Escrito por: Hermínia Gomà
Una de las desgracias de nuestra época es que, al querer deshacernos de los sentimientos de culpa injustificados, también relegamos al olvido muchos que eran justificados.
Louis de Bonald
En este artículo abordaré el sentimiento de culpa. El sentimiento de culpa en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestras organizaciones y en nosotros mismos.
La mayoría de nosotros hemos desarrollado nuestro carácter en un entorno donde el error, la distracción, la falta de atención, la ignorancia, e incluso el no cubrir las expectativas propias y ajenas, hacen que nos sintamos culpables. Donde esta culpa, para ser redimida exige arrepentimiento y perdón.
En nuestra sociedad aun perdura la creencia de que “la letra con sangre entra”, de que el castigo, la recriminación y hacer sentir culpable al otro son las mejores estrategias pedagógicas para conseguir que los demás cambien y aprendan. En el fondo estamos hablando de conseguir cambios motivados por el miedo a las consecuencias. Es una motivación que NO estimula valores como el compromiso, la responsabilidad ni la maduración personal.
Para mi hay otro enfoque más efectivo que está relacionado con identificar, aceptar, analizar, asumir la responsabilidad y buscar soluciones. Este enfoque pone el acento en asumir la responsabilidadno en buscar culpables. Este enfoque pone el acento en el valor de la superación personalno en la exigencia. Este enfoque pone el acento en la necesidad de reflexionar para aprendera tomar mejores decisiones, desde la adquisición de nuevos conocimientos en un entorno de apoyo y confianza. Este enfoque pone el acento en los valores.Valores como la responsabilidad, la integridad, la coherencia, la compasión, la esperanza, el amor y la confianza.
Cuando nos sentimos culpables el pensamiento que nos acompaña es del estilo: “he hecho algo malo”. En estos casos aparece “el Pepito Grillo” que todos llevamos dentro y nos recrimina: “No has hecho lo correcto, y lo sabes”. En el fondo hay DECEPCIÓN. Creemos que hemos decepcionado a alguien o nos hemos decepcionado a nosotros mismos. Cuando aparece este sentimiento, si no lo sabemos manejar, puede bloquearnos y aislarnos. Cuando conectamos con la culpa nos volvemos pasivos y eludimos nuestra responsabilidad. Cuestionamos nuestra valía y el derecho a amarnos y ser amados. Nos juzgamos y castigamos.
Una de las preguntas más “improductivas” que hacemos cuando algo ha salido mal es: ¿Quién ha sido? Y a continuación añadimos: “Van a rodar algunas cabezas…”. Podemos escuchar otras preguntas tan brillantes y productivas como la anterior: ¿De quién es la culpa?. Parece ser que cuando hemos identificado al culpable la situación se resuelve sola. En el momento que sabemos quien es el culpable lo juzgamos y castigamos, pero el problema sigue por resolver. ¿De dónde nace esta necesidad de identificar rápidamente al culpable? Del miedo a que alguien piense que la culpa es nuestra. Lo más importante es que el resto de personas sepan que YO no he sido. Identificar al otro como culpable, salva mi imagen ante los demás.
Es lamentable escuchar las excusas que dan ciertos directivos cuando un proyecto no sale bien. Lo primero que hacen es sacudirse de encima la culpa, traspasándola a alguien del equipo. Comentarios como: “no te puedes fiar de nadie…”, “si yo no estoy encima de ellos…”, “es que no se implican…”, “ya me encargaré yo de ese…”, “son unos incompetentes…”. En lugar de asumir la responsabilidad del proyecto, defender a su equipo y ser ágiles en la búsqueda de soluciones.
Hay personas que siempre buscan culpables fuerapara no asumir su propia responsabilidad y no son capaces de pedir disculpas por nada, a pesar de que todos a su alrededor hayan visto su error.
La culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas. Cada uno de nosotros ha construido una imagen “ideal” de quien debería ser. Cuando nuestras acciones y decisiones nos alejan de ese ideal podemos llegar a autocastigarnos, culpabilizar a los demás eludiendo nuestra responsabilidad o autoengañarnosnegando lo ocurrido, para no conectar con el dolor que nos produce esta brecha entre quien somos y quien “deberíamos” ser. Ninguna de estas alternativas nos aportará la tranquilidad y confianza que necesitamos. Se trata de comprender que esta “imagen ideal”, es una aspiración, no un deber. Una aspiración que nos ayuda a superarnos, a mejorar y ser cada vez mejores personas, establecer interacciones más ricas y resultados más exitosos.
Hay personas que se quedan pegadas al sentimiento de culpa. El problema es que se entretienen dándole vueltas a los pensamientos que generan este sentimiento. Se ven a ellas mismas victimas de si mismaso de las circunstanciasy dan vueltas y vueltas al tema, lo que las lleva a maximizar enormemente la situación en lugar de afrontarla.
La culpa aparece cuando sentimos que “fallamos” ante los demás y ante nosotros mismos. Hacemos culpable al otro cuando creemos que ha “fallado” o cuando juzgamos a la persona en toda su identidad, en lugar de corregir la conducta y apoyar a la persona. Cuando nos centramos en la conducta, hablaremos de errores. Errores que aparecen cuando tomamos malas decisiones, ya sea por ignorancia, por desidia, por pereza, por descuido, por cansancio…Cualquiera de nosotros podemos equivocarnos y sentirnos culpables no mejora la situación. Si se ha cometido un error, si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones. Soluciones que permitan obtener rápidamente los resultados esperados.
Hay directivos que piensan que si hacen sentir culpables a sus colaboradores estos aprenderán “la lección” y no “lo volverán a hacer”. Hipótesis totalmente improductiva como la experiencia ha demostrado reiteradamente. Hay directivos que manipulan a sus colaboradoreshaciéndoles sentir culpables y creen que movilizando esta emoción lograrán sus propósitos. De la misma manera que ciertos padres y madres manipulan a sus hijoshaciéndoles sentir culpables. Padres y madres que se sienten frustrados porque sus hijos no son como ellos querrían, ni hacen lo que ellos esperan. Con sus preguntas y comentarios culpabilizadores buscan el cambio, pretende que sus hijos aprendan. No son conscientes de que cuando hacemos que alguien se sienta culpable, éste conectará con el miedo y su neocortex se anestesiará. Si no pueden tener su mente abierta, ya que está ocupada protegiéndose, cualquier “lección” que pretendan transmitir no se registrará en la mente de sus hijos.
Pero no siempre se ha cometido una falta y aún así nace la culpa. Hay personas que se sienten culpables por no satisfacer las “exigencias” de otros. Personas que tienen grabada en su mente la creencia de que han de complacer a los demás. Personas tremendamente exigentes con ellas mismas que cuando no “cumplen” dichas expectativas, por cierto bastante irreales, se sienten culpables con ellas mismas. Personas que no pueden “perdonarse” el haber, supuestamente, fallado. Personas que consideran que para ser “válidas” han de ser “perfectas” en todo y para todos.
Hay personas que se sienten culpables por todo, a pesar de que no han intervenido en aquel suceso. Personas que ante cualquier comentario que hace alguien no pueden dejar de sentirse culpables. Imagínate que el director de tu departamento te pide que te quedes un par de horas más para ayudar en un proyecto determinado. Ese día habías organizado tu agenda para hacer algo para ti. Dices que hoy no puedes, pero empiezas a sentirte culpable: “Tendría que haber dicho que me quedaba”, “van a pensar que no me comprometo”, “estoy fallando a mis compañeros”, no van a contar conmigo… Este tipo de pensamiento suele ir acompañado de frases como: “No debería, debería…”
Encontramos este sentimiento de culpa en padres y madres por no saber dialogar con sus hijos, por no tener tiempo para ellos, por no tener ganas de jugar con ellos, por no poderles acompañar
Encontramos este sentimiento de culpa en empresarios y directivos por dedicar demasiado tiempo a su empresa y poco a su familia, por no lograr sus objetivos, por no haber diversificado sus inversiones, por tener que despedir a sus colaboradores, porque han de bajar ciertos estándares para ser más competitivos, por estar de mal humor, por no saber decir que no, por haber desaprovechado esa oportunidad…
Si realmente queremos que nuestros colaboradores, nuestros hijos, los demás sean conscientes de las consecuencias que tienen sus acciones, el dialogo será la mejor herramienta de intervención. El dialogo facilita que el otro se haga responsable de sus actos y pueda rectificar. El diálogo facilita la toma de consciencia de lo que hemos hecho y de sus repercusiones en nosotros o en los demás.
¿Qué hacer con la culpa?
¿En algún momento de tu vida te has sentido culpable de algo? Probablemente la respuesta sea afirmativa. ¿Quien no ha caminado en algún momento de su vida por el sendero de la culpa? La culpa es una emoción difícil de calibrar. Es una emoción que aparece en determinadas situaciones: cuando tomamos una decisión errónea y que tiene (o puede tener) consecuencias negativas (para nosotros mismos o para las otras personas) y además hemos transgredido un valor importante para nosotros (compromiso, honestidad, integridad, confianza, generosidad,…).
En las relaciones familiares es frecuente encontrar la culpa. Padres que hacen sentir culpables a sus hijos, hijos que recriminan a sus padres y parejas que se atribuyen la culpa mutuamente. Algunas personas atribuyen a los demás la culpa de todo su malestar. Incluso siendo cierto, llega un momento en que las personas debemos aprender a cerrar las heridas del pasado mediante el perdón. Cuando atribuimos nuestros males a otros nos victimizamos, no tomamos el control de nuestras vidas. El perdón, que nace de la aceptación y de hacer las paces con nosotros mismos y con los demás, nos libera del pasado y nos permite seguir adelante con nuestras vidas.
En otros casos conectar con la humildad puede ayudarnos a superar el sentimiento de culpa. Esta humildad implica reconocer que no somos perfectos y de que aun nos quedan muchas cosas por aprender. Acepto que soy imperfecto y dejo de castigarme por no haber hecho lo correcto. Busco como paliar la situación o como compensar a quien haya herido. Desde esta humildad puedo identificar qué me ha impedido hacer lo correcto. Acepto que puedo equivocarme.Rectifico mi actuación. Aprendo.
Requisitos para elaborar el sentimiento de culpa
- Identificar nuestro error, cuestionarnos lo que hacemos y como lo hacemos nos permite mejorar nuestro desarrollo personal.
- Identificar exactamente la conducta y los pensamientos que hacen que aparezca el sentimiento de culpa nos permite cambiar estos pensamientos y por ende nuestros sentimientos
- Reflexionar sobre lo que nos ha llevado a tomar la decisión errónea, sin decepcionarnos, nos permite conocernos y saber que tenemos más opciones a la hora de decidir en futuras ocasiones.
- Hacernos responsables de las consecuencias nos permite salir del victimismo y buscar soluciones. Si éstas afectan a los demás, pedirles perdón y compensarles.
- Perdonarnos a nosotros mismos para llegar a ser la persona que queremos ser.
- Desde el perdón a nosotros mismos podremos perdonar a los demás ya que muchas veces no podemos perdonar a los demás porque no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos. Culpar a los demás es un reflejo de nuestras propias culpas.
¿Cómo podemos llegar al perdón?
Al conectar con nuestro sentimiento de culpa, analizamos nuestra manera de pensar. Cuando me siento culpable mis pensamientos pueden ser del tipo: “Siempre me equivoco”, “no quería hacerlo”, “que van a pensar de mi” “soy una mala persona”, “soy un egoísta”, “no tengo en cuenta a los demás”, etc…
Reviso mis pensamientos y cuestiono si estas afirmaciones son ciertas. Realmente ¿qué me ha impulsado a hacer lo que he hecho?, en el fondo, ¿de qué tenía miedo? ¿De qué no he sido totalmente consciente? ¿Soy una mala persona o quizás me he equivocado?
Cuando he analizado y cuestionado mis creencias lanzo mi mirada al futuro, ¿cómo me quiero sentir a partir de ahora? ¿Qué quiero perdonar? ¿Para qué quiero perdonar? ¿Cómo puedo quererme mejor? ¿Qué puedo hacer para perdonarme a mi mismo? ¿Qué pasará cuando me haya perdonado? ¿Qué sucederá cuando dialogue con la persona a la que he agraviado?
A continuación me despediré de mi culpa. Este sentimiento me ha ayudado a tomar consciencia de mis errores y me acerca a la persona responsable que soy y quiero ser. Le doy las graciasy me despido de él.Desde el perdón y el amor a mi mismo me reconcilio con este pasado, para vivir consciente y plenamente mi presente y mi futuro.
Hermínia Gomà
26 de noviembre 2010
Creo en las personas y en su enorme capacidad de aprendizaje. Trabajo con ellas desde sus fortalezas y capacidades para que puedan liderar sus vidas y lograr aquellos objetivos que se propongan.
Disfruto haciendo escuela y formando parte de un equipo de profesionales a los que admiro y de los que aprendo cada día. Cuando converso con un paciente, cliente o alumno pongo a su servicio mi intuición, mis conocimientos y experiencias y también mi escucha y comprensión.
Me resuena muchísimo eso de que la “imagen ideal” es una aspiración, no un deber. Ya que, si luego fallamos, la humildad nos sirve como una puerta hacia la aceptación. Es interesante desarrollar la capacidad de poder respirar en la imperfección.
Una cosa importante sobre la culpa es reconocer cómo el concepto Cristiano del pecado ha influenciado nuestra cultura ocidental. Ver como se puede llegar a abusar de este concepto para manipular políticamente a las masas provocando que se sientan culpables. Un ejemplo de esto sería el señalar a la población como responsable de la crisis climática, cuando los responsables del 80% de residuos que se emiten en el planeta están a manos de las empresas, y causadas por malas políticas de los gobiernos al no proteger la tierra.
Este artículo me ha hecho reflexionar en la relación entre la culpa, el miedo y la frustración de darnos cuenta que no somos quien nos gustaría ser.
Me pregunto si el sentimiento de fallarnos a nosotros y al otro tiene algún fundamento real. ¿Fallar en qué? ¿Quién determina lo que debe ser hecho y lo que no? ¿Quién tiene el poder de imponer las obligaciones y señalar con el dedo cuando el otro no lo hace? Nadie sabe del propósito del otro, de su camino, de su aprendizaje. ¿Quién puede asegurar que aquello que el otro dijo o hizo no es exactamente lo que debía ser?
La culpa proviene de una desconexión con la propia esencia, porque pocas personas dejarán de hacer aquello que sea esencial para ellas. Y quizás aquí viene la dificultad, diferenciar entre lo esencial y lo que creemos que tenemos que hacer. Entre lo que deseamos y lo que pensamos que hemos de ser. Se pueden cometer errores, entonces se tendrán que asumir las consecuencias, pero si seguimos nuestra esencia no debería haber espacio para la culpa.
Coincido con que la humildad nos acerca a la esencia de quien verdaderamente somos, humildad para aceptar que no podemos hacerlo todo, o que no queremos. Humildad para aceptar los errores y valor para pedir ayuda. Y por último responsabilidad sobre las consecuencias de aquello que somos autores para tomar las medidas necesarias para solucionarlo.
¿Quien no se ha sentido culpable alguna vez? . Como bien se dice en el articulo a veces nos sentimos culpable por no llegar a la expectativas que pensabmos, no sautocastigamos y a veces nosautoengañamos negando lo ocurrido para que no duela tanto (mecanismo de defensa).
Desde pequeños cuando algo no salia como debía o no haciamos algo correcto nos castigaban y muchas veces el discurso que nos daban eran señalandonos con el dedo, culpandonos sin ofrecer un discurso en base al perdón. Creo esencial la importancia del perdón hacia los demas pero sobretodo el perdona uno mismo (que muchas veces cuesta mas), el identificar el error para evitar volver a cometer el mismo, identificar como nos sentimos, la coducta que hemos tomado, buscar soluciones puede ser estrategias que pueden acabar en un perdón.
“Cualquiera de nosotros podemos equivocarnos y sentirnos culpables no mejora la situación. Si se ha cometido un error, si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones. Soluciones que permitan obtener rápidamente los resultados esperados”. Me gustaría destacar la frase anterior ya que considero que es un elemento fundamental respecto al tema tratado en este articulo. Creo que estacarnos en la culpa es una de las peores cosas que podemos hacer. La culpa es un sentimiento y como es lógico no lo podemos impedir, este viene y tiene que ser aceptado como tal. Lo que sí que podemos llegar a conseguir es trabajarla. Es importante ir más allá de esta, aceptar los errores que desencadenan este sentimiento y aprender de ellos. Considero que uno de los aspectos más importantes dentro del desarrollo y crecimiento personal de la persona es aprender de los errores que esta comete. Los mayores aprendizajes vienen dados por nuestros errores y no por nuestros éxitos.
Realmente un artículo muy interesante que me inspira a reflexionar sobre una cuestión la que me sentí muy culpable en el pasado y que aún al día de hoy me hace sentir “mal”. La cuestión es que una vez cometí una conducta que indirectamente pudo afectar a los demás y por la que mi profesora (a la que respeto) me llamó la atención. Recuerdo sentir aquel “tierra trágame” y mucha vergüenza.
Puede parecer un evento sin importancia a los ojos de otros (le expliqué a una amiga y se rio en mi cara de lo cómico que era); pero al ser yo la implicada, al no haber respetado un lugar que realmente respeto y al haber “decepcionado” a mi profesora con mi conducta para mí fue algo realmente serio. .
“La culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas. Cada uno de nosotros ha construido una imagen “ideal” de quien debería ser. Cuando nuestras acciones y decisiones nos alejan de ese ideal podemos llegar a autocastigarnos, culpabilizar a los demás eludiendo nuestra responsabilidad o auto engañarnos negando lo ocurrido, para no conectar con el dolor que nos produce esta brecha entre quien somos y quien “deberíamos” ser.” Tal y como dice este párrafo del artículo, no deja de estar relacionado con mi Ego; con lo que espero de mí misma y con lo que espero proyectar. Está relacionado con que mi profesora sepa que no fui como se pensaba y reconocer esto no es fácil. Porque yo me quiero identificar con alguien “que no comete errores de X tipología”. Y a veces esos desajustes entre mi “yo ideal” y mi “yo real” se dejan entrever. Y que lo sepas tú mismo, es una cosa, pero que lo sepa una persona que admiras lo hace menos gestionable. Ahora es más fácil “juzgarse y castigarse a uno mismo”.
Si analizo mi acción posterior a los hechos, después de sentirme culpable un buen rato y auto flagelarme, decidí escribirle y así como desprenderme del objeto en cuestión. Me imagino que fue mi manera de responsabilizarme y pasar a ser un sujeto activo en la situación dolorosa. Aún así, detrás de una decepción siempre hay un aprendizaje, en este caso, sería “respeta los lugares que visitas”. O bien, si por ejemplo, mi amiga me ha decepcionado porque no me ha felicitado para mi cumple, el aprendizaje que hay detrás es que nada en la vida está garantizado. O si no he sacado las notas a las que aspiraba es que puede ser que no me he esforzado lo suficiente o bien, que he dado lo mejor de mí y que ese es mi máximo potencial. Detrás de cada decepción hay una posible reflexión y un posible aprendizaje. Y ese es el cambio, el pasar de un personaje pasivo a uno activo.
“Lo más importante es que el resto de personas sepan que YO no he sido. Identificar al otro como culpable, salva mi imagen ante los demás.” El aprendizaje detrás de cada decepción también implica entender que nada, aunque nos empeñemos a creerlo, es perfecto. Que ese riesgo inevitable a equivocarte es la condición que nos “humaniza”. Puede ser que el significado de la decepción-culpabilidad sea mucho más profundo de lo que parece: “Me siento culpable porque no reconozco mi derecho a equivocarme y el derecho de los otros a equivocarse”. Desde ese punto, es muy difícil perdonar, o dejar ir. Desde ese punto, nos volvemos rígidos y nos desconectamos de lo que realmente nos hace ser quien somos; del yo actual y no del yo ideal. Porque ese “yo actual” es lo que tengo ahora y si no puedo aceptarlo ahora, si no aprendo a quererlo ahora, nunca va a poder ser mejor. La evolución precede de aceptación; “Se trata de comprender que esta “imagen ideal”, es una aspiración, no un deber. Una aspiración que nos ayuda a superarnos, a mejorar y ser cada vez mejores personas, establecer interacciones más ricas y resultados más exitosos”.
Me parece interesante la metodología de aprendizaje que muchos adultos emplean hacia otros, tal y como se comenta en el texto, sea mediante la culpabilidad. Tal y como se dice se relaciona con el miedo, con la carencia, con la frustración. Desde ese punto, la persona no va a aprender, no va a cumplir las expectativas de quien lo exige. Esa manera de emplear la razón es muy poco inteligente, es bruta e impaciente; se va a conseguir el efecto contrario y una baja autoestima. Algunas amigas mías han sido educadas en contextos en que los padres no han utilizado mucho la culpa para conseguir sus fines; mientras que otras amigas mías sí que han vivenciado mucho esta dinámica. Si comparo el afrontamiento a sus actuales problemas, puedo ver que la conducta es muy diferente. Del primer grupo, si cometen un error es más difícil conectar con la culpa, mientas que para el segundo es más fácil. El primero se conecta más rápidamente con la proactividad, mientras que el segundo va a sentirse “culpable” y eso mismo va a crear emociones negativas que inviten al masoquismo y a la pasividad. Así, se puede ver que ese mismo marco educativo puede es al que recorremos para afrontar cuestiones del ahora. Es necesario perdonarse a uno mismo para poder potenciar la creatividad, la búsqueda de soluciones, la salida al problema.
Es gracioso porque me he puesto a reflexionar sobre el tema sin haber leído el final del texto. Lo que me resultado gracioso es que aparezcan las palabras “perdón” y “humildad” como premisas para gestionar la culpa. Son las mismas que me han podido servir a mí en el pasado, tal y como he explicado. Esa conexión con nuestra parte oscura, con nuestros defectos no libera, paradójicamente, de los mismos. Necesitamos saber que hay sombra y que nos perdonamos por tenerla, y que no somos tan malos o horribles por tenerla. La reconciliación conmigo, me reconcilia con la vida y con los demás. La reconciliación contigo, me suaviza y me permite reconciliarme con la vida. Es algo profundo y complejo, pero valioso y necesario.
Moltes gràcies Hermínia, com sempre donen molt a pensar aquests articles..!
La verdad, este artículo me ha ido muy bien para mi situación actual. En concreto, el apartado de ¿Cómo podemos llegar al perdón? Me ha servido para darme cuenta de que no me estaba dejando espacio para perdonarme a mí misma. De hecho, ni me había planteado la opción: te lo mereces, pensaba, te mereces estar así. Entonces he cogido papel y boli, y he empezado a responder las siguientes preguntas: ¿qué me ha impulsado a hacer lo que he hecho? ¿de qué tenía miedo? ¿De qué no he sido totalmente consciente? ¿Soy una mala persona o quizás me he equivocado? Es un proceso que no es fácil, pero por fin me estoy permitiendo ver la situación des de una perspectiva diferente.
Perdonarnos a nosotros mismos puede resultar muchas veces una tarea ardua, ya que es fácil caer en el autocastigo y en el juicio a uno mismo sin conectar con nosotros mismos. Este artículo invita a realizar un ejercicio de introspección que nos puede permitir analizar nuestros pensamientos y creencias para llegar a perdonarnos y encarar un futuro más sano y con un mayor bienestar, tomando consciencia de nuestros errores y no solo de las consecuencias de estos.
Me quedo con la frase ‘’Desde el perdón y el amor a mi mismo me reconcilio con este pasado, para vivir consciente y plenamente mi presente y mi futuro.’’
“En nuestra sociedad aún perdura la creencia de que que el castigo, la recriminación y hacer sentir culpable al otro son las mejores estrategias pedagógicas para conseguir que los demás cambien y aprendan”. Así es , la sociedad, aún y que va se va abriendo a otras estrategias, tiene muy inculcada esta manera de proceder. Pero quienes hemos reflexionado sobre el tema, vemos que este enfoque realmente no sana… Por ello, herramientas como la del perdón y la humildad son dos principios muy útiles para trascender la la culpa que tan a menudo está en nuestra vida. Es un “mal” que yo he sufrido (y sufro) bastante: sentirme culpable por lo que hago, lo que digo, por lo que no hago o por lo que no digo… Incluso, por lo que pienso!!! Eso es un “sin vivir”, por ello, desde hace un tiempo estoy aplicando el “No juzgarme”, recordarme que “Todo está bien”, que “Lo hago y lo hacen lo mejor que pueden”… Trato de infringirme amor y compasión y los resultados estan siendo maravillosos.
Vivim en una societat capitalista que es caracteritza pel seu sentiment competitiu. Això fa que quan algú fracassa sent un gran dolor, ja que, posa en joc la seva valia respecte als altres i provoca una sensació de culpa per a la mateixa persona. D’ençà que som petits, això funciona així: qui ha fet això, que les pagarà?, jo tenia un nen i no un porc, que et creus que estàs fent?, què no t’he ensenyat res?, o encara no entens això?
Sembla que la nostra vida es constitueix per diferents fites que hem d’assolir i assumir a la primera, sense titubejos. Per això crec, que l’estructura en la que s’asseu la nostra societat està molt allunyada de la sensibilitat humana, del que ens aniria bé per ser persones lliures per errar.
Per això, en aquest context, un l’error és tan culpabilitzat que és molt necessari que desenvolupem la nostra capacitat a perdonar, als altres i sobretot a nosaltres mateixos. Ja que, ens sentim culpables de tantes coses, que és realment fascinant.
M’agrada la següent frase: “Cuando nos centramos en la conducta, hablaremos de errores” i és completament cert, ja que, tenim establertes diferents pautes d’actuació i si aquella persona no està dins del que estava previst s’està equivocant. Però si miréssim les situacions, accions o persones des d’un punt de vista emocional, no hi hauria errors. Ningú ha fet una llista de les emocions que hauríem de sentir en certa situació o davant d’algú determinat, en aquest sentit tot està bé i malament. Som lliures de sentir el què sentim. I com de maco seria no posar límits i deixar d’analitzar el nostre context des d’un punt de vista conductual. El perdó i la comprensió, les portaríem tan gestionades i exercitades, que no seria un sobreesforç per a nosaltres.
La culpa es un sentimiento muy desagradable y que la mayoría de veces se manifiesta sin motivo aparente. Resulta curioso porqué nos atribuimos la culpa muchas veces sin sentido. Quizás sea por la cultura religiosa o por alguna dinámica de la sociedad. Personalmente aquello que me ha funcionado a mi para no sentirme culpable, es cambiar la culpa por la responsabilidad. De esta manera, ya estamos cambiando las connotaciones del término y tomamos las riendas sobre la situación. La responsabilidad denota margen de mejora y consciencia, en cambio la culpa resulta vacía y, desde mi punto de vista, nos coloca en una situación muy pasiva.
Una vez alguien me dijo que el perdón es la acción más madura y bondadosa que puede hacer el ser humano. Me lo dijeron cuando era un niño y no lo entendía, yo quería justicia, el ojo por ojo. Cuando uno madura, se da cuenta que perdonar no se hace por el otro, sino por uno mismo. Perdonar es reflexionar, aceptar, amar, madurar y aprender. El perdón cuesta mucho más que la ira o el enfado, pero a mi siempre me han enseñado que las cosas de elevado valor cuestan más que las que no tienen valor.
La culpa suele ir acompañada de responsabilizarnos de actos que no nos atañen o con la no aceptación de la realidad. Responsabilizarse de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Tomar decisiones implica correr riesgos, pero hay que asumirlos.
Me ha parecido muy interesante el enfoque que hace este artículo de la culpa y de las atribuciones que solemos dar a esta emoción. Desde bien pequeños, cuando algo sale mal tendemos a quitarnos la culpa rápidamente, a decir frases del tipo “no ha sido culpa mía”, e incluso a buscar un culpable. Este artículo me ha hecho reflexionar sobre lo que hay detrás de estos comentarios o comportamientos, que suele ser querer cuidar nuestra imagen y quedar bien frente a los demás o no tomar responsabilidad de nuestros propios actos, etc.
La culpa también puede llevar a muchas personas a sentimientos de malestar y tristeza y creo que por eso también es muy importante una buena gestión de las emociones y un trabajo con el perdón para poder gestionar bien este sentimiento de culpa, para que la persona no quede anclada en él.
Creo que el miedo al error surge del miedo que tenemos al sentimiento de culpa. El poder decepcionar o fallar a alguien nos atemoriza y por eso muchas veces culpamos a los demás de nuestros propias equivocaciones.
Me ha gustado leer sobre la culpa ya que nunca antes me había hablado de ella. También me ha gustado poner conciencia en que se trata de buscar soluciones y no culpables. Debemos identificar el error y responsabilizarnos para poder perdonarnos y poner la mirada en el futuro.
Crec que l’error s’hauria de veure com una oportunitat d’aprendre a fer-ho bé la propera vegada, no com algo que amagar i del que culpabilitzar-se. Tot i això, és complicat evitar 100% el sentiment de culpa perquè, com s’ha dit, a vegades la decisió que hem pres té conseqüències negatives i hem transgredit un valor important per nosaltres. Per tant, crec que el més important és aprendre a gestionar tal sentiment de culpa i poder després veure-ho com una oportunitat d’aprendre.
Connectar amb el perdó i la humilitat em sembla una molt bona tècnica per ajudar a superar tal sentiment i fer un altre pas per reflexionar i prendre consciència de les teves accions i actituds.
En cada párrafo de este comentario he podido ver a una o varias personas allegadas, incluyéndome a mí misma en algunos momentos.
A mis ojos, la culpa está normalizada, incluida en las conversaciones diarias, e impulsa a buscar fuera, a señalar fuera, en lugar de a mirar hacia dentro y preguntarse: “vale, ¿y cuál es mi responsabilidad en todo esto (si es que ha dependido/depende de mí algo)?”.
Herminia propone el perdón y la humildad como elixires para poner luz a esta culpa que a veces viene a visitarnos para permitir, así, que se transforme. Yo añado la empatía, tanto con otrxs como con nosotrxs mismxs, tratando de entender que TODXS nos equivocamos y que, aunque podemos imaginar, no sabemos qué habríamos hecho en la situación de esa persona si nos hubiera tocado vivirla.
Por último, me quedo con el mensaje de: “si se han tomado decisiones equivocadas no se trata de buscar culpables, se trata de buscar soluciones que me lleven a obtener los resultados esperados”.
Me parece un artículo muy interesante y que me ha hecho reflexionar sobre experiencias que he vivido en algún momento de mi vida. Saberse reconocer, trabajarse e ir tomando consciencia de estas actitudes es crucial para poder ir desarrollando una mejor versión de uno mismo día a día. Poder dedicar espacios de lectura y reflexión me permiten poder ir identificando mejor aquellas actitudes y aspectos de mi misma que quiero mejorar y cambiar. Siempre he pensado que lo más importante es tener ganas de conocerse y saber más de uno mismo para poder ir caminando hacía un camino de mejor autoconocimiento y plenitud.
Todo el artículo me ha parecido súper interesante y en muchas ocasiones me he sentido identificada. Principalmente, me quiero quedar con la frase de “la culpa está vinculada a nuestros valores y expectativas.” Además, inevitablemente me ha llevado al libro de “Los cerezos en diciembre” donde habla de que sólo si nos reconocemos como parte del problema podremos ser parte de la solución y esto podría ser aplicable perfectamente a la culpa. Es decir, reconocer de dónde sale esa culpa, es primordial para saber de dónde nace y así descubrir si se trata de una expectativa tuya o un valor propio, ya que muchas veces, ni siquiera es una “culpa” interior, sino que se trata de un sentimiento causado por algo externo y si no somos parte del problema, no podremos ser parte de la solución.
Este articulo me ha echo reflexionar mucho sobre mi misma, sobre cómo gestiono mi culpa cuando considero que he cometido un error, y me enfado mucho conmigo misma, este enfado es realmente una pérdida de energía, pues es cuando soy capaz de perdonarme cuando puedo identificar cómo mejorar. Entonces ese error toma un sentido, el de mostrarme que tengo que trabajar, hay una frase que me gusta mucho ” también me caía cundo empecé a andar”.
Por otra parte en el ámbito laboral, siempre me ha molestado que cuando alguien comete un error la atención este más centrada en el QUIEN, y en que todo el mundo lo sepa, más que en el QUE, y en el COMO se debería de hacer.
Y por último me gustaría señalar lo que comentas sobre el perdón, y la necesidad de perdonar-se a uno mismo para poder perdonar, seguramente nuestra rigidez para perdonar a los demás muestra nuestra rigidez para perdonarnos a nosotros mismos.