Las relaciones sexuales dolorosas, molestas e incómodas pueden ocasionar un gran impacto en la satisfacción sexual y en la vivencia del placer. El miedo al dolor físico, pone en marcha una serie de mecanismos de evitación que influyen en las relaciones sexuales de la pareja, pudiendo provocar una disminución significativa de la frecuencia de los encuentros o de la variabilidad de las prácticas sexuales, especialmente, de todas aquellas que impliquen una estimulación intravaginal o, incluso, el contacto externo de los genitales de la mujer. A pesar de que la libido se haya mantenido intacta y de que se pueda alcanzar el orgasmo en otras circunstancias. Es decir, no significa que necesariamente exista una carencia de excitación, aunque se puede dar junto a distintos niveles de aversión sexual.
Es importante diferenciar dos sintomatologías distintas: Las que producen exclusivamente dolor en los genitales de la mujer y las que impiden la apertura vaginal debido a las contracciones espasmódicas de la musculatura del tercio externo vaginal.
Si nos informamos en el Manual DSM IV-TR, encontraremos:
El vaginismo puede ser primario, si se ha dado desde siempre, o secundario, si se ha presentado tras un período en el que la penetración era posible. Por otro lado, diríamos que se trata de un vaginismo situacional, cuando en determinadas circunstancias las contracciones no se producen, o generalizado, cuando se extiende a todas las situaciones.
En cuanto a la dispareunia, la podemos clasificar en función de su localización en los genitales de la mujer o según el momento del coito en que se produce.
Tras descartar cualquier etiología orgánica que pueda estar provocando las contracciones del vaginismo, se requiere de un abordaje psicoterapéutico que se adentre en el síntoma para resolver las causas psicológicas que están provocando esta respuesta condicionada que se formó en algún momento de la vida de la persona. De la misma forma que un iceberg muestra tan sólo una ínfima parte de su totalidad, las contracciones del vaginismo son sólo el síntoma de una problemática más profunda de la persona que lo está sufriendo. Causas como haber recibido una educación sexual inadecuada (por falta de información o por sobrexposición), haber sido víctima de abusos sexuales o de experiencias sexuales traumáticas o mantener una relación de ambivalencia hacia el matrimonio o la maternidad, pueden provocar unarespuesta fóbica ante la penetración y desencadenar los espasmos vaginales. En el caso del vaginismo situacional, nos podemos encontrar con personas que están pasando por fuertes situaciones de estrés, por problemas en su relación de pareja o por agresiones.
El miedo y el dolor son los factores que precipitan esta tensión reactiva que provoca las contracciones, mientras que la evitación mantiene la situación sin resolver. De manera frecuente, la mujer cuenta con un escaso conocimiento de sus propios genitales, debido a las asociaciones negativas que mantiene respecto a ellos y se produce una elusión del contacto físico y de todo aquello que tenga relación con el mismo (como las visitas al ginecólogo, llegando a ser peligroso para su salud, por la ausencia de controles). La impotencia y el fracaso que puede llegar a sentir la mujer por los intentos de penetración fallidos, junto con los pensamientos de incapacidad, tienen un gran impacto en su autoestima y en la imagen que tiene de sí misma, además de la preocupación creciente por las repercusiones que pueda tener a nivel de pareja.
Es importante destacar el papel que juega la pareja en el mantenimiento de la situación de malestar. Si entendemos la relación de pareja como un equipo, veremos que cada uno de los miembros está influyendo en mayor o menor medida en la situación en la que se encuentran. A pesar de que las causas remotas del vaginismo tengan que ver con la propia historia de la mujer, cuando una pareja lleva cierto tiempo sin resolver la situación y experimentando un fuerte malestar, se pone de manifiesto que ambas personas están contribuyendo a la conservación de dicha situación. Es por este motivo, que la reacción de la pareja puede ser un factor a contemplar para su superación, así como su participación en el proceso psicoterapéutico y su nivel de implicación.
Lara Castro Grañén Psicoterapeuta Institut GomàBibliografía recomendada:
Cabello, F. (2010). Manual de sexología y terapia sexual. Madrid: Síntesis.
Heiman, J. y LoPicolo, J. (2006). Disfrutar el orgasmo. Barcelona: Océano
Sylvia de Béjar. (2006). Tu sexo es aún más tuyo. Barcelona: Planeta.
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