo que se ha hecho sin justificarlo. Una vez asumido, analizar que ha pasado ya que esto nos ayudará a encontrar alguna solución para prevenir posibles errores futuros. Sin el análisis y la reflexión no podremos cambiar, por lo tanto también es importante reflexionar pero no autocastigarnos. Finalmente, perdonarnos y entender que somos humanos y que no somos una máquina perfecta, pero dándonos nuestro poder como personas para cambiar y buscar soluciones, allí encontraremos la paz.
Personalmente, yo hace un mes que cometí un error que para mi fue grave, pero estoy muy orgullosa de como lo solucione. Me dije soy valiente (una característica de mi personalidad que he visto en muchas ocasiones), por lo tanto voy asumir mis consecuencias y pediré perdón, me base en parte a un referente mío que lo admiro por su humildad. Una vez hecho deje de machacarme, ya que lo vi algo inútil y con mucho sufrimiento. Seguidamente, analicé lo que paso, entendí ciertas cosas y busque soluciones. Ahora mismo tengo una estrategia en marcha. Ha estado interesante, ya que de algo negativo he sacado aspectos muy positivos como ahora el empoderamiento. Aquí veo como la culpa bien gestionada lleva al crecimiento personal y te acerca a esa versión más bonita de ti!
Al leer el artículo he conectado con el perdón, principalmente con la importancia de perdonarse a una misma. Es uno de los resultados que más trabajo llevan, pero a su vez está repleto de bondad y humildad cuando somos capaces de tomar conciencia y despojarnos de esas creencias, esos discursos internos y esos “debería” que son tan dañinos. Parar, pensar, reflexionar sobre las cosas que somos responsables y sobre todo aprender de ello enfocándonos hacia una solución que nos haga ser más amables con nosotros mismos.
No hi ha dubte que el sentiment de culpa és quelcom com comú i destructiu, sobretot en la ment femenina. Des de ben petites, quan alguna cosa surt malament tendim a treure’ns la culpa ràpidament, a dir: “no ha estat culpa meva”, i fins i tot a buscar un culpable. Aquest article m’ha fet reflexionar sobre allò que hi ha darrere d’aquests comentaris o comportaments, que sol ser voler cuidar la nostra imatge i quedar bé davant dels altres o no prendre responsabilitat dels nostres actes, etc.
La culpa també pot portar moltes persones a sentiments de malestar i tristesa. Crec que per això també és molt important una bona gestió de les emocions i una feina amb el perdó per poder gestionar bé aquest sentiment de culpa, perquè la persona no quedi ancorada en ella.
Este artículo me ha hecho pensar sobre los castigos que se refuerzan con recriminaciones, humillaciones y culpabilidad como método de aprendizaje. Para mi, personalmente, es muy fácil caer en el sentimiento de culpa por cualquier cosa, es algo que llevo trabajando durante tiempo.
Hoy en día creo que ha subido este sentimiento ya que con el Covid-19, se ha visto que todo el mundo, o al menos en mi caso, ha querido buscar un culpable de como se ha inventado, quién nos infectó, cuando al final es una cosa que no podíamos controlar porque estaba tan expandido que ya no sabias 100% quién era el que te había infectado. Siempre buscamos un culpable para así nosotros desprendernos de esa culpa que no queríamos tener.
Un muy buen articulo y con un tema muy recurrente que daría para mucho. Es cierto que cuando se nos ha educado, como bien dice Herminia se nos ha hecho sentir culpables en la infancia o nos hemos sentido así por circunstancias, la culpa empieza a echar raíces y en la adultez se convierte en una emoción recurrente. Incluso te vas encontrando a personas que sus acciones te disparan esa culpa. Es curioso como nos proyectamos en los demás. Supongo que esa emoción quiere ser vista para poder sel liberada.
Leer sobre la culpa, me hace conectar con el castigo y el error pedagógico de creer que mediante este, aprenderemos. Me ha removido mucho este artículo, pues me he dado cuenta del trasfondo que existe detrás de todas esas veces que he culpado y especialmente me he culpado a mi misma por “fallarme” e incluso muchas veces desconocía el motivo, juzgandome y castigándome. Ahora tomo conciencia de que detrás de la culpa, hay una decepción en la que se han tambaleado mis cimientos y mis valores de “como debería ser”. Es cierto que, gracias al prácticum, identifico estos juicios de manera más rapida y eficiente. Detecto esa culpa y la analiza. Me cuestiono y me doy permiso para reflexionar sobre ella. Es cuando tomo conciencia del error que considero que he cometido cuando me escucho, me pregunto “para qué” me ha servido esto y es pues cuando soy capaz de perdonarme cuando puedo identificar cómo mejorar para sentirme en paz. Noto este cambio de paradigma cuando ante la culpa mi pensamiento es el siguiente “No me culpo, no lo supe hacer mejor en ese momento, ahora tomo conciencia y aprendo de esto.” Es realmente tranquilizador y sanador conectar con ese perdón, que en su finalidad, es una nueva oportunidad de autoconocimiento y avance personal. Además, tomar conciencia de esto te empodera como individuo. Pues no quedas a merced de las circunstancias sino que te hace capaz de conectar contigo y el aprendizaje eludiendo todo ese malestar y rabia ante lo ocurrido que tan “culpable” me ha hecho sentir.
Al final, se trata de tomar la responsabilidad de uno mismo, lo que piensa y siente, de potenciar el locus de control y gestionarlo para que no recaiga todo en el otro , victimizandonos, o en uno mismo, castigándonos.
Y es que, como dice el post, “culpar a los demás es un reflejo de nuestras propias culpas”. Y solo desde el perdón a nosotros mismos podremos perdonar a los demás ya que muchas veces no podemos perdonar a los demás porque no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos. Esta ultima frase me ha resonado especialmente. Gracias!
Este artículo me ha hecho reflexionar sobre la escasa eficazia de los castigos que comportan recriminaciones y culpabilidad como método de aprendizaje.
Hacer algo por el miedo a las repercusiones no generará compromiso ni maduración personal.
Me parece interesante el poner énfasis en la superación personal en vez de ponerlo en la exigencia, con el fin de estimular valores como la autoconfianza, la responsabilidad, la coherencia, entre otros.
Es curioso cómo muchas personas necesitas siempre encontrar un culpable para eludir sus responsabilidades.
Este artículo me ha hecho reflexionar sobre la escasa eficazia de los castigos que comportan recriminaciones y culpabilidad como método de aprendizaje.
Hacer algo por el miedo a las repercusiones no generará compromiso ni maduración personal.
Me parece interesante el poner énfasis en la superación personal en vez de ponerlo en la exigencia, con el fin de estimular valores como la autoconfianza, la responsabilidad, la coherencia, entre otros.
Es curioso cómo muchas personas necesitas siempre encontrar un culpable para eludir sus responsabilidades.
Que artículo tan interesante. La verdad es que me he sentido muy identificada con varios aspectos que se comentaban. Personalmente, la culpa es una emoción que me ha costado tiempo poder entender y saber gestionar. Durante mucho tiempo puse el foco de mis emociones en el exterior, en las otras personas. Es decir, quería contentar a todo el mundo y cuando no sucedía (porque evidentemente no depende de mí como el otro se sienta) me sentía muy culpable. Por suerte me di cuenta de que no andaba bien por ese camino, era tremendamente exigente conmigo misma. Una vez tomé conciencia y acepté que el sentimiento de culpa tenía una función, aprender de los errores y buscar soluciones, me permití liberarme de la culpabilidad que sentía (perdonándome), entendiendo que solo era temporal y que me podía despedir de ella.
Cuando se buscan culpables lo veo como una forma de protegerse a uno mismo y quitarse “peso”, responsabilidad a uno mismo. El problema de esto es que la tendencia en muchas personas es inconsciente y automática y esto se puede dar también en otros aspectos de la vida, con lo que se resume en la desresponsabilización. La desresponsabilización nos hace vivir des de la posición de víctimas. De hecho, como comenta Herminia, en las situaciones en las que nos sentimos culpables, tenemos que identificar nuestro error, responsabilizarnos, ser honestos con nosotros mismos y reflexionar sobre el por que de este sentimiento. Para poder salir del sentimiento de culpabilidad es importante responsabilizarse.
A menudo nos resulta más difícil perdonarnos a nosotros mismos ante errores cometidos que a los demás. ¿Qué dice esto de nosotros?
No concibo el sentimiento o la emoción de culpa de otra forma que como un mensaje que nos llega en forma de oportunidad de cambio y aprendizaje. La culpa nos habla de aquello que podríamos haber hecho de otro modo mejor, según nuestro propio criterio. Por tanto, nos habla de lecciones y aprendizajes. Ante el sentimiento de culpa, cabe recordar que somos humanos y que el error es totalmente útil además que lícito. ¿Quién no se ha equivocado? es más ¿Qué sería de la vida sin errores? Posiblemente una línea recta sin subidas ni bajadas, sin momentos de introspección y, por tanto, sin crecimiento personal.
La “culpa” cómo concepto está estrechamente vinculado a la religión cristiana y carga con una connotación peyorativa, por ello prefiero referirme en términos de “responsabilidad”.
Con este articulo he conectado mucho con el perdón, pero sobretodo, con el perdón a mi misma. Perdonar es tarea difícil, de hecho creo que no he hecho nada más difícil en mi vida. Pero por encima de todo perdonarme a mi misma, ya no por hacer algo hacia los demás, que también, sino por el dolor que me he llegado a provocar yo a mi misma, ha sido muy duro. La culpa és un sentimiento que algunos tenemos casi automatizado. Permitimos a todo el mundo cometer errores y perdonamos, porqué claro, “somos humanos y nos equivocamos”. Pero nosotros, a nosotros mismos nos juzgamos con las reglas de Dios, creo que eso hace que veamos nuestros “pecados” como terroríficos y nos hagamos tanto daño.
Me ha gustado tener la oportunidad de leer este artículo ya que es o ha sido habitual “sentirse culpable” en diferentes situaciones tanto personales como de gente de mi entorno. Considero que vivimos en una sociedad donde se castiga y se focaliza el error mientras que el acierto se da por hecho o “es lo que toca o tenías que hacer” que interiorizamos en el ámbito educativo desde que somos pequeños y pequeñas. Por el cual formamos nuestra identidad, personalidad y valores en base de un constructo interiorizado. Me ha parecido muy interesante que en este artículo se centre en un enfoque de superación personal y dejar de lado la exigencia. Partimos de la base que las personas con una mayor autoexigencia, probablemente sentirán en más ocasiones esta culpa al no cumplir sus altas expectativas. Automáticamente cuando nos sentimos culpable los pensamientos son negativos hacia nosotras mismas, focalizándonos en nuestras acciones de “algo he hecho mal”. Junto al sentirse culpable, sentimos decepción con nosotras mismas ya que aparece nuestro juez castigador.
Me ha parecido curioso darme cuenta que siempre que pasa algo en una situación la pregunta es ¿quién ha sido? pensando que la situación se resuelva al encontrar una responsable. No soluciona la situación pero te escuda o salva de ser tu el culpable y sentirte juzgado y castigado.
Cuando hablo con las personas de mi entorno y me expresan que se sienten culpables, les intento cuestionar. El poder de la palabra culpable es muy fuerte desde tiempos históricos y la connotación que tiene es negativa. Intento que cuestionen y piensen que culpable es una persona que tiene un propósito o intención de que pase X cosa. ¿Tu intención era que pasara X suceso? No. ¿Qué hubieras esperado de la situación? X. ¿Hasta qué punto te sentencias culpable cuando tu intención era X?. Acabamos llegando a la conclusión que no es culpable la palabra sino que eres responsable de la situación. Es diferente sentirse culpable y considerar que eres culpable. El pensamiento retroalimentará más una emoción negativa. Por último suelo comentar que es totalmente lícito sentirse de X manera, ya que se tenían una expectativas y no se han llegado a ellas, pero ¿en qué te ayuda sentirte de esta manera? ¿Qué puedes aprender de ella?
El otro día leí un artículo sobre la culpa del psicólogo Rafael Santandreu en que mostraba que lo que realmente servía era asumir la responsabilidad. La culpa no enseña, no inculca valores como el compromiso, la responsabilidad ni la maduración personal; nos juzgamos y nos castigamos. Es como machacarnos, en vez de encontrar soluciones como por ejemplo aceptar que hemos cometido un error y disculparnos. No era consciente de que detrás de la culpa estaba la decepción, que iba relacionada con nuestros valores y creencias; y que se podía trabajar el perdón, ya que al perdonarnos podemos perdonar a los demás. Hay veces que estamos muy centrados en que no podemos perdonar a alguien, pero en realidad no nos damos cuenta de que a quien no estamos perdonando es a nosotros mismos.
Aquest article m’ha fet reflexionar molt i m’he sentit molt identificada en varis aspectes.
El sentiment de culpa, no és negatiu o positiu per si mateix. El problema sorgeix quan aquesta culpa s’experimenta amb excessiva freqüència. És llavors quan es converteix en desadaptativa, ja que interferirà en la nostra vida quotidiana. Com ve diu a l’article, és important diferenciar entre el concepte de culpa i responsabilitat. Davant la culpa, la majoria de vegades ens atrapem en el pensament de tot allò que hem fet malament, en comptes d’analitzar la situació amb perspectiva i agafar la mateixa responsabilitat de forma coherent. Algunes vegades aquesta responsabilitat serà més gran que d’altres. Cal prendre consciència d’això i treballar-ho.
Me resuena muchísimo eso de que la “imagen ideal” es una aspiración, no un deber. Ya que, si luego fallamos, la humildad nos sirve como una puerta hacia la aceptación. Es interesante desarrollar la capacidad de poder respirar en la imperfección.
Una cosa importante sobre la culpa es reconocer cómo el concepto Cristiano del pecado ha influenciado nuestra cultura ocidental. Ver como se puede llegar a abusar de este concepto para manipular políticamente a las masas provocando que se sientan culpables. Un ejemplo de esto sería el señalar a la población como responsable de la crisis climática, cuando los responsables del 80% de residuos que se emiten en el planeta están a manos de las empresas, y causadas por malas políticas de los gobiernos al no proteger la tierra.
Este artículo me ha hecho reflexionar en la relación entre la culpa, el miedo y la frustración de darnos cuenta que no somos quien nos gustaría ser.
Me pregunto si el sentimiento de fallarnos a nosotros y al otro tiene algún fundamento real. ¿Fallar en qué? ¿Quién determina lo que debe ser hecho y lo que no? ¿Quién tiene el poder de imponer las obligaciones y señalar con el dedo cuando el otro no lo hace? Nadie sabe del propósito del otro, de su camino, de su aprendizaje. ¿Quién puede asegurar que aquello que el otro dijo o hizo no es exactamente lo que debía ser?
La culpa proviene de una desconexión con la propia esencia, porque pocas personas dejarán de hacer aquello que sea esencial para ellas. Y quizás aquí viene la dificultad, diferenciar entre lo esencial y lo que creemos que tenemos que hacer. Entre lo que deseamos y lo que pensamos que hemos de ser. Se pueden cometer errores, entonces se tendrán que asumir las consecuencias, pero si seguimos nuestra esencia no debería haber espacio para la culpa.
Coincido con que la humildad nos acerca a la esencia de quien verdaderamente somos, humildad para aceptar que no podemos hacerlo todo, o que no queremos. Humildad para aceptar los errores y valor para pedir ayuda. Y por último responsabilidad sobre las consecuencias de aquello que somos autores para tomar las medidas necesarias para solucionarlo.
¿Quien no se ha sentido culpable alguna vez? . Como bien se dice en el articulo a veces nos sentimos culpable por no llegar a la expectativas que pensabmos, no sautocastigamos y a veces nosautoengañamos negando lo ocurrido para que no duela tanto (mecanismo de defensa).
Desde pequeños cuando algo no salia como debía o no haciamos algo correcto nos castigaban y muchas veces el discurso que nos daban eran señalandonos con el dedo, culpandonos sin ofrecer un discurso en base al perdón. Creo esencial la importancia del perdón hacia los demas pero sobretodo el perdona uno mismo (que muchas veces cuesta mas), el identificar el error para evitar volver a cometer el mismo, identificar como nos sentimos, la coducta que hemos tomado, buscar soluciones puede ser estrategias que pueden acabar en un perdón.
“Cualquiera de nosotros podemos equivocarnos y sentirnos culpables no mejora la situación. Si se ha cometido un error, si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones. Soluciones que permitan obtener rápidamente los resultados esperados”. Me gustaría destacar la frase anterior ya que considero que es un elemento fundamental respecto al tema tratado en este articulo. Creo que estacarnos en la culpa es una de las peores cosas que podemos hacer. La culpa es un sentimiento y como es lógico no lo podemos impedir, este viene y tiene que ser aceptado como tal. Lo que sí que podemos llegar a conseguir es trabajarla. Es importante ir más allá de esta, aceptar los errores que desencadenan este sentimiento y aprender de ellos. Considero que uno de los aspectos más importantes dentro del desarrollo y crecimiento personal de la persona es aprender de los errores que esta comete. Los mayores aprendizajes vienen dados por nuestros errores y no por nuestros éxitos.
Realmente un artículo muy interesante que me inspira a reflexionar sobre una cuestión la que me sentí muy culpable en el pasado y que aún al día de hoy me hace sentir “mal”. La cuestión es que una vez cometí una conducta que indirectamente pudo afectar a los demás y por la que mi profesora (a la que respeto) me llamó la atención. Recuerdo sentir aquel “tierra trágame” y mucha vergüenza.
Puede parecer un evento sin importancia a los ojos de otros (le expliqué a una amiga y se rio en mi cara de lo cómico que era); pero al ser yo la implicada, al no haber respetado un lugar que realmente respeto y al haber “decepcionado” a mi profesora con mi conducta para mí fue algo realmente serio. .
“La culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas. Cada uno de nosotros ha construido una imagen “ideal” de quien debería ser. Cuando nuestras acciones y decisiones nos alejan de ese ideal podemos llegar a autocastigarnos, culpabilizar a los demás eludiendo nuestra responsabilidad o auto engañarnos negando lo ocurrido, para no conectar con el dolor que nos produce esta brecha entre quien somos y quien “deberíamos” ser.” Tal y como dice este párrafo del artículo, no deja de estar relacionado con mi Ego; con lo que espero de mí misma y con lo que espero proyectar. Está relacionado con que mi profesora sepa que no fui como se pensaba y reconocer esto no es fácil. Porque yo me quiero identificar con alguien “que no comete errores de X tipología”. Y a veces esos desajustes entre mi “yo ideal” y mi “yo real” se dejan entrever. Y que lo sepas tú mismo, es una cosa, pero que lo sepa una persona que admiras lo hace menos gestionable. Ahora es más fácil “juzgarse y castigarse a uno mismo”.
Si analizo mi acción posterior a los hechos, después de sentirme culpable un buen rato y auto flagelarme, decidí escribirle y así como desprenderme del objeto en cuestión. Me imagino que fue mi manera de responsabilizarme y pasar a ser un sujeto activo en la situación dolorosa. Aún así, detrás de una decepción siempre hay un aprendizaje, en este caso, sería “respeta los lugares que visitas”. O bien, si por ejemplo, mi amiga me ha decepcionado porque no me ha felicitado para mi cumple, el aprendizaje que hay detrás es que nada en la vida está garantizado. O si no he sacado las notas a las que aspiraba es que puede ser que no me he esforzado lo suficiente o bien, que he dado lo mejor de mí y que ese es mi máximo potencial. Detrás de cada decepción hay una posible reflexión y un posible aprendizaje. Y ese es el cambio, el pasar de un personaje pasivo a uno activo.
“Lo más importante es que el resto de personas sepan que YO no he sido. Identificar al otro como culpable, salva mi imagen ante los demás.” El aprendizaje detrás de cada decepción también implica entender que nada, aunque nos empeñemos a creerlo, es perfecto. Que ese riesgo inevitable a equivocarte es la condición que nos “humaniza”. Puede ser que el significado de la decepción-culpabilidad sea mucho más profundo de lo que parece: “Me siento culpable porque no reconozco mi derecho a equivocarme y el derecho de los otros a equivocarse”. Desde ese punto, es muy difícil perdonar, o dejar ir. Desde ese punto, nos volvemos rígidos y nos desconectamos de lo que realmente nos hace ser quien somos; del yo actual y no del yo ideal. Porque ese “yo actual” es lo que tengo ahora y si no puedo aceptarlo ahora, si no aprendo a quererlo ahora, nunca va a poder ser mejor. La evolución precede de aceptación; “Se trata de comprender que esta “imagen ideal”, es una aspiración, no un deber. Una aspiración que nos ayuda a superarnos, a mejorar y ser cada vez mejores personas, establecer interacciones más ricas y resultados más exitosos”.
Me parece interesante la metodología de aprendizaje que muchos adultos emplean hacia otros, tal y como se comenta en el texto, sea mediante la culpabilidad. Tal y como se dice se relaciona con el miedo, con la carencia, con la frustración. Desde ese punto, la persona no va a aprender, no va a cumplir las expectativas de quien lo exige. Esa manera de emplear la razón es muy poco inteligente, es bruta e impaciente; se va a conseguir el efecto contrario y una baja autoestima. Algunas amigas mías han sido educadas en contextos en que los padres no han utilizado mucho la culpa para conseguir sus fines; mientras que otras amigas mías sí que han vivenciado mucho esta dinámica. Si comparo el afrontamiento a sus actuales problemas, puedo ver que la conducta es muy diferente. Del primer grupo, si cometen un error es más difícil conectar con la culpa, mientas que para el segundo es más fácil. El primero se conecta más rápidamente con la proactividad, mientras que el segundo va a sentirse “culpable” y eso mismo va a crear emociones negativas que inviten al masoquismo y a la pasividad. Así, se puede ver que ese mismo marco educativo puede es al que recorremos para afrontar cuestiones del ahora. Es necesario perdonarse a uno mismo para poder potenciar la creatividad, la búsqueda de soluciones, la salida al problema.
Es gracioso porque me he puesto a reflexionar sobre el tema sin haber leído el final del texto. Lo que me resultado gracioso es que aparezcan las palabras “perdón” y “humildad” como premisas para gestionar la culpa. Son las mismas que me han podido servir a mí en el pasado, tal y como he explicado. Esa conexión con nuestra parte oscura, con nuestros defectos no libera, paradójicamente, de los mismos. Necesitamos saber que hay sombra y que nos perdonamos por tenerla, y que no somos tan malos o horribles por tenerla. La reconciliación conmigo, me reconcilia con la vida y con los demás. La reconciliación contigo, me suaviza y me permite reconciliarme con la vida. Es algo profundo y complejo, pero valioso y necesario.
Moltes gràcies Hermínia, com sempre donen molt a pensar aquests articles..!
La verdad, este artículo me ha ido muy bien para mi situación actual. En concreto, el apartado de ¿Cómo podemos llegar al perdón? Me ha servido para darme cuenta de que no me estaba dejando espacio para perdonarme a mí misma. De hecho, ni me había planteado la opción: te lo mereces, pensaba, te mereces estar así. Entonces he cogido papel y boli, y he empezado a responder las siguientes preguntas: ¿qué me ha impulsado a hacer lo que he hecho? ¿de qué tenía miedo? ¿De qué no he sido totalmente consciente? ¿Soy una mala persona o quizás me he equivocado? Es un proceso que no es fácil, pero por fin me estoy permitiendo ver la situación des de una perspectiva diferente.
Perdonarnos a nosotros mismos puede resultar muchas veces una tarea ardua, ya que es fácil caer en el autocastigo y en el juicio a uno mismo sin conectar con nosotros mismos. Este artículo invita a realizar un ejercicio de introspección que nos puede permitir analizar nuestros pensamientos y creencias para llegar a perdonarnos y encarar un futuro más sano y con un mayor bienestar, tomando consciencia de nuestros errores y no solo de las consecuencias de estos.
Me quedo con la frase ‘’Desde el perdón y el amor a mi mismo me reconcilio con este pasado, para vivir consciente y plenamente mi presente y mi futuro.’’
“En nuestra sociedad aún perdura la creencia de que que el castigo, la recriminación y hacer sentir culpable al otro son las mejores estrategias pedagógicas para conseguir que los demás cambien y aprendan”. Así es , la sociedad, aún y que va se va abriendo a otras estrategias, tiene muy inculcada esta manera de proceder. Pero quienes hemos reflexionado sobre el tema, vemos que este enfoque realmente no sana… Por ello, herramientas como la del perdón y la humildad son dos principios muy útiles para trascender la la culpa que tan a menudo está en nuestra vida. Es un “mal” que yo he sufrido (y sufro) bastante: sentirme culpable por lo que hago, lo que digo, por lo que no hago o por lo que no digo… Incluso, por lo que pienso!!! Eso es un “sin vivir”, por ello, desde hace un tiempo estoy aplicando el “No juzgarme”, recordarme que “Todo está bien”, que “Lo hago y lo hacen lo mejor que pueden”… Trato de infringirme amor y compasión y los resultados estan siendo maravillosos.
Vivim en una societat capitalista que es caracteritza pel seu sentiment competitiu. Això fa que quan algú fracassa sent un gran dolor, ja que, posa en joc la seva valia respecte als altres i provoca una sensació de culpa per a la mateixa persona. D’ençà que som petits, això funciona així: qui ha fet això, que les pagarà?, jo tenia un nen i no un porc, que et creus que estàs fent?, què no t’he ensenyat res?, o encara no entens això?
Sembla que la nostra vida es constitueix per diferents fites que hem d’assolir i assumir a la primera, sense titubejos. Per això crec, que l’estructura en la que s’asseu la nostra societat està molt allunyada de la sensibilitat humana, del que ens aniria bé per ser persones lliures per errar.
Per això, en aquest context, un l’error és tan culpabilitzat que és molt necessari que desenvolupem la nostra capacitat a perdonar, als altres i sobretot a nosaltres mateixos. Ja que, ens sentim culpables de tantes coses, que és realment fascinant.
M’agrada la següent frase: “Cuando nos centramos en la conducta, hablaremos de errores” i és completament cert, ja que, tenim establertes diferents pautes d’actuació i si aquella persona no està dins del que estava previst s’està equivocant. Però si miréssim les situacions, accions o persones des d’un punt de vista emocional, no hi hauria errors. Ningú ha fet una llista de les emocions que hauríem de sentir en certa situació o davant d’algú determinat, en aquest sentit tot està bé i malament. Som lliures de sentir el què sentim. I com de maco seria no posar límits i deixar d’analitzar el nostre context des d’un punt de vista conductual. El perdó i la comprensió, les portaríem tan gestionades i exercitades, que no seria un sobreesforç per a nosaltres.
La culpa es un sentimiento muy desagradable y que la mayoría de veces se manifiesta sin motivo aparente. Resulta curioso porqué nos atribuimos la culpa muchas veces sin sentido. Quizás sea por la cultura religiosa o por alguna dinámica de la sociedad. Personalmente aquello que me ha funcionado a mi para no sentirme culpable, es cambiar la culpa por la responsabilidad. De esta manera, ya estamos cambiando las connotaciones del término y tomamos las riendas sobre la situación. La responsabilidad denota margen de mejora y consciencia, en cambio la culpa resulta vacía y, desde mi punto de vista, nos coloca en una situación muy pasiva.
Una vez alguien me dijo que el perdón es la acción más madura y bondadosa que puede hacer el ser humano. Me lo dijeron cuando era un niño y no lo entendía, yo quería justicia, el ojo por ojo. Cuando uno madura, se da cuenta que perdonar no se hace por el otro, sino por uno mismo. Perdonar es reflexionar, aceptar, amar, madurar y aprender. El perdón cuesta mucho más que la ira o el enfado, pero a mi siempre me han enseñado que las cosas de elevado valor cuestan más que las que no tienen valor.
La culpa suele ir acompañada de responsabilizarnos de actos que no nos atañen o con la no aceptación de la realidad. Responsabilizarse de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Tomar decisiones implica correr riesgos, pero hay que asumirlos.
Me ha parecido muy interesante el enfoque que hace este artículo de la culpa y de las atribuciones que solemos dar a esta emoción. Desde bien pequeños, cuando algo sale mal tendemos a quitarnos la culpa rápidamente, a decir frases del tipo “no ha sido culpa mía”, e incluso a buscar un culpable. Este artículo me ha hecho reflexionar sobre lo que hay detrás de estos comentarios o comportamientos, que suele ser querer cuidar nuestra imagen y quedar bien frente a los demás o no tomar responsabilidad de nuestros propios actos, etc.
La culpa también puede llevar a muchas personas a sentimientos de malestar y tristeza y creo que por eso también es muy importante una buena gestión de las emociones y un trabajo con el perdón para poder gestionar bien este sentimiento de culpa, para que la persona no quede anclada en él.
Creo que el miedo al error surge del miedo que tenemos al sentimiento de culpa. El poder decepcionar o fallar a alguien nos atemoriza y por eso muchas veces culpamos a los demás de nuestros propias equivocaciones.
Me ha gustado leer sobre la culpa ya que nunca antes me había hablado de ella. También me ha gustado poner conciencia en que se trata de buscar soluciones y no culpables. Debemos identificar el error y responsabilizarnos para poder perdonarnos y poner la mirada en el futuro.
Crec que l’error s’hauria de veure com una oportunitat d’aprendre a fer-ho bé la propera vegada, no com algo que amagar i del que culpabilitzar-se. Tot i això, és complicat evitar 100% el sentiment de culpa perquè, com s’ha dit, a vegades la decisió que hem pres té conseqüències negatives i hem transgredit un valor important per nosaltres. Per tant, crec que el més important és aprendre a gestionar tal sentiment de culpa i poder després veure-ho com una oportunitat d’aprendre.
Connectar amb el perdó i la humilitat em sembla una molt bona tècnica per ajudar a superar tal sentiment i fer un altre pas per reflexionar i prendre consciència de les teves accions i actituds.
En cada párrafo de este comentario he podido ver a una o varias personas allegadas, incluyéndome a mí misma en algunos momentos.
A mis ojos, la culpa está normalizada, incluida en las conversaciones diarias, e impulsa a buscar fuera, a señalar fuera, en lugar de a mirar hacia dentro y preguntarse: “vale, ¿y cuál es mi responsabilidad en todo esto (si es que ha dependido/depende de mí algo)?”.
Herminia propone el perdón y la humildad como elixires para poner luz a esta culpa que a veces viene a visitarnos para permitir, así, que se transforme. Yo añado la empatía, tanto con otrxs como con nosotrxs mismxs, tratando de entender que TODXS nos equivocamos y que, aunque podemos imaginar, no sabemos qué habríamos hecho en la situación de esa persona si nos hubiera tocado vivirla.
Por último, me quedo con el mensaje de: “si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones que me lleven a obtener los resultados esperados”.
Me parece un artículo muy interesante y que me ha hecho reflexionar sobre experiencias que he vivido en algún momento de mi vida. Saberse reconocer, trabajarse e ir tomando consciencia de estas actitudes es crucial para poder ir desarrollando una mejor versión de uno mismo día a día. Poder dedicar espacios de lectura y reflexión me permiten poder ir identificando mejor aquellas actitudes y aspectos de mi misma que quiero mejorar y cambiar. Siempre he pensado que lo más importante es tener ganas de conocerse y saber más de uno mismo para poder ir caminando hacía un camino de mejor autoconocimiento y plenitud.
Todo el artículo me ha parecido súper interesante y en muchas ocasiones me he sentido identificada. Principalmente, me quiero quedar con la frase de “la culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas.” Además, inevitablemente me ha llevado al libro de “Los cerezos en diciembre” donde habla de que sólo si nos reconocemos como parte del problema podremos ser parte de la solución y esto podría ser aplicable perfectamente a la culpa. Es decir, reconocer de dónde sale esa culpa, es primordial para saber de dónde nace y así descubrir si se trata de una expectativa tuya o un valor propio, ya que muchas veces, ni siquiera es una “culpa” interior, sino que se trata de un sentimiento causado por algo externo y si no somos parte del problema, no podremos ser parte de la solución.
Este articulo me ha echo reflexionar mucho sobre mi misma, sobre cómo gestiono mi culpa cuando considero que he cometido un error, y me enfado mucho conmigo misma, este enfado es realmente una pérdida de energía, pues es cuando soy capaz de perdonarme cuando puedo identificar cómo mejorar. Entonces ese error toma un sentido, el de mostrarme que tengo que trabajar, hay una frase que me gusta mucho ” también me caía cundo empecé a andar”.
Por otra parte en el ámbito laboral, siempre me ha molestado que cuando alguien comete un error la atención este más centrada en el QUIEN, y en que todo el mundo lo sepa, más que en el QUE, y en el COMO se debería de hacer.
Y por último me gustaría señalar lo que comentas sobre el perdón, y la necesidad de perdonar-se a uno mismo para poder perdonar, seguramente nuestra rigidez para perdonar a los demás muestra nuestra rigidez para perdonarnos a nosotros mismos.