Más allá de los tópicos que se continúan escuchando hoy en día sobre la Adolescencia “es la peor (o la mejor) etapa de la vida”, es un período más dentro de la línea de la vida con unos cambios físicos, psíquicos y emocionales asociados. Lo cierto es que estos cambios a menudo son vividos en forma de crisis por la dificultad emocional de asumir e integrar roles necesarios para que el/la joven descubra quién es él/ella y adquiera el rol de adult@. Para formar su identidad, el adolescente necesita interrogarse para tratar de entenderse y entender el mundo, descubrir y experimentar, determinar cómo se sitúa él/a en su entorno. La identidad determinará la forma de actuar y de estar en el mundo, el cómo se desarrollará en el futuro como adulto.
La Inteligencia Emocional tiene mucho que aportarles porque si aprenden a ser emocionalmente inteligentes van a lograr liderarse en el presente utilizando las emociones en su beneficio en vez de dejarse llevar por ellas. Mayor bienestar físico y psicológico, más felicidad, relaciones sociales satisfactorias, saber elegir en base sus valores y responsabilizarse en su toma de decisiones. En definitiva, un alto porcentaje de éxito en las distintas áreas de su vida y mayor predicción de buenos resultados en el futuro; en función de cómo se desarrolle emocionalmente en la Adolescencia influirá en la felicidad futura.
El adolescente necesita ser guiado y acompañado para conocer los propios recursos y sacar lo mejor de si mism@s. Como padre/madre eres la mayor influencia en su desarrollo socio-emocional y tienes la gran oportunidad de contribuir a que tu hijo/a sea todo lo que él/ella puede ser a partir de tu propio liderazgo.
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Artículo escrito por Paula Folch
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